- Le acaban de conceder la Gran Cruz del Orden Civil de Sanidad precisamente en un momento bastante delicado para la sanidad en España. ¿Cómo valora esta época?

- Efectivamente es una época difícil, de grandes restricciones y grandes tensiones porque es muy fácil acostumbrarse a mejorar, pero es muy difícil resignarse a empeorar. Evidentemente en estos tiempos la sanidad se enfrenta a restricciones presupuestarias y a reducciones de cobertura. Es un momento muy difícil.

- ¿Tenemos que olvidarnos de la sanidad que conocemos: universal, pública y gratuita?

- La sanidad universal afortunadamente está en la Constitución y es un derecho inalienable. El sistema nacional de salud español por vocación tiene cobertura pública y universal, pero nos tendremos que acostumbrar a algunas limitaciones de uso y cobertura que antes no había.

- ¿Cuáles serían estas limitaciones?

- Ya estamos viendo las limitaciones. Por ejemplo, en Cataluña han puesto un copago para las consultas, no se sabe si se va a generalizar o no, pero posiblemente. Habrá algunas prestaciones que no se cubrirán por el sistema público porque no habrá recursos para ello. Afortunadamente se puede restringir el uso de lo que no es necesario, incluso dañino. Hay algunas actuaciones en el sistema sanitario que no son convenientes porque hacen más daño que bien.

- ¿Qué actuaciones?

- Por ejemplo, hay unos 300.000 ingresos hospitalarios al año en España que son consecuencia de efectos adversos de los medicamentos. Si se limitaran estos efectos adversos, se podrían reducir el uso de prestaciones no necesarias.

- ¿El copago serviría para reducir este uso?

- El copago es un arma muy delicada, es como un bisturí, que se puede utilizar bien o mal. Los economistas tenemos la convicción de que hay diseños de copago que podrían en un determinado momento ser convenientes para el país, pero no cualquier copago. Ahora mismo hay un copago de medicamento, pero muy mal diseñado y muy injusto. Los pensionistas no pagan medicamentos, aunque sean ricos. Sin embargo, los demás tienen que pagar el 40 por ciento del precio, aunque sean pobres. Lo ideal sería que el copago fuera solo disuasorio y no recaudatorio, que no sirviera para que la sanidad se financiara porque el sistema debe financiarse con impuestos. El copago podría evitar que se hiciera un uso indebido de determinadas prestaciones. Por ejemplo, poner un copago en Urgencias no sería una mala idea porque estaría evitando el uso indebido, pero el que tiene que ir no debe pagar. Ahora si tú tienes una tontería y vas por la tarde porque el horario te viene mejor, pagarás una tasa.

- ¿El copago podría tener un efecto contrario y provocar que quien realmente lo necesite no vaya porque tiene que pagar?

- Claro, ese es un problema del copago porque puede introducir un elemento de inequidad. Por eso el copago tiene que tener un diseño muy delicado. Los copagos indiscriminados son muy malos, es decir, generalizar y poner un precio fijo por consulta para todo el mundo.

- ¿Con este método no se castigaría a las personas más enfermas?

- El problema es que una parte importantísima de las consultas no son por diagnóstico, sino para bajas o medicamentos. Habría que diseñar un sistema para que no tuvieras que ir el médico para pedir las mismas recetas.

- Para eso está la receta electrónica.

- Sí, en eso se está avanzando mucho. En ese caso no tendrías que pagar, sino que se dispensaría la receta automáticamente.

- Este año los trabajadores de los hospitales y centros de salud canarios trabajarán dos horas y media más a la semana. ¿Supondrá un ahorro?

- Aumenta las jornada a 37,5 horas que objetivamente no es mucho. Hace 10 años las jornadas eran de 40 horas, pero acostumbrarse a empeorar es difícil. Se presiona aumentando la jornada laboral, restringiendo los permisos para congresos y días de libre disposición... Es mucha presión, mucha exigencia y a cambio el trabajador siente que no se le reconoce ese esfuerzo. Si metes presión, corres el riesgo de que haya conflictos. Estas medidas deberían tomarse con los trabajadores. Si se hace por imposición y presionando cada vez más, hay peligro de conflicto laboral.

- Llama la atención que la Consejería de Sanidad reconozca que no se gestiona adecuadamente la recaudación a terceros, lo que conllevaría sólo en este año un ingreso de unos 70 millones de euros.

- Sí, efectivamente. Hay varios frentes en los que se podría mejorar bastante, como es la recaudación a terceros que no son sólo los extranjeros, sino mutuas de accidente de tráfico y laborales. Esta atención debería pagarla el seguro del coche, lo que pasa es que como la persona está cubierta, al final no acaban cobrando por el accidente la que tiene que pagarlo.

- Otra alternativa es cobrar la atención a los pacientes de otras comunidades.

- Este es un tema delicado que está dando problemas. Debería haber un mecanismo por el que se cobre a la comunidad de origen o existir un fondo de compensación. Empieza a haber problemas de falta de atención a ciudadanos españoles fuera de su comunidad y eso es grave.