Los expertos advierten que la nueva Ley de Renovación y Modernización Turística va camino del fracaso porque ahuyenta la inversión extranjera, vulnera la Directiva Bolkestein de servicios, dificulta la renovación de la planta alojativa extrahotelera y no se ajusta a las demandas del sector turístico, ya que carece de un estudio real que refleje las necesidades de los visitantes, que reclaman más productos especializados.

Carlos Bethencourt, abogado y asesor de empresas turísticas y comunidades de propietarios, cree que la ley se puede ver modificada en el plazo de un año a través de las sentencias de los tribunales de justicia porque "impone un modelo de crecimiento turístico que ignora los pronunciamientos del TSJC" en relación con la libertad de prestación de servicios que ampara la UE. Asimismo, Bethencourt considera que la ley no beneficia a Gran Canaria ya que "la inversión privada no se va a arriesgar a invertir en complejos regidos por comunidades de propietarios si tiene otras alternativas".

Bethencourt, que también es Master en Dirección y Planificación del Turismo, avisa que la reactivación de la construcción pasa por construir también nuevos hoteles que den calidad al destino y en esta categoría también se encuentran los establecimientos de cuatro estrellas.

Por su parte, Antonio Garzón, diplomado en Turismo y especialista en hostelería, ve la nueva norma como una prolongación de la Ley de Medidas Urgentes de 2009 que, en su opinión, "ha fracasado en sus dos vertientes, tanto en los incentivos a la renovación como en las nuevas construcciones". Garzón cree que el Gobierno canario prolonga las "restricciones" al sector, lo que va en sentido contrario a las demandas del mercado, incluso a la larga puede perjudicar a la isla teóricamente más beneficiada, Tenerife, ya que "el proteccionismo no garantiza a largo plazo la competitividad de la planta alojativa".

Garzón echa de menos criterios económico-turísticos en la elaboración de la ley y no exclusivamente territoriales. "No hay un estudio de mercado del desarrollo turístico de la última década ni de las categorías demandadas", agrega. Asimismo tampoco hay una valoración de la eficacia de los incentivos ya que en los últimos cuatro años no han surtido el efecto deseado por el Gobierno, por lo que "el fracaso de la ley de 2009 exigía una norma totalmente nueva y no una prolongación con algunos añadidos".

Sergio Moreno, director adjunto del Instituto Universitario de Turismo y Desarrollo Económico Sostenible (Tides), explica que "hay un fallo importante de conceptos en lo que es el proceso turístico porque el debate se centra en el territorio y no en el turista". Según Moreno, la polémica sobre la categoría de las estrellas no tienen mucho sentido porque se trata de un debate obsoleto ya que "las estrellas no son un indicador de mercado, la Administración lo utiliza como un elemento objetivo pero tiene poca utilidad ya que la calidad del servicio no lo da las estrellas sino los servicios que se ofrecen".

"Lo importante no es el territorio sino adaptarse al cliente, por lo que el criterio debe ser el de la especialización. Se puede tener un hotel de cinco estrellas pero si no se especializa el producto para captar los segmentos del mercado que crecen, de nada vale que se ofrezcan categorías", añade Moreno.

Por otro lado, Manuel Florido, presidente de Skal Internacional de Gran Canaria, advierte que la Ley de Renovación Turística no elimina del todo la "inseguridad jurídica" y ahuyenta la inversión extranjera en nuevos establecimientos. Florido cree que la norma no tiene en cuenta el modelo turístico de cada isla porque los incentivos tienen muchas dificultades para aplicarse en un sector extrahoteleros que está atomizado.

El dirigente de Skal está convencido de que dentro de tres años se tendrá que modificar la norma ante las carencias que contiene. Florido coincide con el resto de los expertos en que no ha habido un seguimiento real de la evolución del sector en los últimos años para crear una ley que refleje el dinamismo de un sector que debe adaptarse a los turistas y no éstos a lo que digan las leyes.