¿Cuáles son los últimos momentos que pasó con su tío, Antonio Cubillo?

La última vez que le vi fue en octubre en el MiradasDoc, el Festival de Cine Documental de Guía de Isora, donde estrenamos Cubillo, historia de un crimen de Estado. Luego hicimos un debate en el que él participó y estuvo muy gracioso. Desde entonces, hablamos por teléfono pero no lo volví a ver.

¿Cómo se le ocurrió hacer un documental sobre su tío?

No quería entrar en la polémica sino contar la parte de la historia que vivió él e intentar dar una visión neutral y muy periodística.

¿Le entusiasmó a Cubillo este proyecto?

Sí, le gustó mucho porque le gustaba salir en la prensa porque decía que era bueno para la causa.

¿Para elaborar el documental contó con su colaboración de manera directa?

Más o menos. Él nos sirvió de guía. Le preguntamos por los personajes que él creía que podían ser relevantes para contar la historia y nos dio el teléfono del Mpaiac, pero no influyó para nada en el guión.

¿Cómo fue el momento en el que Antonio Cubillo se encuentra con el autor del atentado que casi le cuesta la vida?

Fue lo primero que grabamos en el documental. No hubo nada preparado. Cubillo y Juan Antonio Alfonso están un minuto en silencio, mirándose a la cara y luego empiezan a hablar. Juan Antonio le aclara ciertas dudas que mi tío tenía y los dos revelan toda la trama del atentado. Fue bastante impactante y se lo tomaron muy bien. Juan Antonio tenía la sensación de haberse quitado un peso de encima ese día, incluso estaba emocionado en algunas partes de la conversación. En ese sentido, mi tío fue muy frío y no le suscitó ninguna aparente emoción. Era como escuchar a dos soldados que hablan cada uno de su cometido.

¿Su tío le guardaba rencor a su verdugo?

Antonio siempre miraba más arriba de la figura de Juan Antonio Alfonso y echaba las culpas de lo ocurrido a escalafones superiores. A Martín Villa entre ellos, que se supone que es el que lo organizó todo, aunque, hoy en día, no se puede demostrar. Ya se sabrá. Cubillo veía a Juan Antonio como un pobre hombre engañado que lo mandaron a mandar a un agente de la CIA que resultó ser mi tío y que nada tenía que ver con la CIA.

¿Cubillo hablaba alguna vez del atentado con su familia?

Jamás. Sus emociones se las guardaba para él. Era una persona con un carácter muy cómico y con muy buen humor y cuando estabas con él te contaba batallas y te hacía reír, pero no hablaba de sus emociones. Quizás fuera porque era otra época y tenía otro tipo de educación.

Todo aquel que le conoció destaca de su fidelidad ideológica al independentismo. ¿Realmente era así?

Sí, así era todo el rato. Lo primero era la causa, como él la llamaba. La familia estaba presente en su vida, pero lo otro era más importante. Luchar por la dignidad del pueblo canario era lo primero. Se pueden leer sus artículos de hace tres meses y los documentos de 1974 y es el mismo contenido. Mi tío tuvo oportunidades de meterse en el mundo de la política de las Islas y no quiso hacerlo porque no es lo que consideraba conveniente. Nunca cambió de chaqueta. Siguió siempre lo que él creía que era correcto y eso, para lo que es la política hoy en día, tiene un valor añadido.

¿Alguna vez su tío le contó cómo le surgió ese sentimiento de independentismo por las Islas?

Él nos contaba que cuando era pequeño escuchaba las historias de los inmigrantes que llegaban de Cuba y que eso le empezó a despertar un interés. Según él, cuando ese sentimiento se hizo mayor fue cuando hizo las milicias a Bilbao. Allí se encontró con la causa vasca y se enteró de la independencia de Argelia y pensó que si ellos habían podido, las Islas también podían lograrlo.

¿La familia ha apoyado la causa de Cubillo o hay división de opiniones?

Sus padres y hermanos nunca fueron independentista ni apoyaron las maneras de Antonio. De hecho, su independentismo afectó, en cierto modo, de manera negativa a todo el apellido Cubillo por culpa de los opositores más radicales a su pensamiento.

¿Usted sigue los pasos políticos de su tío?

No soy independentista propiamente dicho, pero quién sabe si Canarias estaría mejor siendo independiente. No sé si esa sería la solución.

¿Cuál considera que es la herencia que deja Cubillo?

Lo que ocurrió en Canarias por el simple hecho de que la figura de Cubillo existiese fue muy positivo para las Islas. El miedo que tenía Adolfo Suárez por lo que estaba ocurriendo en el Archipiélago ha sido contado hasta el propio Lorenzo Olarte. El Gobierno se dedicó a mimarnos un poco para calmar el ambiente de radicalismo y disconformidad invirtiendo en infraestructuras, autopistas... Todo gracias a Cubillo, aunque fuera de una manera indirecta. Cuando el pueblo está nervioso es porque está insatisfecho y la solución del Gobierno fue dar satisfacciones para relajarnos.

¿Cree que si no hubiera optado por la lucha armada hubiera ganado adeptos a sus ideales?

Seguramente. En mi opinión lo de la lucha armada es algo que le vino impuesto por parte de la Organización para la Unidad Africana (OUA), quienes le dieron el mayor apoyo a Antonio. Ellos decían que si en un pueblo no hay lucha por su soberanía no tenía derecho a ser descolonizados. Era una pequeña premisa que existía".