Los socialistas palmeros se plantan ante sus líderes. Ni la ejecutiva federal del PSOE, ni la regional en Canarias logran que sus compañeros de La Palma rompan las alianzas que alcanzaron con el Partido Popular en 10 de los 14 municipios de la Isla tras las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2011.

El objetivo de estos acuerdos no era otro que acabar con la hegemonía de Coalición en el territorio insular. Sin embargo, esa desobediencia de los palmeros incomoda cada vez más a los nacionalistas canarios, irrita a la cúpula del PSC y se cuela como un incordio en la desbaratada sede de Ferraz, inmersa desde ese mismo año en un enquistado proceso de renovación que parece no despegar.

Desde Madrid el aviso ha sido claro: o rompen con el PP o se exponen a la expulsión del partido. La respuesta desde La Palma ha sido si cabe más contundente: ni hablar. Con este mensaje formal, el equipo de Anselmo Pestana deja claro que no cederá a presiones de sus superiores y se expone a la destitución.

El desacato de los socialistas palmeros mina la buena sintonía existente en el pacto regional suscrito tras las elecciones autonómicas entre Coalición Canaria y el PSOE, pero evidencia además la falta de autoridad del secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, y de su hombre en Canarias, José Miguel Pérez. Los de Pestana sospechan que tanto el uno como el otro caerán en el proceso de regeneración que trata de impulsar el partido.

"Aquí lo que importan son las personas y no podemos llegar a acuerdos con algunas porque en los municipios cuentan mucho las relaciones personales", explican socialistas allegados a Pestana para ratificar su postura: tras años de convivencia y encontronazos, a los nacionalistas, ni agua, insisten sin temor alguna a la más que posible expulsión de las filas socialistas. Ferraz los da casi por perdidos y baraja ya la idea de formar una gestora en la Isla hasta la próxima cita electoral de 2015.

La pelota está puesta ahora en el tejado de los nacionalistas, quienes estudian la posibilidad de echar a los socialistas del equipo de Gobierno del Cabildo de La Palma para apremiar a Ferraz a la creación de la gestora. Paradójicamente, el PSC palmero no tuvo remilgo alguno para aliarse con CC en la corporación insular y alaba el pacto regional sellado entre los dos partidos tras mayo de 2011. El acuerdo vetaba las alianzas con el PP tanto a nacionalistas como a socialistas.

La preocupación por la situación palmera es cada vez mayor para la cúpula regional del PSOE que ve cómo esta rebeldía puede cerrar las puertas de futuros pactos con Coalición. Sabe que un arreglo con el PP es una quimera y quiere vislumbrar ya el horizonte postelectoral de 2015. Al mismo tiempo, la ejecutiva nacionalista teme la reacción de su equipo en La Palma, una isla que ha sido un tradicional granero de votos para la formación que preside Paulino Rivero. De no recuperar las alcaldías que el PSC entregó al PP, los palmeros de CC avisan de que serán ellos mismos los que se entreguen a los brazos de los populares si hace falta dentro de dos años para que los socialistas purguen la deslealtad con una travesía por el desierto.