Los estudios realizados por Repsol en aguas canarias sitúan el petróleo a 2.067 metros de la superficie del mar. En una hipotética exploración, la compañía tendría que salvar los 930 metros de profundidad del agua en la zona y perforar más de un kilómetro el fondo marino hasta llegar al hidrocarburo. La distancia no hace necesaria la utilización de plataformas petrolíferas, por lo que en las aguas del Archipiélago solo se podrían utilizar los barcos de posicionamiento dinámico.

Estos buques se encargan de recibir el crudo que se mantiene en la llamada roca almacén, que recibe ese nombre por ser en la que se deposita el crudo proveniente de la roca madre.

Un FPSO -nombre que reciben estas naves del inglés floating production storage and offloading- viene a representar una inversión para las compañías de petróleo de cerca de 460 millones de euros. Repsol estima que se podría construir en Canarias y que el 95% de esa inversión se quedaría por tanto en las Islas -unos 435 millones de euros-.

A diferencia de las más conocidas plataformas petrolíferas, los FPSO no utilizan un ancla para fijar su posición, sino que un sistema de varios motores y sensores de GPS coordinados los mantienen absolutamente fijos en su posición a salvo del oleaje, las corrientes y el viento. En Brasil, donde las profundidades de los pozos son aún mayores (hasta 8.000 metros), se utilizan con éxito desde hace varios años.

Del pozo al barco

Las sondas de extracción penetran en el subsuelo marino y llegan hasta la bolsa de petróleo. Desde allí, lo conducen hasta el fondo del mar, en el que se coloca el árbol de producción o Christmas tree (árbol de Navidad), según expresión de la ingeniería estadounidense.

El árbol de producción consiste en una serie de válvulas que, como bocas de riego, permiten controlar la salida del petróleo a voluntad o impedirla totalmente si alguna circunstancia lo recomendase.

Por ellas sale el petróleo a los manifolds, depósitos de mayor tamaño en los que vierten esos colectores de petróleo. De ahí, mediante un tubo de diámetro ancho, el hidrocarburo pasa directamente al barco FPSO.

La labor de estos buques de posicionamiento dinámico no termina ahí. Mediante complicados procesos químicos y físicos separa el petróleo del gas y el agua del que habitualmente viene acompañado y reinyecta estas dos sustancias de nuevo al fondo marino.

Toda vez que es solo petróleo lo que queda almacenado, se acerca un tanquero (petrolero), que se engancha a una monoboya que, a modo de surtidor, le pasa el crudo captado por el FPSO.

Para conocer el tamaño que debe tener el barco de posicionamiento dinámico, primero debe saberse de un modo muy aproximado la cantidad de petróleo a extraer. De ese modo, se podrá calcular la capacidad de almacenaje, que irá en función también de las capacidad y el número de los barcos tanqueros con que se cuente para llevar el crudo a las refinerías y el tiempo que tardan en regresar al campo de extracción para aliviar la carga del FPSO.

La importancia del árbol de navidad es vital en caso de retrasos de los tanqueros. Aunque no sea la situación deseable, siempre pueden cerrarse las válvulas cuando la capacidad de almacenaje del FPSO se rebase.