- ¿Qué perfiles de esta crisis considera usted que han de ser tenidos más en consideración desde una perspectiva canaria?

- La diferencia fundamental de esta crisis respecto de las anteriores, y sobre eso hay un consenso general como hemos visto con catedráticos como Manuel Lagares o Luis de Guindos hace poco en las Islas, sean de derechas o izquierdas, es que ha habido una falta de regulación en todo el sistema, no sólo financiera, sino en general, es decir, menos Estado, más mercado. Es más, todavía hay sectores empresariales que piden más desregulación, en el mercado laboral, en el suelo. Y, de hecho, algunas de las medidas de las Directrices [de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente] del Gobierno canario van por ahí, sobre todo en el suelo rústico, donde se recortan controles, se acortan plazos...

- Es que el Gobierno canario confunde, intencionadamente o no, desburocratizar, que es un objetivo de consenso y urgente, con desregularizar, es decir, con la barra libre con el suelo.

- Sí, exactamente. Luego se ha añadido una irresponsabilidad corporativa, que hasta ahora no se había producido: [los altos ejecutivos] han actuado de una forma totalmente especulativa y sin ningún tipo de control por parte de las empresas. Y el tercer tema es la ausencia de organizaciones internacionales, y de reglas mínimas éticas acordes a una lógica global de la economía. El saldo final es esta falta de confianza en el sistema.

- Se va a una intervención del Estado 'a la carta', que parece que va a quedar naturalizada, incuestionada. Es decir, se dice, intervengamos, socialicemos las pérdidas porque, si no, todo el mundo se va al garete, y luego que todo siga igual.

- Eso lo dijo [Josep] Stiglitz [Premio Nobel de Economía] el otro día y, bueno, ahí está la responsabilidad de la sociedad. El presidente de la Confederación de Empresarios española dijo hace seis meses algo así como que "durante un tiempo vamos a suspender la economía de mercado", no dijo vamos a cambiar esto, regularlo, sino vamos a suspender por un tiempo, para luego regresar a lo mismo... Pero, con todo, cada vez será más difícil que se vuelva al descontrol.

- ¿Por qué? ¿Porque la gente, la sociedad, va a presionar?

- No, porque el sistema no funciona. Vamos a ver, es que, las vacaciones pagadas [la nómina y la paga del mes de vacaciones] o cualquier prestación social, como la por desempleo, que hay ahora, no están ahí porque alguien lo haya concebido sin más, sino porque, si no, si no se sostiene un cierto nivel de rentas, no hay consumidores, y entonces el sistema se hunde. Es verdad que cuando la crisis asiática de hace unos años se dijo lo mismo, que había que regular, etcétera, y desde que pasó se olvidó todo el mundo. Pero es que esta crisis es difícil que se nos olvide. La crisis del 29 acabó con el Banco Mundial, Roosevelt...

- Pero las condiciones laborales actuales, incluso para gente cualificada, hace cuarenta años habrían sido inadmisibles.

- Sí, claro. Pero le voy a decir por qué... En los setenta una persona comenzaba y terminaba su vida laboral en una misma empresa, por lo general. Y la empezaba y la acababa con los mismos conocimientos, podía hacerlo sin actualizarse, porque sus conocimientos le valían para toda la vida. Yo soy de esa generación. Hoy en día no es así, la transformación del sistema productivo y la aceleración en términos de innovación ha sido tal que uno puede exigir un puesto de trabajo, pero no siempre el mismo puesto. Eso no es precariedad, es flexibilidad, la mortalidad de las empresas es alta.

- La flexibilidad no puede encubrir la precarización de condiciones laborales. Y más cuando, a ciclo completo, la ratio beneficio empresarial/costes laborales en Europa dobla a favor del primero el de los 70.

- Pero es que eso es otra cosa. Ahí sí, es verdad, tenemos el peor empleo de la historia. Pero lo que está claro es que hay que moverse, hay que estar en formación permanente, porque la propia sociedad ha corrido más que en toda su historia. Vivimos en el mundo en que vivimos, eso hay que asumirlo. Por ejemplo, las huelgas de funcionarios públicos que se hacían hace unos años exigiendo que, fueran cuales fueran las ratios de alumnos, el profesorado y los medios, debían seguir en máximos. O bien la Universidad... oiga, si no hay alumnos no se debe mantener todo un sistema invariablemente.

- ¿Cómo está, en general, Canarias para afrontar 2009?

- Pues hay factores positivos: tenemos un turismo competitivo, que resiste, y unas infraestructuras modernas que también resisten. Y luego tenemos un gran problema: la baja productividad, que no es que la gente trabaje más o menos, sino la suma de la formación del trabajador y los medios de que dispone en su puesto de trabajo para rendir. Aquí se ha abusado del empleo precario y sin formar. Es el propio sistema canario el que no es productivo. Y el turismo es muy poco productivo, sobre todo en salarios, comparado por ejemplo con, no sé, cualquier industria, no digamos ya si es de alta tecnología. Pero, incluso, el turismo es susceptible de innovación tecnológica, todos los servicios en general lo son.

- Y si competimos en precios por que la mano de obra es barata, ¿quién querrá innovar?

- Pues hablo de autoempleo. No va a seguir siendo todo que las cosas las monten otros. Aquí estamos viendo sólo al que está instalado: queremos o ser funcionarios o que nos contraten.

- Entonces, ¿qué toca?

- En el corto plazo un gran plan de inversiones públicas, que ya se ha visto con el Gobierno central, fundamentalmente en construcción privada y en los temas medioambientales (acabar con las pérdidas en los sistemas de conducción de aguas, avance rápido en renovables...). En segundo lugar, un plan que restituya la confianza en el sistema, que son los avales, lo están haciendo todos los países del mundo, avales a las empresas ante los bancos, que dice Zapatero que lo va a hacer en los próximos meses, a ver, porque está llegando tarde. Y luego alentar como sea la confianza de las familias, que están asustadas. Hay más desconfianza que la que corresponde a la situación real, no se justifica este poco consumo.

- No está tan mal, entonces.

- Yo creo que el sistema no está tan mal como lo están poniendo. Segundo, esta crisis no debe servir para que se pierdan los derechos laborales. Tercero, hay que reponer urgentemente las redes sociales, de protección social, que se rompen, reponerlas con lo de siempre: oficinas de empleo, de recolocación, la formación profesional ocupacional, etcétera, que se ha desmantelado casi todo porque sobraba trabajo. Ahora no sobra. Y claro, no vamos a volver a la caridad, a dar de comer al pobre, a Cáritas, tiene que haber un sistema público que cubra todo eso, de la forma que sea. El Gobierno canario tiene que hacer un gran esfuerzo, pues es su competencia la formación. Y luego, sobre todo, los municipios, que son las mejores redes sociales. Y, por último, a largo plazo, lo primero es una gran reforma institucional que aclare quién se ocupa aquí de cada cosa, que hoy nadie lo sabe, es un lío y una fuente de ineficiencias.