Recuperar cuotas de justicia y eliminar comportamientos corruptos y violentos que condenan a pueblos enteros a la miseria más absoluta está en nuestras manos, en las de los canarios y las del resto de personas que habitan el planeta. Así lo afirmó este lunes José Naranjo, Premio Canarias de Comunicación 2016 y encargado de hablar en nombre de los galardonados durante el acto institucional del Día de Canarias celebrado en el Auditorio Alfredo Kraus.

La receta que extendió para conseguir ese objetivo fue obviar a quienes anuncian desde el primer momento que la participación en los procesos de cambio tendentes a subyugar las injusticias no reportan fruto alguno. La inacción "acabará por destruirnos", advirtió el periodista teldense, para quien resulta "vergonzoso e irracional" que los "refugiados sirios o afganos que huyen de la guerra cargando con sus niños en brazos, durmiendo en las vías del tren, sean recibidos a golpe de valla, policía y gases lacrimógenos".

Rescató de la historia reciente el tiempo en que las Islas fueron "la puerta trasera de entrada a Europa para decenas de miles de jóvenes africanos. Aún recuerdo aquella agitación, aquellos titulares de prensa que hablaban de invasión, aquellos políticos que se tiraban las pateras a la cabeza, aquellas manifestaciones xenófobas. Fueron años oscuros", lamentó.

Sobre dichos episodios aseguró que Canarias no tiene legitimación para mostrar esa cara, porque viaja "en el mismo barco" que los habitantes del continente vecino. A ello añadió la incongruencia que supondría el mal comportamiento de un pueblo con quienes huyen de las guerras y el hambre cuando él mismo ha protagonizado una diáspora hacia América Latina por similares motivos no hace tanto tiempo.

"Nos toca elegir. Valla o puente, seguir reaccionando atrapados en el miedo o recuperar una mirada más amplia de lo que somos, de lo que fuimos un día y de aquello en lo que nos queremos convertir", señaló en torno a la actitud a tomar con respecto al continente vecino, en el que en la actualidad desarrolla la mayor parte de su trabajo.

"No es una maldición, ningún dios atávico nos condena a que lo hagamos tan mal. Las cosas pueden cambiar y hay gente que se esfuerza en que este mundo sea un hogar mejor", añadió. Como ejemplo puso la labor desempeñada por los otros dos premiados. Por un lado, el doctor Luis Mateo López, que ha conseguido implantar estudios de Medicina en una zona de Mozambique en la que había un solo cirujano para dos millones de habitantes. Por otro, la Asociación Pequeño Valiente, dedicada a mejorar la calidad de vida de los niños que padecen cáncer y sus familias.

"Somos capaces de cambiar el rumbo", aseguró José Naranjo. "Los grandes poderes económicos, aliados con políticos pacatos, irresponsables y con querencia a meter la mano en la saca nos han traído hasta aquí. Las alarmas resuenan en todos los rincones. Pero estamos a tiempo, si vencemos a nuestros propios temores", abundó.

La propia corrupción y los efectos que esta tiene en la sociedad en forma de recortes de derechos y "frío extremo de la pobreza sobrevenida, de la miseria", son motivos suficientes para ponerse en pie. "La tarea empieza hoy y nos concierne a todos", afirmó el premiado.

"No se dejen engañar. Del circo tóxico de la manipulación sólo podrán rescatarnos quienes se arriesgan, quienes se la juegan, quienes tienen miedo cada día pero son capaces de vencerlo", enfatizó y en ese capítulo metió su profesión de periodista. "Me duelen los expedientes de regulación de empleo, las condiciones de miseria a las que nos pretenden someter", explicó.