Le ha puesto rostro a las reivindicaciones de los travestís y transexuales españoles y se ha convertido en un personaje muy mediático por su activismo, primero en la aprobación de los matrimonios homosexuales y después por la ley de identidad de género, de la que ella misma se ha beneficiado. La bella tinerfeña Carla Antonelli habla en esta entrevista de esa lucha, de su juventud en Canarias y del camino que aún les queda por recorrer a gays, lesbianas, bisexuales y transexuales de todo el mundo.

¿Se considera usted una mujer comprometida? Quienes la conocen dicen que es usted muy valiente.

Quien la conoce dice que es muy valienteClaro que sí, por supuesto. Me considero una persona comprometida con determinados principios. No sé si podría definirme también como valiente, eso lo deben decir terceras personas, pero si se entiende por valiente que no me arrugo ante torres enormes, pues sí, tengo algo de valiente.

¿Cómo llega usted al activismo?

Lo mismo que los gatos persas tienen el gen malayo yo creo que nací con el gen activista. Algunas personas somos activistas porque la vida y nuestro entorno nos ha empujado a eso. A mi me toco en una época, que fueron los años setenta, con los últimos coletazos del franquismo, y entonces eras activista por una cuestión de supervivencia, porque te tienes que enfrentar a quienes te persiguen y te castigan con suma dureza. Entonces denuncias y batallas por los derechos pero no es una cuestión de valentía sino algo más de supervivencia. Hay veces en que eres activista porque va en tu genética pero en mi caso es también por reclamar unos derechos que no existían en aquellos convulsos años setenta. Hay que recordar que en aquel entonces todavía habían leyes que castigaban y perseguían a la homosexualidad y la transexualidad. Ibamos a la cárcel por ello.

De hecho en Canarias existía el campo de trabajo de Tefia, una prisión donde se enviaron a muchos homosexuales a cumplir condena.

Sí, sí. Y otros canarios estuvieron también presos en las cárceles de Badajoz y Huelva, que eran lugares terribles porque se suponían que eran sitios donde te llevaban para reeducarte, para convertirte en fabulosos hombres que pudieran defender el glorioso país. Se utilizaban incluso electro shock, terapias agresivas? Barbaridades.

Salió usted de Canarias siendo bastante joven.

Salí de mi casa y de Canarias con 17 años. A principios de 1977 me fui a Las Palmas de Gran Canaria porque era el modo de que tampoco me localizara mi familia para poderme llevar de regreso. Y en Las Palmas inicie mi transformación física realizando un tratamiento que pudiera adecuar mi físico a mi mente. Hacia septiembre me vine ya a la península pero estuve poco tiempo. Volví a Tenerife y en 1979 me vine definitivamente a Madrid.

¿Cómo era la sociedad canaria de aquellos años?

Lo comentaba el otro día. Percibías que era normal vivir en una sociedad donde podías ir a la cárcel por tu condición sexual, que era normal que un policía te pudiera detener? Aprendes a vivir sorteando toda esa serie de circunstancias y las tomas con normalidad. Yo además era muy inconsciente, siempre lo fui. Mire, la noche del golpe de Estado del 23-F estaba viviendo y trabajando en Madrid y me cogí un taxi para ir a trabajar a una sala de fiesta que, naturalmente, estaba cerrada esa noche. Todo aquello me parecía normal y aprendías a vivir en ese medio. El Golpe de Estado sucede hoy en día y me quedaría encerrada en mi casa a cal y canto

Nace en Güímar. ¿Qué recuerda de su infancia allí?

Era un pueblo como cualquier pueblo de muy pocos habitantes pero añádale una sociedad muy de derechas, católica, tradicional? Se conocía todo el mundo. Hoy en día también pero entonces de un estornudo se enteraba todo el pueblo. Cualquier situación novedosa era un escándalo?

Y usted era una situación novedosa.

Yo no llegué a propiciarlo. Cuando ví que no podía más opté por salir. Sólo soporté dos meses viviendo en Güímar siendo la persona que quería ser y cuando me di cuenta que me perseguían, me largué. Yo ni me planteé siquiera halar con mi familia de la situación porque ni se te pasaba por la cabeza poder vivir mi realidad como mujer en ese pueblo, en esos años y en un entorno familiar que sabes no lo van a entender. La familia lo entendió mejor con el tiempo, pero si había mala cultura sobre la homosexualidad imagine sobre la transexualidad. Era algo que no existía. Para la gente de la calle en aquellos tiempos una persona transexual era una persona muy muy homosexual. Imagine.

Sin embargo, usted los lazos con Canarias no los ha roto nunca. De hecho viaja mucho a Gran Canaria y a Tenerife.

Intento no desvincularme, porque quieras o no llevo ya muchos años aquí, en Madrid. Siempre voy una vez al año, en especial durante las navidades y veo a la familia? A veces pienso que si estuviera dos o tres años sir ir se cortaría ese cordón umbilical y yo no quiero cortar con mis orígenes porque es donde, de algún modo, me he formado. El mar y la playa son importantes para mí y debía haberme ido a Barcelona cuando salí de Canarias pero en aquel entonces todo estaba centralizado en Madrid y aquí me quedé. Soy muy canaria, pero madrileña de adopción.

¿En qué situación llegó usted a la capital?

Pues con una mano delante y otra detrás. Vuelves a pasar más hambre que el perro de un ciego y poco a poco vas conociendo a gente. Me presentan a un representante de cine, ya fallecido, y comienzo a trabajar en películas: Hijos de papá, de Vizcaíno Casas, que era casi un canto a los parabienes del franquismo y yo salía en la parte que reflejaba las desgracias que traía la democracia; una coproducción con Alemania, que era Las guapas y locas chicas de Ibiza; sale Pepe no me des tormento, y prosiguen los trabajos: Adolescencia, Extraños?

¿Y cómo va encajando todo eso? Porque para una persona que escapaba de la incomprensión tampoco le debía ser fácil acostumbrase a esa aprobación de su nueva condición sexual.

No fue complicado. Me acuerdo de que el periodista Fernando Gracia me descubrió para Diario 16. Yo tenía que ir a Madrid para lo de la mili y me presenté ante el jurado, con el bolso para arriba, para abajo, y los volví locos pero no sabía si iba a tener que hacer o no el servicio militar y quería provocar alguna situación. Entonces, Fernando publicó un reportaje en la contraportada de Diario 16 como ´Carla, un insólito caso de una travestí que quiere hacer el servicio militar´ y me hice muy popular. Me llamaba todo el mundo y, casi sin querer, una situación que fue provocada me ayudó a que se me viera y te reconociera gente. Fue un cambio total en la manera en que la gente me percibía pero no me costó demasiado aceptarlo porque yo sí tenía muy claro qué era y qué deseaba ser. Fíjese que ya entonces aprovechaba para hacer activismo de la causa transexual: a un juez, en un documental, le llamé memo por no aceptar el cambio de sexo en el DNI a una transexual operada. En la revista Lecturas me respondieron diciendo que esperaban que San Pedro no me pidiera el carné cuando fuera al cielo. Fueron unos años de lucha abierta pero también fueron muy divertidos, al menos los recuerdo así.

De eso hace ya casi 30 años. Pero ¿imaginó algún día que España iba a convertirse en pionera en los derechos de los homosexuales y los transexuales, como ha sucedido?

No. Para nada. Creía que se iba a avanzar en esa materia pero voy a ir incluso un poco más lejos: ni hace seis años pensaba que muchas de las cosas que nos han sucedido pudiesen pasar. Tenemos a un presidente del gobierno que ha acometido el mayor número de reformas sociales en la historia de la democracia en tan corto estado de tiempo. Para mí es San Zapatero. Pero no está todo el trabajo hecho. Ahora hay que luchar por otras mejoras para el colectivo y apoyar a otros países donde es latente la homofobia.

¿Qué otros países?

Pues hay muchísimos, por desgracia. Acabo de viajar por algunos países como México o Chile y he comprobado el nivel de humillación al que están sometiendo a los homosexuales y en concreto a los transexuales. Aalgunos incluso los asesinan y eso es intolerable. La lucha ahora está centrada en América, en especial en América latina. Yo misma durante ese viaje que le comento me he sentido rechazada en el aeropuerto al entregar mi pasaporte a un agente de la policía. Hacía mucho que no me sentía observada así por un policía y fue horroroso.

Por último quería preguntarle por la Ley de Identidad de Género porque usted ha sido la primera de Madrid en acogerse a la nueva normativa que posibilita el cambio de sexo y nombre en la documentación sin necesidad de cirugía genital. ¿Se siente feliz?

Estoy encantada y feliz y satisfecha. Ya tengo mi nueva partida de nacimiento y se que el juez ha dicho que sí, que está todo correcto, que está todo en regla. Ahora sólo falta que me la entreguen para ir a la comisaría más próxima y solicitar mi nuevo DNI y mi nuevo pasaporte, que me hace mucha ilusión. Luego arreglaré el resto de papeleo y cuando lo tenga todo en regla me quitaré una espinita que tengo muy clavada.

¿Se puede saber cuál es?

Pues viajar a Egipto. Es un lugar que me encanta y jamás he visitado. Allí además, la situación de los travestís y transexuales está muy muy mal y están muy perseguidos todos. Sé que hay gente que ha ido y no ha tenido problemas durante el viaje pero a mi me da miedo visitar un lugar así por lo que te pueda pasar.