Atrapados. Así se sienten muchos de los emigrantes canarios que residen en Venezuela. La situación es compleja: supermercados y farmacias que comienzan a vaciarse; precios cada vez más altos y billetes de regreso a casa por las nubes. La devaluación del bolívar, aplicada por el Gobierno venezolano semanas antes del fallecimiento de Hugo Chávez, está terminando de hundir la economía del país y, con ella, las esperanzas de los canarios que anhelan retornar a su hogar.

"Se ha estrangulado el sistema productivo del país y cada vez se produce menos, algo muy grave si hablamos del gasto farmacéutico o de la industria agroalimentaria", apunta la venezolana Estela Carmona, directora de Relaciones Internacionales del Vicerrectorado de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

No se vivía una situación similar desde los años 80, tras el llamado viernes negro. Fue la primera vez que el Gobierno venezolano aplicó un control cambiario. Desde entonces, Venezuela no padecía momentos tan bajos económicamente mientras la tensión aumenta en la calle. "La gente tiene que ir a varios establecimientos para poder encontrar el producto que necesita. Escasea de todo, desde el pan de barra hasta el jabón para lavar los platos", explica Victoria Pérez desde Caracas, una venezolana que emigró a las Islas y que ahora busca trabajo en su país.

Los repuestos son otros de los artículos que también cuesta encontrar en el país. "Me informan que, por ejemplo los ascensores de muchos edificios están parados porque no hay piezas de repuesto para arreglarlos cuando se estropea. Esto afecta también a la industria automovilística y las grandes casas de coches", señala Carmona.

La devaluación del bolívar sigue manteniendo en vilo a todo el país. "En sólo unos días, los precios ya se han disparado y las tarifas de los vuelos se han incrementado casi al doble", comenta Pérez. El Estado alivia, así, sus cuentas mientras vacía el bolsillo de la población, cuyo poder adquisitivo cae a la mitad.

Los venezolanos corren el riesgo, además, de perder sus ahorros al mismo tiempo que todos los productos (el 80% importados) cuestan más. También se limitan los dólares en el cambio oficial, lo cual anima a que crezca la especulación y obliga a recurrir al mercado paralelo del dólar.

Las empresas radicadas en el país pierden dinero por no poder, en una antagónica espiral de cultura consumista y del pelotazo con unos salarios que muchas veces no alcanzan ni para hacer la compra. "Las compañías se han marchado a países como Colombia, donde las condiciones son mejores y envían sus producciones desde allí", explica Carmona. Si ya es complicado vivir allí regresar a Canarias lo es aún más. En Venezuela residen más de 20.000 canarios, colectivo en el que se incluye la primera oleada de emigrantes al país, que se fueron del Archipiélago a partir de los años 50. Los que no aprovecharon los 70, 80 y 90 para regresar a su tierra todavía lo tienen en mente.

El llamado paquetazo rojo aplicado por el Ejecutivo cuando un convaleciente Chávez presidía el país no solo deprecia el bolívar frente a otras monedas: el control cambiario es muy estricto con el objetivo de evitar que salga dinero del país. Si se quieren marchar, tienen que vender sus bienes, "y en estos momentos la moneda no vale nada y los posibles inversores huyen por la inestabilidad económica y política". Para volver a las raíces, lo mejor será esperar.