El caso de José Carmelo Jorge Blanco es bien particular: es, que se sepa, el único alcalde canario que ejerce esa función fuera de su tierra natal; y seguramente puede pasar también por ser el único alcalde de una ciudad de más de 10.000 habitantes que no percibe "ni un euro" por desempeñar el cargo. La primera de sus particularidades no tiene otra explicación que la de ser un canario que abandonó su tierra en plena juventud y que distintas circunstancias le han llevado hasta la alcaldía de Vera, un pueblo de más de 14.000 habitantes en la costa de Almería. La segunda, la de trabajar gratis para los ciudadanos de esa ciudad, seguramente tiene que ver con que dispone de ingresos suficientes para vivir sin el sueldo municipal, y con el hecho de que, ni se considera un político profesional, ni cree razonable que un pueblo con el 30% de sus trabajadores en paro tenga un alcalde con dos sueldos.

Él prefiere no dar demasiadas explicaciones, sólo aporta el dato como uno más de los argumentos con los que define su forma de hacer política. "Del Ayuntamiento lo único que quiero sacar es hacer la mejor gestión posible para los ciudadanos", afirma este canario natural de Las Palmas de Gran Canaria que abandonó su tierra en 1971 para estudiar en Granada y que desde entonces sólo vuelve a la Isla en vacaciones. Farmacéutico de profesión y propietario, junto a su esposa, Elisa Belmonte, de una farmacia en Vera, José Carmelo cree que ahora mismo toca sobre todo arrimar el hombro por el pueblo. Por eso no le preocupa que su gobierno en minoría, con ocho concejales del PP pueda verse desbancado por una posible moción de censura de Partido Andalucista (siete concejales) y el PSOE (dos concejales), los otros dos partidos con representación en el consistorio.

De momento no hay riesgo, y menos ahora cuando el pueblo está bajo el impacto de las inundaciones que sufrió a finales del septiembre, en las que murieron dos personas y miles de ellas se vieron afectadas (4.200 casas inundadas, 2.000 coches destrozados y 130 locales comerciales cerrados). Buscar salida a esta situación de emergencia es una de las ocupaciones con que trajina desde hace semanas este alcalde que asumió de manera circunstancial la candidatura de su partido en las últimas elecciones (el designado inicialmente tuvo un problema cardiaco y hubo de renunciar) con un resultado espectacular, al pasar de dos a ocho concejales y quedarse a 62 votos de la mayoría absoluta. Más llamativo aún si se tiene en cuenta que desde 1979 Vera sólo ha tenido dos alcaldes, un socialista durante 17 años y un andalucista durante los 16 años siguientes. José Carmelo ya había sido teniente de alcalde del PP tras un pacto con el PA en la legislatura de 1995, su estreno en política, pero se retiró tras su derrota en las de 1999. Volvió el año pasado de carambola pero, en todo caso, no estará más de ocho años. Eso sí, manteniendo su promesa de no percibir ningún tipo de remuneración pública.

José Carmelo Jorge es uno de esos canarios que emigró a la Península muy joven pero que lleva grabada en la piel y en la memoria a golpe de sol, viento y arena de Las Canteras su condición de isleño y grancanario. Aunque integrado al cien por cien en su pueblo de acogida desde hace mucho tiempo, todavía hoy despuntan en él sus íntimas señas de identidad canaria. Él lo resume, evitando polémicas, señalando que no se siente más canario que almeriense o veratense, y que, en definitiva, es español. "Son mis dos terruños y no podría elegir entre uno y otro de la misma forma en que no puedes elegir entre tu padre y tu madre", explica.

Para contar su peripecia se remite a aquellos tiempos en que para estudiar Farmacia, como otras tantas carreras universitarias, había que trasladarse a la Península. El paso le determinó la vida porque en la histórica ciudad andaluza conoció a Elisa, su mujer, y con ella se trasladó en 1980 a Vera, donde juntos compraron una farmacia y acabaron estableciéndose definitivamente. Con su mujer y sus dos hijos, José Carmelo y Miguel, de 27 y 26 años respectivamente, el alcalde canario de Vera suele viajar cada año una o dos veces a Gran Canaria, donde viven sus siete hermanos, algunos de ellos también militantes del PP y con responsabilidades políticas.

Su hermano Miguel es actualmente diputado regional y fue consejero del Cabildo de Gran Canaria durante varios años, y Joaquín fue concejal del ayuntamiento de la capital en la pasada legislatura. Otra hermana también fue concejal en el ayuntamiento de Santa Brígida. "Mis padres ya han muerto los dos, pero pienso seguir yendo siempre que pueda porque quiero mantener la relación con mi familia, con mis hermanos y mis primos, con quienes tengo una relación magnífica. Todos viven en Gran Canaria, una hermana en Santa Brígida y el resto en la capital", explica antes de rememorar las comidas y cenas con que suelen celebrar esos encuentros vacacionales.

Nacido en junio de 1951 vivió su primera infancia, hasta los ocho años, en el Paseo de Las Canteras, desde donde su familia se mudó a Tafira Alta. Es de esa etapa de la que más recuerdos se le escapan. "Tengo un gran recuerdo de mi infancia, con mis padres y mis hermanos. Mi padre era farmacéutico y mi madre tenía el trabajo que todo el mundo puede imaginar cuidando y criando a ocho hijos. Tengo un recuerdo muy bonito de toda esa época, fui al Colegio Alemán hasta cuarto y reválida y después me mudé a un colegio al lado de mi casa". Asegura que era y sigue siendo aficionado al fútbol y forofo de la UD Las Palmas, equipo que ahora le produce "algo de pena por cómo va últimamente". Desde luego, en su recuerdo resaltan los días gloriosos del subcampeonato de Liga (temporada 1968-1969), tras el Real Madrid, que él y sus amigos vivieron como testigos directos en sus visitas domingueras al Estadio Insular. Y recita de corrido la mítica alineación amarilla de la época. "Tengo muy buenos recuerdos de aquella etapa de mi vida, he jugado al fútbol aunque mi gran afición ha sido la caza, que practicaba con mi padre desde chico en viajes a Fuerteventura porque había mucha perdiz", rememora. José Jorge tiene muy claro que en su horizonte vital está volver de alguna manera a la Isla, al menos para pasar temporadas mucho más prolongadas. "La tierra tira y tengo la idea de pasar más tiempo en Canarias sin dejar esta tierra que tan bien me ha acogido", subraya.

El alcalde canario de Vera recuerda que el turismo es una de las principales actividades económicas de su municipio pero que con el Archipiélago sólo compite muy fragmentariamente durante dos meses en verano. Y destaca que, como en las Islas, Andalucía y particularmente Almería también están sufriendo las peores consecuencias de la crisis. "Veo que Canarias y Gran Canaria están económicamente regular tirando a mal, como estamos todos. Estoy convencido de que es una crisis muy profunda pero que saldremos de ella. Lo que tenemos que hacer todos es aprender de esta crisis y que en el futuro podamos evitar los fallos que hemos cometido en el pasado. La crisis es especialmente dura en las Islas, pero no peor que la que estamos sufriendo en Andalucía", resalta.

En las últimas semanas, José Carmelo Jorge está especialmente volcado en la búsqueda de soluciones a la situación creada por la riada del finales de septiembre, un desastre del que responsabiliza en parte a la Junta de Andalucía por no tener limpio y dragado el río Antas que cruza el municipio y desemboca en la zona de playa de Vera. "Le había mandado tres cartas a la Junta para que limpiara y encauzara el río, que es su competencia, pero no hubo respuesta y con las lluvias el río se desbordó provocando el desastre que toda España pudo ver", afirma evocando las riadas que afectaron al sudeste español y provocaron nueve muertos, dos de ellos residentes en Vera, una mujer británica de 52 años, y un belga de 90. La reina doña Sofía visitó Vera pocos días después y el resto de municipios afectados, de Murcia, Almería y Málaga, donde los daños causados se ha valorado en más de 25 millones de euros. Ahora toca reparar los daños causados y restablecer la normalidad en un pueblo poco acostumbrado a catástrofes de este tipo.