Un movimiento circular de la investigación, como el que dice la policía que supuestamente realizó el dinero de algunos de los imputados en el 'caso Las Teresitas', ha llevado al que está considerado el mayor escándalo de corrupción del Archipiélago hasta sus inicios, cinco años después. Cuando la fiscal Anticorrupción de Santa Cruz de Tenerife, María Farnés, se plantó en la sede del Tribunal Superior de Justicia de Canarias con más de setenta folios en forma de querella bajo el brazo, a finales de 2006, los cimientos de la 'telaraña' santacrucera, formada por empresarios, políticos, reputados abogados y también periodistas, se tambalearon como nunca antes había ocurrido. Hoy, casi cinco años después de aquello, los silencios aclaran muchos aspectos sobre lo ocurrido. Es el 'caso Las Teresitas', esa investigación judicial que impactó a toda una comunidad autónoma de más de dos millones de habitantes y buceó en las cloacas de eso que algunos llaman corrupción.

Durante todo este tiempo un grupo de investigadores de prestigio, que contó con el apoyo de especialistas en blanqueo de capitales que participaron en la 'operación Malaya' (Marbella), ha rastreado el camino de 120 millones de euros a lo largo y ancho de veinte países diferentes, entre los que hay varios paraísos fiscales. Centenares de cuentas corrientes analizadas, sociedades de dudosa procedencia y creación y, sobre todo, niveles de vida que van más allá de lo que se espera de un cargo público, han colocado en la batidora de la corrupción un jugoso sumario de más de setenta mil folios en su conjunto que deja al descubierto lo que pudo ocurrir alrededor de la compraventa de "un acantilado" con dinero público y a un precio infinitamente superior al que se adquirió dos años antes. El sumario de 'Las Teresitas' también pone sobre la mesa la suerte con la que algunos llegaron a este mundo, que llega hasta el extremo de conseguir ser agraciado por un billete de lotería hasta en 145 veces. Algo que a la mayoría de los mortales no le ocurre, ni siquiera, una sola vez en toda su vida.

Los investigadores que han trabajado en el 'caso Las Teresitas' tenían ante sí un reto profesional de calado: descubrir qué pasó en Santa Cruz de Tenerife entre mayo de 1998 y enero de 2001 en torno a la compraventa de los terrenos aledaños a la playa de Las Teresitas. Eso, además de la propia dificultad que ya entraña, debían hacerlo seis años después de que ocurriera lo que fuera que ocurrió, a lo que habría que sumar la desventaja de que los investigados sabían en todo momento que sus movimientos estaban siendo vigilados.

A pesar de todo

Pero cinco años después el sumario de Las Teresitas es fiel reflejo de lo ocurrió, aún a pesar de que la palabra cohecho haya sido desterrada de esta investigación. Hay datos que nadie puede negar, como que el ex alcalde de Santa Cruz de Tenerife Miguel Zerolo, que se hizo famoso durante la investigación por la célebre frase de "que investiguen lo que quieran, que no tengo nada a mi nombre", vivió durante años sin tener que recurrir a la tarjeta de crédito que utilizan la mayoría de los españoles para su vida diaria. O que, de repente, algunos cargos públicos del Ayuntamiento de Santa Cruz comenzaran a manejar grandes cantidades de dinero en efectivo que sacaban de "un cajón" que tenían en su casa, como llegó a declarar uno de los imputados durante este largo y laborioso proceso.

Durante cinco años la culpa del 'caso Las Teresitas' la tuvieron los denunciantes y los investigadores, por ese orden, toda vez que el sumario estaba declarado secreto y lo que en él se escondía era solo visible a los ojos de una magistrada y una fiscal. Aún después de que se desclasificaran los documentos, buena parte de los imputados y su entorno siguen pensando que esto nunca debió ver la luz. O que ni siquiera debió investigarse, a pesar de que la querella de la Fiscalía Anticorrupción relataba, en una extensión de más de setenta folios, cómo se gestó una operación inmobiliaria con dinero público que benefició a dos de los empresarios más poderosos de Canarias y que los peritos de la Fiscalía Anticorrupción en Madrid denominaron "un pelotazo de libro".

Todo lo que ocurrió ha quedado ahora al descubierto, tal y como se contó hace cinco años en forma de malversación de caudales públicos y prevaricación. Como si fuera poca cosa.