El Comandante, como lo llaman en el aeropuerto "por llevar treinta años al frente de la tripulación de la suerte", decidió ayer aplazar el roscón de Reyes y el reparto de regalos con su familia unas horas "por eso de que siempre hay algún rezagado que espera a última hora" para comprar un décimo para el Sorteo Extraordinario del Niño. Miguel Saavedra, de 69 años, vendió ayer a los viajeros de Gando más de una veintena de boletos terminados en 17 por coincidir con la fecha de su cumpleaños, el de su hija y del Papa Francisco. La fortuna viajó con el último dígito a Bilbao, Sevilla y Tenerife, entre otros destinos.

Sus estrambóticas corbatas, con dibujos de Mickey Mouse o Pluto, no pasan desapercibidas por los pasillos del aeropuerto de Gran Canaria. La de ayer era roja, "en honor a la Navidad", y desde que salió del armario no dejó de repartir suerte en las horas previas al sorteo del Niño.

"No me hallo sin venir al aeropuerto. Estos pasillos son como mi segunda casa y en el Día de Reyes no quería faltar a la cita con mis clientes", explica Saavedra entusiasmado tras haber vendido algunos décimos entre turistas nacionales, internacionales y canarios que visitaban por estas fechas a familiares en otras Islas.

"Algunos se habían olvidado de comprar la lotería, otros, como los extranjeros, no tienen costumbre de participar en este sorteo pero desde que aterrizan preguntan y yo les explico en qué consiste", cuenta Saavedra con su pequeña "administración" a cuestas por la terminal.

En apenas dos horas, justo antes de que se celebrara el sorteo, el vendedor teldense repartió entre los viajeros casi una veintena de boletos, cuyos dígitos acaban en 17. "Siempre suelo tener este número porque coincide con mi fecha de cumpleaños, el 17 de diciembre, la de mi hija y la del mismísimo Papa, salvando las distancias", bromea Saavedra.

La fortuna quiso que el Gordo del Niño cayera este año en el 55.487, por lo que al menos los clientes rezagados de El Comandante aterrizaron ayer en su destino con un buen sabor de boca.

La administración número 0 del aeropuerto de Gran Canaria, en la que Saavedra compra los décimos, ya repartió el pasado 22 de diciembre buena parte del segundo premio del sorteo de la lotería de Navidad, valorado en 125.000 euros.

El pellizco más jugoso que ha repartido Saavedra a lo largo de sus 30 años como lotero le tocó al personal de carga y descarga de la aerolínea de Iberia, "allá por los años 90 cuando aún se usaban las pesetas" y sumó un premio de 60 millones. "La vida me ha otorgado el privilegio de repartir suerte entre los que me rodean", aseveró Saavedra mientras se colocaba el nudo de la corbata.