"Entré en el cuerpo por vocación". Esa palabra, vocación, es casi una exigencia para poder acceder en la Guardia Civil. En este caso, quien habla es Andrés Sosa, un agente natural de Santa María de Guía que a sus 59 años cuenta su larga trayectoria dentro del cuerpo. Lo hizo con 18 años y su primer destino fue San Sebastián en una época "triste", donde perdió compañeros pero a la vez "conocí a gente estupenda". Después pasó por Maspalomas, Arguineguín, el aeropuerto de Gran Canaria y ahora se encuentra en al reserva.

La historia de Sosa, que ayer recibió la cruz del mérito con distintivo blanco por su dilatada carrera, es la de un agente de la vieja escuela. Pero por detrás vienen otros muchos guardias civiles que son la nueva hornada de esta institución de 170 años. Como el joven Ricardo Manuel Rodríguez, que fue condecorado con la cruz del mérito de la Guardia Civil con distintivo rojo por acceder a una casa del municipio gomero de Hermigua que estaba en llamas para salvar a una anciana y a su hija discapacitada. "Al principio del servicio piensas en tu familia, pero una vez entras en la casa sólo tienes en tu cabeza salvar a esas personas", comenta. O Adassa Navarro, que fue distinguida con la cruz del mérito militar con distintivo blanco por desarticular un grupo criminal que introducía droga por el aeropuerto.

Son pasado y presente. Entre los que también están Manuel Lozano, Juan Antonio Villalba, Eulogio Santana, Ligorio Rodríguez, Justo Guerra, Juan Manuel Sánchez, Rayco Navarro, Borja González, Antonio Navarro, Armando Sánchez, Juan Alexander Santana, Eduardo Germán González, Francisco Juan Santana y Manuel Santana. Todos ellos guardias civiles que ayer recibieron un homenaje por su trabajo en la institución.