"El futuro será mejor que el presente, pero tiene que haber algo que cambie en el camino". Este es el deseo para Canarias de la catedrática de Literatura Española Yolanda Arencibia, y su propuesta de cambio pasa por tres premisas: autocrítica, trabajo e instrucción.

Yolanda Arencibia Santana, natural de Las Palmas de Gran Canaria, fue la primera decana de la Facultad de Filología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, cargo que ocupó durante diez años (1989-1999). Premio Canarias 1998 y miembro de la Academia Canaria de la Lengua desde 2000, su actividad investigadora se centra en la literatura española de los siglos XVIII y XIX, con especial atención a la obra y los contextos del escritor canario Benito Pérez Galdós.

Es precisamente en las palabras del autor grancanario donde la profesora Arencibia se apoya para definir las claves que deben sacar a Canarias de la crisis, en concreto en el discurso de Don Benito Soñemos, alma, soñemos, escrito en 1903, "en el contexto de una situación bastante similar a la actual, habla de que hay que tener una utopía porque pobre del pueblo que no piense en utopía. Él pide instrucción para nuestros entendimientos y agua para nuestros campos. Eso lo resume todo. Lo que la tierra tiene hay que trabajarlo y luego tenemos que instruirnos las personas, y así iremos haciéndolo bien, no presumidos, no envidiosos porque si lo somos no podemos gozar con las cosas buenas que tienen los demás y, sobre todo, tenemos que ser trabajadores".

Además de la instrucción y el trabajo, Yolanda Arencibia propone el ejercicio de la autocrítica. "Muchas veces nos quejamos de cómo están las cosas, pero no nos miramos a nosotros mismos. Es fácil sentarse y decir lo mal que lo hacen los políticos, pero cada cual en su faceta profesional y familiar debe evaluar si lo está haciendo bien. Por ejemplo, se habla mucho de corrupción, pero ¿quién no busca si puede una recomendación para un trabajo, o un médico?, por ejemplo. La sociedad en general es corrupta, y tenemos que empezar por nosotros mismos para arreglar el futuro".

También en el ámbito político, la catedrática, que entre 1999 y 2003 ocupó el cargo de consejera de Educación y Universidad en el Cabildo insular de Gran Canaria, desea que haya un proceso de maduración democrática, no sólo en Canarias, sino en España en general. "La crisis nos tiene que servir para cambiar, madurar y hacer mejor las cosas. Debemos pensar, por ejemplo, que para dos millones y medio de habitantes que hay en Canarias no puede haber 165 cargos electos, sin contar asesores... Esto es un disparate, y los recortes han empezado por muchos sitios menos por ahí. Esto es difícil de corregir en mitad de una legislatura, pero poco a poco se pueden ir cambiando las leyes de forma que no cueste tanto mantener al Archipiélago, no hacen falta tantas personas".

Respecto al sistema educativo, la profesora es partidaria de una reforma urgente "desde abajo". Califica de "disparate" la Logse y aconseja volver al carácter universal de la educación. "No podemos educar mirándonos solo el ombligo. Debemos conocer el mundo, primero que nada tenemos que ser universalistas, y luego mirarnos nosotros y trabajar por nuestra tierra, pero conociendo todo lo que hay, ser europeos, africanos, americanos y todo lo que se quiera".

También ve necesario que se valore mejor el papel de las humanidades en el sistema educativo. "Se habla de que desaparezcan, y eso sí que es una equivocación, por ese camino vamos mal, hay que buscar un equilibrio entre la formación técnica y humanística".

Respecto a la Universidad, la catedrática valora la oportunidad que ha supuesto para acercar la educación superior a personas sin recursos económicos, pero reitera la necesidad de que se vele por una formación universalista, "los alumnos universitarios, forzosamente, tienen que conocer otras cosas además de las de su entorno, para ser más maduros, responsables, completos y formados, y la Universidad es piedra de toque sin la cual no se puede llegar a eso".

Yolanda Arencibia apuesta porque Canarias, dentro de 30 años, esté en manos de generaciones fuertes, en conocimiento y espíritu. Para ello desea un cambio social donde la cultura pase a ser un bien común, "y así dejemos atrás estos momentos de confusión, donde todo el mundo cree que sabe de todo, donde se da chance a una televisión de chismosos, de gente sin escrúpulos que vende su intimidad".