La existencia de petróleo, en Canarias, desde muchas décadas atrás ha sido un secreto a voces y los que hoy, a contra reloj, defienden su extracción, antaño permanecían callados. ¿Y esas prisas? Sería de estúpido negar la riqueza que ha generado el petróleo desde su descubrimiento, a sus descubridores y al resto de naciones; otra cosa es a quién ha ido a parar esa riqueza; igualmente, sería de estúpido negar los daños medioambientales que su extracción y transformación han ocasionado, ocasiona y seguirá ocasionando. Como es de estúpido despreciar los recursos energéticos alternativos, como la energía eólica, fotovoltaica, marítima, la de biomasa, etc.

Asfalto, bolsas de basura, pinturas plásticas, tuberías, carpinterías de PVC, tejidos, silicona, champús, etc... Todos ellos son productos que se han incorporado a nuestra vida diaria y que hemos consumido, más bien, con poco sentido de la responsabilidad. Todos ellos derivados del petróleo, al igual que las gasolinas, gasóleos, queroseno y otros que han sido necesarios para el uso de los medios de transporte. Todo ello, también, ha generado riqueza, pero otra cosa es a quién ha ido a parar esa riqueza.

En el debate actual flotan tres argumentos: el fiscal, el medioambiental y el de economía estratégica.

Los primeros, los fiscales, son los argumentos del gobierno estatal del PP. Dice estar dispuesto a ceder parte de los ingresos que generen las extracciones al gobierno autónomo del pacto CC-PSOE. El gobierno estatal conserva las competencias que tanto el PP como el PSOE han negado al Estatuto de Canarias y que no parece tocar las fibras de los ciudadanos, salvo las de unos pocos concienciados.

El segundo argumento, el medioambiental, sí toca las fibras de los ciudadanos canarios, escarmentados de tanto despropósito político con nuestro territorio. A este argumento se ha asido el gobierno autónomo, alertando sobre el daño al sector turístico, tal vez archivando su interés por Gascan. Por su parte, el gobierno estatal, PP, manifiesta inocuidad de las extracciones y argumenta que si no lo hace Repsol para España lo puede hacer cualquiera otro para Marruecos, produciendo las mismas incertidumbres.

Y el tercer argumento del gobierno estatal, PP, vía ministerial, es el de economía estratégica: dependencia del Estado en materia energética y que las prospecciones encargadas a Repsol aliviará esa dependencia, recurriendo, además, al manido argumento de la creación de puestos de trabajo.

Grosso modo, esta es la situación en torno al petróleo en Canarias.

Creo conveniente recordar que nunca tuvimos petróleo propio y mucho menos industrias transformadoras de relieve, salvo la refinería de Santa Cruz de Tenerife, puramente testimonial. Nunca hubo problemas de desabastecimiento y no tiene por qué haberlo.

Se hace igualmente importante destacar el papel que el territorio y nuestro clima han jugado en el desarrollo histórico de Canarias, tanto en la producción de nuevos cultivos (monocultivos) que luego se llevaron a América, como en el reciente desarrollo turístico que ha propiciado cierta capitalización de ahorradores pequeños y medianos, así como empresas de servicios, dando lugar, por primera vez en nuestra historia, a la creación de clases medias. Ni para la agricultura, por nuestra orografía, ni para el turismo, como receptores, estamos necesitados de grandes consumos.

Las extracciones de petróleo en nuestras aguas, las hagan Marruecos, España, Repsol, Exxon, Total, Genel-Cairn o Chevron conllevan el riesgo de escapes y, consecuentemente, la contaminación de nuestras costas, las del Noroeste africano y sus aguas, donde existe uno de los caladeros de pesca más importantes del mundo, para el mundo y, también, para los canarios. Además, se desconocen las posibles consecuencias de un fallo, en la técnica a aplicar. A este respecto, me gustaría creer que Marruecos y Mauritania, incluido el Sahara, son conscientes de ello.

¿El árbol que no nos deja ver el bosque? Podría ser, pero no creo. Por mucho que quitemos ese árbol, habrá otro y otro... Lo importante es conocer el bosque, en este caso, la globalización, sus voces autorizadas.

El Foro de Davos de este año señaló el calentamiento global, la desigualdad en el reparto de la riqueza, y los recursos del agua como potenciales riesgos de confrontación mundial y, por consiguiente, motivos de alta preocupación. Estamos hablando de un importante club del poder económico-financiero mundial que, seguramente, generan más confianza a los defensores de las prospecciones.

Desde que el científico alemán R. J. Emmanuel Clausius diera a conocer su entropía, la ciencia, hasta nuestros días, nos viene diciendo que "la segunda ley de la termodinámica gobierna la irreversibilidad temporal de los procesos".

No como anécdota, el ministro español de Asuntos Exteriores, el señor Margallo, ha puesto a la isla de El Hierro como ejemplo de autosuficiencia energética, en días recientes.

¿Por qué las prisas y por qué la fracturación hidráulica? Intereses. Intereses puramente especulativos. Las empresas de prospección y extracción, mediante la técnica de fracturación hidráulica, han disparado su cotización en bolsa, llegando a preocupar a analistas que consideran que podría ser la nueva burbuja financiera. Sin embargo, el Ministerio de Industria trata de imponernos dicha técnica y a Repsol.

¿A quién beneficia, además de a Repsol y sus meritorios, dichas prospecciones? ¿La recaudación fiscal, no viene obligada a pagarla cualquier otra empresa? ¿Es que nos va a cobrar el petróleo, o el gas, más baratos que la competencia? ¿Compensaría el coste medioambiental? ¿Acaso en las Confederaciones de Empresarios canarias, sus Cámaras de Comercio, sus Círculos de Empresarios, existen empresas dispuestas a invertir en verdaderas industrias de transformación; en investigación biotecnológica; en farmacéuticas?? No digo, ya, en investigación para nuevas aleaciones de metales. ¿Acaso habrá nuevos fondos estructurales para compensar? ¿A qué sector? ¿Acaso cambio de modelo?

Con anterioridad hablaba de la autosuficiencia de la isla del Hierro en materia energética, con sus propios recursos, su territorio y su clima. Ese es el camino.

Eso es explotar nuestros propios recursos y garantizar la sostenibilidad. Lo que disponemos como propios, nuestro territorio y clima. Nuestros valores añadidos reales, lo único propio que disponemos. Las insuficiencias las podemos cubrir con la sobreoferta que hay en el mercado. Nuestra base económica, los servicios, saldrán beneficiados a largo plazo.

Por tanto, no podemos aceptar que ningún gobierno -europeo, estatal o autonómico, del PP, PSOE, de izquierdas, nacionalista o ni ningún otro- use Canarias, sus territorios, sus aguas y su gente para hacer méritos ante terceros. Sean de interés económico, ideológico, religioso o patriótico. No podemos permitir que la competencia de Repsol, en el mercado internacional, crezca arriesgando el medio ambiente de nuestras Islas, comprometiendo nuestra economía e instalando a nuestra sociedad en la zozobra. Existen otros lugares con menos riesgos. Que lo trabajen.

Todos los recursos de inversión para la energía en Canarias deben ser destinados a las alternativas, su investigación y desarrollo, y solo después si son insuficientes a las convencionales, sean de gas o de petróleo.

Lo importante, a largo plazo es la sostenibilidad, nuestro territorio como lo conocemos, seguir disfrutándolo. Lo urgente sólo lo es para aquellos especuladores financieros que persiguen la renta rápida, presumir de dígitos en cuentas corrientes, aunque esas corrientes los sitúen en paraísos fiscales. A estos últimos un consejo: más despacio, señores.

Es lo que pienso.

¿Por qué las prisas? ¿ Qué ha cambiado?