"Nos ponemos en pie para escuchar el Himno de Canarias", anunció al final del acto el secretario de la Delegación del Gobierno. De su frase solo se cumplió la primera parte, los presentes se irguieron respetuosamente y del mismo modo, sin pestañear, aguantaron el tiempo que tardó la Banda Municipal de Las Palmas de Gran Canaria en recorrer la partitura de Sombra del Nublo, el himno oficial de Gran Canaria.
"Me extrañó, pero pensé que habían dicho que iba a sonar el de Gran Canaria y era yo quien no lo había entendido bien", explicó uno de los presentes. Los miembros de la banda permanecían ajenos al suceso. Les convocaron para tocar y eso hicieron. Por qué se esperaban los sones del Arrorró de Teobaldo Power y en su lugar sonó la creación del maestro Néstor Álamo era cuestión de la que se sentían muy alejados. "Esto era lo que dijimos que íbamos a tocar y es lo que hemos tocado", afirmó uno de los músicos.
En tono jocoso, Antonio Morales señaló que en realidad todo se debió "a la influencia del Cabildo [de Gran Canaria, que él preside] en el acto. Es una broma", apuntaba por si alguien creía que estaba hablando en serio. En cualquier caso, el mandatario se sintió reconfortado porque la música le transportó al momento en que tomó posesión como presidente de la institución en la primavera pasada.
"Habrá que saber si también se lo toman a broma en Tenerife", afirmó otro de los invitados , rebajando el fallo a la categoría de "anécdota intrascendente" y explicándolo en tono divertido. "Esto no les va a sentar bien", se atrevía a afirmar otro uno de los asistentes al homenaje a la Constitución Española.
Sobre quién fue el responsable de que las cosas no se produjeran tal y como se habían previsto todo eran dudas. No se revisó el protocolo, hubo un problema de entendimiento entre los responsables del acto y la banda, "uno del Sanedrín de Vegueta pegó el cambiazo"... -afirmó chistoso otro invitado-. Nada en claro ni tampoco hacía mucha falta, solo dos conclusiones: dio para la diversión y la banda lo clavó.
