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Análisis Cayó Mas

Canarias ante la reforma constitucional

Este tiempo de grandes retos históricos coge al Archipiélago con un cuadro político de partidos en grave crisis interna - Las Islas deben redefinir su papel cuando nuevas comunidades exigirán el reconocimiento de su hecho diferencial

Un elector busca una papeleta para ejercer el voto en las pasada elecciones generales, en un colegio electoral de Telde.

A última hora de la tarde de ayer, el presidente en funciones de la Generalitat convocó una rueda de prensa para anunciar la retirada de su candidatura a la Presidencia del gobierno catalán y la propuesta, que hizo suya, de ser sustituido por el actual alcalde de Girona, Carles Puigdemont. Mas anunció que había solicitado a la presidenta la convocatoria urgente del Parlament para la mañana de hoy, para la investidura del nuevo presidente antes de que se agotara el plazo establecido que se cumple esta noche.

Deprisa y corriendo, la política catalana da una voltereta imprevista, sorprendiendo a todo el mundo que daba por segura la convocatoria de nuevas elecciones para el 6 de marzo. Mas garantizó un gobierno estable, durante un plazo de año y medio, necesario para culminar lo que él califica como "el proceso de ruptura con el Estado español". Mas aseguró que su renuncia a la Presidencia y a cualquier otro cargo era a cambio de un compromiso claro de la CUP de estabilidad para el nuevo gobierno. Dijo que la CUP había ofrecido el reconocimiento de sus errores y la total lealtad al nuevo gobierno. Es decir, Mas nos explicó que a cambio de su renuncia, la derecha catalana seguirá teniendo el control del proceso independentista sin que se lo disputen la izquierda y los antisistema.

En cualquier caso, con Mas o sin Mas, Cataluña va a seguir siendo la papa caliente del proceso de cambio que se ha abierto en España. Ante la radicalización catalana, el PP ofrece diálogo; el PSOE, la reforma federal; y Podemos, un referéndum de autodeterminación. Mientras tanto, los independentistas catalanes no aceptan ninguna de estas propuestas, Y es probable que aparezcan estas próximas semanas aún más radicalizados, intentando aprovechar la situación transitoria en que se encuentra el Gobierno en Madrid.

Pero la realidad es que el soberanismo catalán ha quedado seriamente debilitado, después de tres meses de tiras y aflojas sin poder formar gobierno. Al final ha resultado que Mas era el problema. Mas no sumaba, sino que restaba. Mas era menos. Y al final la CUP se lo ha cargado y, de paso, por muchos aspavientos que hagan y harán, es probable que se hayan cargado también al proceso independentista catalán.

Pero, al mismo tiempo, han abierto una vía que no se podrá parar, ni siquiera la cerrazón del PP: la vía de la reforma de la Constitución. Sin ir más lejos, esta semana Rajoy, en su tercera oferta de gobierno de coalición al PSOE y Ciudadanos, ha dicho: "Ya no hay líneas rojas, todo se puede negociar, hasta la reforma constitucional".

Después de este domingo catalán, vendrá el miércoles parlamentario. El próximo 13 de enero se constituyen las nuevas Cortes y el Congreso de Diputados tendrá que elegir a su presidente y a los ocho restantes miembros de la mesa que dirigirán la Cámara probablemente solo cinco meses. Estamos, por tanto, ante una semana decisiva que marcará los acontecimientos del futuro y la posibilidad de que se celebren otras elecciones generales a final de mayo. Rajoy ha dado instrucciones a su gobierno y a su partido para que se preparen para lo que él considera unas elecciones casi inevitables. Calcula que el socialista vasco, Patxi López, puede ser elegido presidente del Parlamento en segunda votación. Lo que presagiaría que su investidura a la Presidencia del Gobierno será derrotada a final de enero. La dirección del PP calcula también que la investidura de Sánchez, que vendría a continuación, será a su vez derrotada porque no contará con el necesario apoyo de Podemos, que exige con urgencia el referéndum de autodeterminación en Cataluña. Ante la compleja situación catalana, Podemos no puede suavizar o enmascarar una propuesta que el PSOE a su vez no puede aceptar.

En cualquier caso, la opción de Sánchez ofrece toda clase de complicaciones, de ahí que el PP la considere improbable e incluso imposible. Para empezar necesitaría el apoyo del PNV y la abstención de todos los grupos parlamentarios independentistas. Lo que provocaría, a su vez, los rechazos de Susana Díaz y los suyos. Y una enorme presión en contra de todos los poderes fácticos y de eso que llaman "los mercados". Un lío así le tocaría lidiarlo a la Monarquía y cumplir su función constitucional de "poder arbitral" del Estado. Una situación muy delicada que pondrá a prueba al rey Felipe VI en un momento particularmente inoportuno, cuando se inicia el juicio por el caso Noos, que sentará a la infanta en el banquillo.

De todas maneras, la prueba que Sánchez cree en esta posibilidad es su viaje a Lisboa de esta semana para entrevistarse con Costa, que preside desde hace dos meses un Gobierno socialista en Portugal con el apoyo de los comunistas y los Podemos de ese país. La experiencia portuguesa le gustó a Sánchez porque nada más llegar a Madrid contestó a la propuesta de Rajoy de un gobierno de coalición con los socialistas, de una forma contundente: "No vamos a gobernar con ustedes. No insistan: No, es no".

El papel de Canarias

En este contexto, el papel de Canarias, junto a Euskadi, adquiere una especial relevancia. Porque son los dos únicos hechos singulares que recoge expresamente la actual Constitución española en sus disposiciones finales. En esto no hay discusión: coinciden todos los expertos constitucionales. Pero esta vez, en esta segunda transición, aparecerán con fuerza otras comunidades que exigen el reconocimiento de su hecho diferencial en la nueva España federal. Además de Cataluña, que hace cinco años viene exigiéndolo, hay que contar con Galicia y la Comunidad Valenciana, donde los partidos nacionalistas asociados a Podemos han obtenido buenos resultados electorales. Resultados que quizá les permitan constituir grupos parlamentarios propios, desde donde exigirán el tratamiento diferenciado de estas dos comunidades dentro de la reforma constitucional que se anuncia.

Pero, por desgracia, en Canarias los partidos nacionalistas han obtenido pésimos resultados y han quedado muy debilitados para defender en el Parlamento español la singularidad canaria. Pero en la política, como en la naturaleza, la necesidad crea al órgano y el objetivo, el proyecto político. Porque Canarias, en este momento de su historia, se enfrenta al urgente desafío de definir su estatus en la nueva Europa y en España, de lo que llaman la ultraperiferia. Y eso quiere decir que precisamos una reforma profunda tanto de nuestro Régimen Económico y Fiscal como del Estatuto de Autonomía.

Es necesario un REF nuevo, que sustituya al de 1994, que ha quedado desfasado por la historia. En 22 años solo hemos hecho pequeñas reformas puntuales, que son insuficientes para que el Archipiélago cuente con instrumentos para adaptarse a los grandes cambios que se han producido en el mundo. Si en 1994, cuando se actualizó el REF de 1972, ya se decía en el preámbulo de la nueva ley que justamente 22 años después obligaban a su reforma profunda, ¿qué se podrá decir hoy de nuestro viejo REF en los tiempos de la globalización y la revolución tecnológica?

Este tiempo de grandes retos históricos coge a Canarias con un cuadro político de partidos en grave crisis interna, porque no están a la altura de los desafíos que tiene hoy la sociedad de las Islas. Sin embargo, la crisis de estos partidos puede ser una oportunidad para reflexionar urgentemente, para rectificar y ofrecer a Canarias el proyecto de futuro que requiere. Pero la reflexión no puede esperar, cuando la historia llega te tiene que coger activo y no en actitud pasiva, hay que mirar al futuro y no al pasado, porque las nostalgias te pueden convertir en estatua de sal.

Los partidos son instrumentos imprescindibles para mostrar a la sociedad los caminos del futuro y no para encerrarse en sí mismos. En una posible y próxima campaña electoral no se pueden volver a repetir las vacías propuestas que se hicieron en la última: hay que pasar de la propaganda a la Política con mayúsculas. Eso obliga a hacer en cuatro meses lo que no se ha hecho en los últimos cuatro años. Los próximos cuatro meses serán decisivos, con unas posibles elecciones generales al final. Los partidos canarios deberían aprovecharlas para aportar al debate electoral nuevas alianzas y nuevas propuestas de lo que debe ser Canarias en los primeros 50 años del siglo XXI.

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