El estrecho control policial al integrismo islámico también se practica en Canarias. La Policía Nacional sigue de cerca los pasos de medio centenar de musulmanes que residen en Canarias ante las sospechas de que pudieran pertenecer o relacionarse con células integristas durmientes. Por el momento no se han detectado situaciones preocupantes para la seguridad, pero los agentes de la Brigada de Información de la Policía Nacional efectúan un control diario y minucioso de todos sus movimientos, trabajo en el que también colabora la Guardia Civil.

Una decena de investigaciones de la Audiencia Nacional y de otros puntos de la geografía española desembocan en Canarias. Se trata de un puzle en el que las Islas son una pieza más y la policía se esfuerza por mantener el control en todo momento. Cerca de cincuenta islamistas residentes fundamentalmente en las islas de Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura son vigilados de cerca por los servicios de información, ante las sospechas de que pudieran estar relacionados de algún modo con células islámicas, en algún caso de corte radical.

Entre las labores de investigación que se llevan a cabo por orden del juzgado correspondiente (ninguno de ellos de Canarias y algunos de la Audiencia Nacional) se encuentra la del control total de las mezquitas. Los agentes tienen pleno conocimiento de los sermones que se llevan a cabo en ellas, especialmente los que se difunden durante los rezos de los viernes, el día santo musulmán. En muchos de los casos los sermones son grabados por los servicios de información y traducidos al instante para conocer el contenido del mensaje que se difunde entre los fieles.

Estos discursos varían en función de las mezquitas que las controlan y de su ubicación. El discurso islamista egipcio, como el de la mezquita de la capital grancanaria, es de corte más moderado que el marroquí. En Vecindario, en cambio, predomina el marroquí, al igual que en Lanzarote, donde los servicios de información han detectado posiciones algo más radicales.

Fuerteventura

Hace unos dos meses, en el aeropuerto de Fuerteventura, saltaron todas las alarmas para los investigadores policiales. Una mujer con un velo que le cubría completamente la cara y pasaporte marroquí se disponía a entrar en la Isla y no aceptaba, a pesar de la petición de los agentes de aduanas, destaparse el rostro. Para la policía, una familia en la que la mujer acepta el burka o se cubre toda la cara es sinónimo de prácticas integristas y se extreman por ello las precauciones. Desde entonces, la Brigada de Información le sigue los pasos a la familia en Fuerteventura. La vigilancia policial es prácticamente diaria.