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La muerte de un piloto militar canario en un vuelo oficial llega al Supremo

El padre de un joven grancanario fallecido hace dos años en un accidente con un avión militar asegura que hubo negligencias

Plan de vuelo realizado antes del siniestro. LA PROVINCIA / DLP

A las 10:40 horas del 26 de abril de 2012 la vida cambió para Jorge Luis Castilla. En aquel momento se produjo el fatal accidente que acabó con la vida de su hijo Eduardo, de 23 años de edad, que pilotaba un avión militar durante un vuelo de instrucción. En el suceso también falleció el capitán Julio Castellón, que volaba como instructor. "El vuelo de mi hijo nunca debió despegar de San Javier (Murcia) rumbo a Torrejón (Madrid)", asegura el progenitor, que lucha para que se haga justicia. Dos juzgados militares han declarado que el accidente se produjo por la pérdida de control del aparato, según la investigación de la Comisión para la Investigación Técnica de Accidentes de Aeronaves Militares (Citaam), pero Jorge Luis Castilla ha llegado hasta el Tribunal Supremo para demostrar que se produjeron negligencias.

El plan de vuelo que su hijo redacto antes de salir a despegar es el que ha llevado a Castilla a luchar para tratar de depurar responsabilidades. En el documento, apartado 18, se recoge que el avión, un Casa C-101, no estaba inmunizado contra interferencias en Frecuencia Modulada, según denuncia el progenitor. "Hay una normativa europea, que se incorpora a la legislación española, que impide a partir de enero de 2001 (para la aviación civil) realizar un vuelo IFR (de forma instrumental sin tener en cuenta la orografía de la tierra) si sus equipos de navegación y radio no han sido inmunizados contra interferencias en frecuencia modulada, para las aeronaves de Estado el plazo se les amplió hasta diciembre de 2009", explica.

Este hecho pudo provocar, en palabras del padre, que cuatro minutos después de despegar de Torrejón de Ardoz sufrieran el accidente en Alcalá de Henares. "Solo hubo dos comunicaciones con los controladores militares, no se recibieron avisos por el canal de emergencia ni mayday que indicara que estaban en peligro". "Puede ser que sufrieran interferencia en sus equipos de navegación y radio ya que esa es una zona muy congestionada electrónicamente ", apunta.

A esta posible negligencia se unieron las malas condiciones meteorológicas, que obligaban a realizar un vuelo instrumental (IMC), para el que el Casa C-101 siniestrado no estaba preparado, según Castilla. "En el plan de vuelo se indica que había viento cruzado de 11 nudos. Llovizna. Neblina. Nubes escasas a 400 pies. Nubes dispersas a 900 pies. Cielo quebradizo nuboso abundante a partir de 1.300 pies. ¡No se veía nada!", exclama el padre, que sigue sin explicarse por qué el aparato despegó. "No sé si el capitán que iba en el avión tiene capacidad para decidir no salir, lo que sí sé es que hay oficiales por encima de él que tienen que garantizar que el vuelo sea seguro, porque si el capitán se empeña en hacer un vuelo peligroso alguien le tendría que decir que con esas condiciones no se vuela", recalca.

A todo esto, un documento sobre el giroscopio -el instrumento que simula el horizonte de la tierra- de este modelo de avión reconoce que estaba dando fallos de recuperación en los giros. En palabras de Castilla, la Academia General del Aire tiene el informe en el que se advierte de que los pilotos han reportado ese problema, "hasta el punto de que ese documento desaconseja volar en condiciones meteorológicas que obligan a realizar un vuelo instrumental (IMC)". "¿Cómo autorizan volar a ese avión si tu mismo estás diciendo que estás teniendo problemas?", se vuelve a preguntar.

El padre de Eduardo y su abogado han presentado toda esta documentación ante el Juzgado Togado Militar Territorial número 14 de Cartagena (Murcia), donde estaba la base de la Academia Militar en la que se formaba Eduardo Castilla. La jueza desestimó el caso pero cabía recurso, por lo que la investigación llegó al Tribunal Militar Territorial número 1 de Madrid. Allí la respuesta fue la misma: los culpables del accidente habían sido los pilotos que se habían desorientado. Sin embargo, Castilla ha presentado un recurso ante la Sección Quinta del Tribunal Supremo, encargada de los casos militares, en el que se recoge las declaraciones del comandante encargado de la investigación del accidente, Jesús María Marín Millán, que reconoce que el avión no estaba inmunizado. "Por tanto, no certificado para realizar vuelos instrumentales y menos en las condiciones meteorológicas que había", añade Castilla. "La culpa no fue de mi hijo, la principal causa fue haber volado ese día a Madrid. El accidente se podría haber evitado si se hubiese cumplido la normativa vigente".

Castilla, además, quiere que se reconozca el trabajo que hicieron tanto su hijo Eduardo como el capitán Julio Castellón. "El Ejército del Aire tiene una grandísima deuda con estos pilotos y deberían hacerles un reconocimiento porque podría haber ocurrido una desgracia mucho mayor", explica. Y añade que los dos fallecidos lograron llevar el avión hasta un lugar descampado y así evitar poblaciones, urbanizaciones y polígonos industriales cercanos.

"Pudieron haberse eyectado, pero hasta que no vieron que no se iban a causar daños a terceros no intentaron eyectarse o si lo hicieron fue tarde o no funcionaron los sistemas", comenta.

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