Los investigados en el caso Las Teresitas utilizaron palabras clave en sus conversaciones telefónicas, cambiaron de teléfono móvil periódicamente o emplazaron a sus interlocutores a comunicarse por correo electrónico o a citarse en lugares públicos o privados por las sospechas de que sus teléfonos estaban pinchados. Así lo creen los integrantes del equipo de agentes de la Policía Judicial y funcionarios de la Agencia Tributaria que realizaron el seguimiento a los imputados y sus entornos. En el caso de Miguel Zerolo, expresiones como "lo otro" o "lo hablamos donde tú sabes" se repiten en varias de las llamadas intervenidas por la Policía Judicial.

Ese "donde tú sabes" se refiere principalmente, según los informes de las diligencias previas, a lugares como el Casino de Santa Cruz, el Club de Golf del municipio de Tacoronte y un piso propiedad del político de Coalición Canaria en el Parque Bulevar de la capital tinerfeña.

En una de estas conversaciones, el 30 de enero de 2007, mantenida entre el exalcalde de Santa Cruz y un hermano, este le informa de la existencia de una casa en venta interesante, a lo que Zerolo responde que no tiene dinero para pagar una hipoteca y que en ese momento dispone de la dieta de CajaCanarias [al formar parte del consejo de administración de la entidad] y del dinero que percibe por su condición de parlamentario, ya que "lo otro" se lo da a su mujer. "Si estoy viviendo con el sueldo de... con la dieta de CajaCanarias", recula el alcalde, lo que los agentes entienden como una ocultación de los auténticos ingresos de los que dispone en realidad.

En otra llamada de su abogado, Francisco Medina, interceptada por la Policía Judicial, Zerolo señala: "Mira que, por cierto, que ya... eso también. Pues eso, voy a llamar, eso sí que está pedido". "Bueno, de lo otro no sabes nada, ¿no?", apunta su abogado, a lo que el exregidor responde afirmativamente. "Bueno, ya me contarás otro día", concluye Francisco Medina.

Hay hasta mensajes subliminales que parecen ir destinados a los autores de los pinchazos. Así ocurre el 24 de enero de 2007 cuando Miguel Zerolo contesta por el móvil a Jorge Bethencourt, periodista, asesor en ese momento de Urbanismo y persona de su círculo más estrecho que estuvo imputado por blanqueo de capitales en la causa: "Mejor no hablar para que no se entere Santiago Pérez", dice Zerolo en referencia al político socialista que redactó la primera denuncia contra las presuntas irregularidades en la compraventa de los terrenos de la playa chicharrera.

En sus informes, el equipo de investigación reconoce la dificultad de las diligencias previas al iniciarse cinco años más tarde del que los agentes señalan como año clave, 2001, en el que el Ayuntamiento, con Zerolo al mando, compra el frente de playa por 52 millones de euros a Inversiones Las Teresitas. Pero hay otro problema, que también recuerdan los policías: aparte de por abogados y hasta secretarias, los pinchazos llegaron a ser advertidos hasta por varios artículos publicados en el periódico El Día. En las diligencias se nombra un artículo firmado por el líder del CCN, Ignacio González Santiago, hijo de uno de los imputados, Ignacio González Martín, y otro del periodista Andrés Chaves.

Los agentes matizan que "aunque pudiera pensarse que los pinchazos telefónicos eran inservibles, no fue así y aportaron datos importantes". Por ejemplo, los investigados ponen en evidencia en esas llamadas la existencia de un patrimonio elevado al referirse a vehículos de alta gama, embarcaciones, viviendas destinadas a alquiler, segundas residencias, así como a su alto nivel de vida y dinero localizado en otros países.

Aun así, hay conversaciones explícitas de los imputados, como una de Ignacio González Martín, presidente de la Cámara de Comercio de la provincia tinerfeña y socio de Plasencia en Inversiones Las Teresitas, con una persona desconocida. "La parcela que te hemos regalado en el frente de playa vale 9.000 millones de pesetas, oíste. Encima de hemos limpiado todo aquello y hemos indemnizado a todo el mundo...", dice González. A los policías les llama la atención que hable de un terreno "regalado" y creen que se refiere al solar donde se encontraba la batería militar de San Andrés y que fue cedido al Ayuntamiento de Santa Cruz.