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Análisis Canarias 2016

Un nuevo mapa político

Después de las elecciones, los partidos tienen que adaptarse a un escenario que no habían previsto y su evolución afectará a la política en las Islas - El nacionalismo canario entró, a partir de 2005, en un progresivo proceso de involución y declive

Noemí Santana.

Las elecciones generales y el proceso de negociación para la formación de un nuevo gobierno están ayudando a conformar un nuevo mapa político, tanto en el conjunto de España como en Canarias. El llamado bipartidismo, que gobernó la sociedad española en los últimos 30 años, empieza a ser sustituido por otro cuadro político, con cuatro grandes partidos y otros cuatro soberanistas, más pequeños.

Los dos grandes partidos, el Partido Popular y el PSOE, han pasado de representar juntos cerca del 80% del electorado a sumar solo el 50%. Ya han surgido dos fuertes competidores: por un lado Ciudadanos, que ha ocupado una parte importante del centro reformista al desplazarse el Partido Popular hacia la derecha conservadora. Y, por otro, una formación de nueva izquierda, Podemos, que ha ocupado un amplio espacio social y político, que ha abandonado la socialdemocracia española en todos estos años de crisis económica y social.

Después de las elecciones, la política española aparece confusa e incierta. Los partidos han entrado en un nuevo escenario que no habían previsto y tienen que esforzarse por adaptarse a él. El Partido Popular tiene que plantearse recuperar el centro reformista que definió Aznar en su primera legislatura (1996-2000); y que entre 2000-2004, con mayoría absoluta, abandonó para deslizarse hacia posiciones mucho más conservadoras.

Exactamente lo mismo ha hecho el Gobierno de Rajoy, tambien con mayoría absoluta, entre 2011 y 2015. Políticas de austeridad, sin la más mínima sensibilidad social y bloqueando las imprescindibles reformas políticas. Se presentó a estas elecciones con un programa que se resume en dos ideas: defensa a ultranza del pasado y fuerte resistencia ante el futuro. El resultado está a la vista: caída del 44% al 28% de los votos. Ahora se encuentra en un escenario en que ya no es posible imponer de forma unilateral la política. Tiene que aprender a negociar para reformar y para eso necesita renovar profundamente todo el partido y sustituir su anticuada dirección actual.

El PSOE, después de la derrota de las europeas, inició su renovación. Los apparatchik de Rubalcaba, que conectaban con González y su equipo, fueron sustituidos, pero no desplazados. Siguieron influyendo y condicionando todas las iniciativas de renovación que Sánchez pretendía. El resultado electoral, con un PSOE ligeramente por encima de Podemos, ha debilitado a Sánchez y provocado una fuerte ofensiva del "felipismo" para que Susana Díaz sea la candidata en las próximas elecciones.

Y luego están los dos nuevos partidos: Podemos, que obtuvo un excelente resultado pero no logró su objetivo: superar al PSOE. Se quedó al borde del sorpasso que habría podido alcanzar con Izquierda Unida. "Nos faltó una semana y un debate", dijo Pablo Iglesias, que sueña con otras elecciones para superar a un PSOE dividido y confrontado. Y que, además, le permitiría ganar tiempo para no enfrentarse al dilema en que se debate en este momento Podemos: elegir entre su "alma social" y su "alma territorial", con Ada Colau al frente. Y que en este momento tiene desgarrado al nuevo partido.

Y, por último, Ciudadanos, que se ha quedado en 40 diputados y no en los 80 que esperaba. Es decir, ha pasado de la posibilidad de decidir mucho a decidir muy poco o casi nada. En el futuro, su avance o retroceso dependerá no tanto de sí mismo como de la posición que adopte el Partido Popular, que tiene que elegir entre encerrarse en el bunker o renovarse y modernizarse.

Canarias cambia

La evolución que están sufriendo los partidos españoles va a tener una influencia decisiva sobre los partidos políticos canarios. En estas elecciones, el PP canario ha caído de 446.000 votos a 283.000. Es verdad que sigue siendo el partido más votado, pero si a esta caída se suma el grave retroceso de las autonómicas, que lo dejó fuera del gobierno, los populares no están en condiciones de presumir de su victoria. Y eso provoca siempre conflictos internos e impulsos de renovación.

En los congresos de este año, que se producirán en primavera u otoño, dependiendo si hay nuevas elecciones, el Partido Popular se va a plantear renovar para recuperar el espacio perdido. Pero los espacios no se recuperan con discursos y marketing. Son necesarias otras cosas, sobre todo propuestas y reformas que ayuden de verdad a la sociedad canaria a salir de la difícil situación en que se encuentra.

Los socialistas canarios, que se presentaban a las elecciones como los probables ganadores, fueron en realidad los perdedores. Quedaron detrás del PP y su alianza con Nueva Canarias no funcionó: le hizo daño a los dos, con la secuela de quedar divididos y enfrentados. División que se expresa en pronunciamientos contradictorios de sus diversos órganos políticos, unos a favor de Sánchez y otros de Susana Díaz. Y también en el papel que deben jugar en el gobierno con Coalición Canaria, del que se muestran claramente descontentos. Este debate está provocando un debilitamiento del Gobierno de Canarias en los años claves de su negociación con el Estado.

Fuerzas en ascenso

Y siguiendo en el orden del resultado electoral, el 5-4-3-2-1 de diputados por partidos que se preveía, el 3 es Podemos. Una fuerza con importante ascenso en Canarias, que recogió el profundo malestar y rebeldía que han provocado la crisis, el paro y la desigualdad en la sociedad de las Islas, con los indicadores más altos de España. Frente a esa realidad dramática, los partidos que gobiernan Canarias no dieron respuesta. Han demostrado escasa sensibilidad social como si se tratara de una desgracia contra la que nada se podía hacer. De ahí que el anunciado plan contra la pobreza y la exclusión se haya convertido al final en un estudio y poco más.

El problema de Podemos es que ahora tiene que consolidar su éxito y eso se consigue ofreciendo no solo un proyecto para España sino, además, un proyecto para Canarias, que por ahora no tiene. En Canarias, no se puede quedar en Podemos-Andalucía o Podemos-Aragón, hay que ser también Compromis, las Mareas o Cataluña en Comú.

Los dos diputados que ha obtenido Ciudadanos le permite, por ahora, sacar la cabeza y observar. En espera de comprobar si el Partido Popular ocupa o no el espacio de un proyecto reformista del centro derecha canario. Por de pronto, Ciudadanos ha dado un paso importante en la buena dirección: defender el REF y exigir mejorarlo, lo que le puede ayudar a avanzar en la canarización de este proyecto político.

Y cuando llegamos al 1, tenemos que hablar de los nacionalistas canarios. En el supuesto que convengamos que el nacionalismo canario sigue existiendo. Nueva Canarias perdió su identidad en estas elecciones, se disolvió en el interior del PSOE. Al final el proceso electoral puso de manifiesto que Nueva Canarias es solo una fuerza con representación en Gran Canaria. Es, por tanto, un insularismo de izquierdas, que le permitió ganar el Cabildo de Gran Canaria pero se evidenció que no tiene entidad suficiente para defender un proyecto canario en el Estado español.

Volviendo a los orígenes

Paralelamente, Coalición Canaria sí lo intentó, pero con un pésimo resultado. La evolución de los votos de CC en las elecciones generales de los últimos treinta años explica claramente las razones de fondo de la involución y declive de esta fuerza política. Recordemos que las elecciones de 1986 y 1989, cuando todavía no existía Coalición Canaria, ATI-AIC se presentó y obtuvo, en las dos, alrededor de 80.000 votos y un solo diputado. Ofreció entonces un proyecto de insularismo conservador, que lideraba Hermoso y consiguió un débil respaldo.

Fue solo en 1993, cuando se constituyó Coalición Canaria, con la incorporación de ICAN, CCN y Asamblea Majorera, cuando se alcanzó un respaldo muy importante del conjunto de la sociedad canaria. Entonces, la nueva fuerza política pasó del insularismo conservador al nacionalismo progresista, como se definía en sus congresos. Alcanzó 207.000 votos en 1993, más del doble de AIC. Y pasó en pocos años a los 250.000 en las elecciones generales del 2000. En ese tiempo, CC no solo gobernó Canarias sino que además le dio presencia y contenido al hecho diferencial, a la singularidad canaria, en el Parlamento español.

Y así llegamos al 2005, en que Coalición Canaria se rompió, producto de sus luchas internas. Y quedó fragmentada en dos: Coalición Canaria por un lado y Nueva Canarias, por otro. Desde entonces, el nacionalismo canario quedó debilitado y Canarias empezó a retroceder políticamente. El nacionalismo entró en caída libre elección tras elección, hasta llegar a esta en que Coalición Canaria ha obtenido los mismos resultados que ATI-AIC en 1986 y 1989, en la época que era solo un proyecto de insularismo conservador. Con lo que se demuestra que las elecciones son un espejo de lo que uno es y no de lo que quiere parecer.

Coalición Canaria abandonó el nacionalismo progresista y empezó a ejercer esa tonta concepción política de que "Canarias se puede gobernar sin Gran Canaria, como estamos demostrando". La realidad es tozuda y lo único que demuestra es que Canarias está perdiendo, de forma casi irremediable, una fuerza política que es más imprescindible que nunca para poder construir nuestro futuro.

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