- '49 horas en Kinshasa' es una crónica de un episodio límite, del que han pasado ya cinco años. ¿Qué le llevó a escribirla? ¿Qué deseaba usted al compartirlo?
- Escribí el texto de lo que hoy es el libro en el verano de 2010. Tenía muchas notas -gran parte de ellas escritas en mi libreta personal-, por lo que no me resultó difícil acordarme de los detalles de aquellos días. Fueron básicamente dos compañeros diplomáticos -al igual que yo muy aficionados a la lectura- los que me animaron a escribir esta "crónica". Me insistían en que no debía perderse en la memoria este episodio y en que la recuperación del mismo debía servir para reivindicar el trabajo que se hace cada día en la Embajadas y que no siempre es reconocido. De hecho, como se dice en algún punto del libro, los diplomáticos servimos a España, pero no siempre nos toca hacerlo en Londres, París o Roma. Al contrario, destinos como Bagdad, Kabul, Kinshasa o Bamako -donde muchas veces nos jugamos la vida- son incluso más frecuentes.
- En cierto modo su libro es otra versión de 'El corazón de las tinieblas' de Conrad; sólo que, como dice Javier Reverte en el prólogo, se basa en hechos reales, de los que el escritor es protagonista, además. En este caso era una selva urbana, ¿no?
- Gracias por la comparación, pero no creo que la merezca. Su visión de Kinshasa como "selva urbana" tiene algo de cierto. En primer lugar, la capital congoleña es una ciudad en la que ninguna planificación urbanística ha existido en los últimos 50 años, por lo que las edificaciones son anárquicas y no responden a planeamiento alguno. Y, en segundo lugar, el estado de derecho, a pesar de los esfuerzos de sus autoridades y de la Comunidad Internacional en su conjunto, no consigue afianzarse en Congo, por lo que, en cierto sentido, sigue vigente "la ley del más fuerte".
- Es llamativa la combinación entre lo trepidante y lo vívido de la narración y la calidez de la misma, la cercanía, casi intimidad, con la que también se narra. Sorprende en un diplomático, que, en gran medida y por efecto de su propia ocupación, suele ser alguien que marca siempre una educada distancia.
- La redacción es trepidante, porque lo hechos lo fueron y así intenté reflejarlo. Es cierto que mi profesión exige lo que usted llama educada distancia, pero también lo es que sin cercanía emocional -saber lo que piensa o puede pensar nuestro interlocutor en cada momento- toda aproximación diplomática lleva al fracaso. Por ello, el diplomático debe saber valorar en cada momento qué principio activo, de los dos que han de estar siempre presentes en esta profesión, debe recetar más en cada momento: educada distancia o cercanía emocional.
- ¿Qué sensación le crea que aquella experiencia se haya convertido en un libro, de que la historia haya pasado a pertenecer a los lectores?
- Es muy satisfactorio para mí comprobar cómo los lectores están disfrutando de esta crónica. Todas las críticas que se han publicado han sido muy elogiosas lo que, evidentemente, me llena de satisfacción. Creo que no me equivoqué al seguir los consejos de mis compañeros y compartir esta experiencia con todos aquellos que puedan estar interesados en la diplomacia y en África.
- Usted, como el resto del personal diplomático español en Congo, estuvo cerca de la muerte. Hay una secuencia terrible en la que narra cómo saltó por los aires tras el impacto de un obús, cayendo detrás de una mesa, sin gafas ni zapatos, en fin, terrorífico. ¿Qué le enseñó aquello en lo personal?
- Evidentemente que la vida está llena de peligros y que estos aparecen cuando uno menos los espera. Como siempre digo: "estamos vivos de casualidad"? Fue una experiencia dura, pero he de reconocer que no me di cuenta del alcance de la misma hasta pasado unos días. Quizás deba decir: "hasta pasado unos meses", cuando digerí intelectual y emocionalmente lo que nos había pasado. Como se imaginará, todos los años celebro, por así decirlo, dos cumpleaños: el mío, el 1 de octubre, y el 22 de marzo, fecha del bombardeo. Ese día llamo puntualmente -o me llama desde Uruguay- al Coronel Fernández de los Santos, auténtico protagonista del libro. Hablamos largo rato de las respectivas familias, de nuestros trabajos, del Congo, de la vida?
- Cuenta que cuando Kabila ganó las elecciones de 2006 el reto del Congo era construir un país casi de la nada, tras la pesadilla colonial de Leopoldo II y la pesadilla poscolonial de Mobutu. Pero igualmente señala que gran parte del poder lo detentan asesinos de sueños?. ¿Cuál es el saldo de ese reto?
- Las cosas siguen sin ir bien en Congo. La Comunidad internacional sigue comprometida con la consolidación de la democracia, el respeto a los derechos humanos, la lucha contra la impunidad, el desarrollo del país?, pero las cosas no van bien. No debemos engañarnos? Hace unas pocas semanas me reuní, aquí en Addis Abeba, con uno de los principales candidatos a la presidencia de la República y lo que me contaba no variaba ni un ápice de lo que él mismo me señalaba hace cuatro años. Además, la crisis económica y financiera mundial no es el mejor aliado para un país con tantas carencias como la RDC. Europa, EEUU y la Comunidad Internacional en su conjunto no miran al Congo con la intensidad con que lo hacían hace unos años? Me temo que el futuro es incierto.
- ¿Cómo está África llevando la crisis global? Parece que la dimensión alimentaria de la crisis está causando estragos, por ejemplo en Mali, pero hay otros países, como Ghana, que se ponen como ejemplo de una nueva prosperidad, en fin?
- La crisis es mundial, pero hay que reconocer que este continente la está pasando con mucha mayor solvencia de la que podía haberse esperado. No obstante, las cifras macroeconómicas que siguen confirmando, a pesar de la crisis internacional, tasas de crecimiento muy significativas en el continente, conviven con crisis alimentarias y políticas. Sin ir más lejos, el pasado año la Comunidad Internacional se enfrentó a una crisis alimentaria de primer orden como fue la del Cuerno de África y en este momento tiene que hacer frente a la del Sahel. Por otro lado, el retraso de las lluvias en el Cuerno, puede provocar un rebrote de la hambruna del año pasado? Y qué decir de las crisis políticas. África está haciendo frente en este momento a cuatro grandes crisis políticas: Sudán y Sudán del Sur, Guinea Bissau, Mali y Somalia?
- Hay un asunto recurrente, la penetración del Islam en África, la red de mezquitas-dispensarios-escuelas financiadas por países del Golfo... No se trata solo del control del Sahel por Al Qaeda, sino de un gran fenómeno religioso y quizás político que se extiende por el tejido africano. ¿Cuál es la situación?
- La penetración del Islam en el continente es una realidad por varios motivos: la financiación extranjera, la malla social asociada a su penetración, los altos índices de natalidad de los musulmanes frente al de los cristianos? Pero nuestra preocupación no debe venir de la constatación de la existencia de un mayor protagonismo del Islam en África, sino que esa preocupación sólo debe aparecer cuando lo que se intenta expandir es el integrismo islámico. La situación en el norte de Mali, por ejemplo, es altamente preocupante y la Unión Europea la está siguiendo de cerca. Pero no es preocupante porque en ella esté penetrando el Islam -el Islam ha estado históricamente siempre presente-, sino porque la ausencia de Estado en el norte del país está haciendo que el integrismo radical esté ocupando un espacio que antes correspondía a las instituciones del Estado. No nos engañemos, en todos estos casos estamos ante un "juego de suma cero": lo que las instituciones de los Estados democráticos dejan de ocupar lo ocupan los enemigos de la libertad. La tierra de nadie no existe en geopolítica.
- Mirando en Google las últimas noticias que salen de Etiopía tenemos que la cadena de hoteles Marriott va a abrir dos establecimientos de lujo en Addis Abeba. Es una grata sorpresa. Etiopía ha sido siempre la foto de los niños famélicos? Parece que algo están cambiando. ¿Cuál es su análisis del país?
- Etiopía está creciendo anualmente entre un 7 y un 10% (las autoridades etíopes hablan de un 10% y el FMI limita esa cifra al 7%). En todo caso, son cifras muy impresionantes en un contexto de depresión. La obra pública, junto a las exportaciones de café, flores, cueros y un incipiente turismo está tirando de la economía hasta alcanzar cifras como las señaladas. Por otro lado, la comunidad internacional -y España con ella- ha tomado a Etiopía como laboratorio de desarrollo y las políticas de ayuda al desarrollo están dando sus frutos. De hecho, Etiopía es uno de los pocos países del mundo que está cumpliendo con casi todos los Objetivos del Milenio de Naciones Unidas. Por otro lado, la corrupción no es un fenómeno tan extendido como en el resto de África lo que, sin duda, ayuda al éxito de las políticas de desarrollo. En definitiva, las cosas van bien y el futuro está al alcance del los etíopes.
- La integración regional africana ha cobrado nuevos bríos con la Unión Africana. Hay también países, como Sudáfrica, que están en la lista de espera del club de las hoy famosas potencias emergentes ¿Qué se juega hoy África con esta integración? ¿Se están haciendo progresos reales? ¿Cuáles?
- África se juega su futuro en un mundo globalizado y los africanos son conscientes de ello. Como ya he señalado, la crisis financiera mundial no está afectando, por el momento -y lo subrayo-, demasiado a África, aunque los recortes en la cooperación internacional al desarrollo pueden empezar a tener pronto sus primeras consecuencias, sobre todo en lo referente a servicios sociales básicos (sanidad, educación?). Los africanos son plenamente conscientes de que sólo siendo competitivos podrán tener un papel que jugar en un mundo globalizado y para ello, la integración es esencial. La UA se lo está tomando en serio y aspira a crear una zona de libre comercio en 2017, aunque el camino que el continente debe recorrer es aún largo y pedregoso.
-Por cierto, usted tiene una relación personal importante con Las Palmas de Gran Canaria. Vivió usted en esa ciudad parte de su infancia.
- Una parte, no. Toda mi infancia. Nací en Las Palmas, fui al colegio en Las Palmas y mi casa familiar sigue estando en Las Palmas. Hace muchos años que me fui, pero cada año vuelvo tres o cuatro veces y cada día me siento más canario. Eso sí, tan canario, como español y europeo. Como ve, creo firmemente en la pluralidad de identidades.
- Casa África quizás sea el mayor dispositivo de acercamiento cultural que España haya puesto en marcha en relación con un continente en el que no ha tenido nunca gran presencia. Canarias es un lugar propicio para hacer de lugar de encuentro hispano-africano. ¿Cómo cree que debería sustanciarse?
- En primer lugar quisiera subrayar la importancia de que esta institución del Estado tenga su sede en Las Palmas. Sin duda Casa África contribuye a consolidar el papel de Canarias, en general, y de nuestra ciudad, en particular, como referente de los países africanos, especialmente de los vecinos, pero también de muchos otros países e instituciones africanas que tienen un conocimiento y un reconocimiento -y me consta- de la labor de diplomacia pública que ha desarrollado esta Institución. La calidad y cantidad de actividades que han desplegado en estos primeros años de funcionamiento Casa África es realmente notable -basta ver con cierta atención su página web- y no sólo en el ámbito cultural, sino también en el político y en el económico. En esta nueva etapa, donde el continente africano se constituye como una de las regiones con mejores expectativas de crecimiento económico y donde España necesita que su sector exterior contribuya en mayor medida a sacarnos de la crisis, estoy convencido de que Casa África es un instrumento que puede ayudar y facilitar el trabajo de las empresas y de las instituciones que tienen como misión principal apoyar la internacionalización de las empresas españolas.
- ¿Cómo ve las actuales relaciones hispano-africanas? Hay países, al parecer, como Angola, en donde la cooperación española es bastante potente? Incluso la inversión.
- No sólo Angola. Son muchos los países del África subsahariana en que España está muy presente con programas integrales de cooperación al desarrollo. No obstante, es cierto que la vertiente económico-comercial de nuestras relaciones no ha sido muy importante en el pasado, pero las cosas están cambiando y muy rápidamente. Angola, Sudáfrica, Senegal son solo algunos ejemplos de países en los que la presencia empresarial española es cada día más importante.
- ¿Qué debe replantearse en la función de la diplomacia en el siglo XXI, en un tiempo de flujos permanentes y avances en las telecomunicaciones que producen y permiten una sensación de inmediatez y ubicuidad a través de la Red?
- Un diplomático no debe ganarle en tiempo ni a las redes sociales, ni a Internet, ni a las agencias de noticias. Esa "guerra" está perdida hace tiempo. Lo que un diplomático debe ganar es la batalla del análisis político y económico desde la perspectiva de los intereses nacionales. Ese, y no otro, es nuestro cometido.