La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

'Doctor Extraño'

Prácticamente magia

Benedict Cumberbatch encarna al mago y superhéroe de Marvel Comics en un extravagante filme

Prácticamente magia

El actor inglés Benedict Cumberbatch, abandonó hace seis años su brillante carrera en el Regent's Park Open Air Theatre y el Royal Court Theatre, llena de éxitos y premios, para ponerse al frente de la serie de televisión Sherlock, basada en el famoso detective de las novelas de misterio de Arthur Conan Doyle. Ahora, una vez concluida la tercera temporada de la serie, salta a la pantalla grande (donde ya ha interpretado al ciberactivista Julian Assange y al matemático Alan Turing) en el papel de Doctor Extraño, el mago y superhéroe de Marvel Comics con pinta de Fumanchú, creado por el guionista Stan Lee y el dibujante Steve Ditko, conocido sobre todo por ser también el coautor de Spiderman.

Que Benedict Cumberbatch es uno de los grandes actores ingleses del teatro y el cine contemporáneo es algo que sabemos hace mucho. Pero como en cualquier carrera hay en el trabajo de Cumberbatch auténticas cimas y simples colinas. Pues bien, Doctor Extraño, su vigésimo sexto largometraje es, por el momento, el pico más extravagante de su carrera. El actor encarna a un reputado neurocirujano de Nueva York tan elitista y talentoso como arrogante y engreído, Stephen Strange, que tras sufrir un accidente, sus manos quedan destrozadas, lo que le incapacita para ejercer. Después de varias intervenciones quirúrgicas, sus manos consiguen recuperar la movilidad, pero no la suficiente como para volver a operar, lo que le lleva a explorar nuevas vías para alcanzar la curación, como la proyección astral, la teletransportación o el ojo de Agamotto, un instrumento mágico de clarividencia.

Al igual que el cómic original, Doctor Extraño asume lo extravagante como normal. Si el espectador cierra los ojos (nada difícil) se verá teletransportado a los años 80, a una de las superproducciones de Dino de Laurentis más estrambóticas, Flash Gordon. Pero lo que de kitsch asumido tenía la película dirigida por Mike Hodges, lo tiene de lustre corporativo este largometraje de Scott Derrickson, cineasta especializado en exorcismos (Líbranos del mal, Sinister, El exorcismo de Emily Rose) en espacios reducidos o privados de luz, destinados a ser vorazmente consumidos, de manera rápida e inocua, por un público que abraza los tópicos del género como si fueran parientes que llegan de lejos.

No era fácil enfrentarse a un personaje tan carismático como eDoctor Extraño. Pero, ¿había que hacerlo de forma que pareciera una secuela de Harry Potter en la que magos lanzan hechizos y se entretienen con extraños artilugios mientras la humanidad está en peligro? Por lo menos no viene mal que ahora sea Benedict Cumberbatch quien nos salve, como antes lo hacía Daniel Radcliffe. Eso no quiere decir que no haya que reconocer el mérito de la película, sobre todo en lo relativo a los efectos especiales. Cada uno de sus planos es, sin discusión posible, un milagro estético. Prácticamente magia. Pero la magia, como escribió Terry Pratchett, es sólo otra forma de decir que no se conoce la respuesta a algo.

Compartir el artículo

stats