La zona identificada por Repsol como la de mayor probabilidad de éxito a la hora de encontrar crudo se llama Sandía. Le siguen en el ranking Plátano y Naranja. Con menos posibilidades se quedan Guayaba, Cereza, Melón o Mango, entre otras. Los ingenieros que realizaron los estudios previos decidieron dar nombre de frutas a las áreas en las que es posible encontrar crudo.

Es una práctica habitual. El bautismo queda en manos de los técnicos de alto rango, que normalmente se deciden por nombres que puedan tener algo que ver con el entorno geográfico en que se desarrolla la exploración.

Así, en el sur peninsular no es extraño encontrarse con áreas de prospección que se llamen Chipirón o Chopito, por poner un ejemplo. En otros lugares del planeta el motivo elegido son marcas de güisqui.

En la mencionada Sandía, que al igual que Plátano se compone en realidad de varias áreas distintas pero próximas entre sí, la profundidad del océano es de alrededor de 930 metros. La probabilidad de encontrar hidrocarburos es del 20%, el máximo que se concede Repsol.

De encontrar crudo, una predicción sensata prevé que esa Sandía aporte 488 millones de barriles durante toda su vida útil. Claro que también existe un cálculo mucho más optimista que eleva la cifra hasta los 1.245 millones de barriles.

Los datos previstos para Plátano son: 80 millones de barriles como media y 188 en el mejor de los escenarios posible. El área Naranja mejora esos números de producción. Sin embargo, en ella la probabilidad de encontrar petróleo baja hasta el 16%.

No es que el resto de áreas se abandonen desde el inicio, simplemente se prevé que aporten menos para recuperar la inversión y obtener beneficios.

El conjunto de todas las áreas debe suponer una producción total de 908 millones de barriles durante los 20 años en que los pozos se mantengan abiertos. El cálculo más optimista eleva esa cifra hasta los 2.240 millones de barriles.