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Charla tabernaria en la Audiencia

Inconscientes de que están siendo grabados, cuatro jueces chismorrean y sueltan comentarios xenófobos y machistas mientras toman en confianza un café

Charla tabernaria en la Audiencia

Una charla entre colegas. En ese clima de confianza que se crea entre quienes comparten desde hace años la misma profesión. Uno de esos momentos, un alto en la jornada laboral, para soltar coñas, compartir dudas, cotillear y presumir de todo un poco. Se habla en ese tono relajado y distendido de quienes se toman un momento de relax. Sin excesivas ataduras. Sin el pie en el freno. Sin formalismos. Se habla de cuestiones propias del trabajo, se hacen comentarios rijosos, se sueltan fanfarronerías, se echan apuestas, uno se pone a contar chismorreos y los otros le siguen y entre todos tratan de pasar un rato agradable. Todo muy natural e intrascendente, como cualquier conversación en la barra de un bar. Todo muy normal si no hubiera quedado grabado en un audio y los protagonistas fueran cuatro magistrados de la Audiencia Provincial de Las Palmas: Salvador Alba, Carlos Vielba, José Luis Goizueta, y Emilio Moya.

Primera advertencia para cualquier principiante aficionado a grabar conversaciones dada la cada vez mayor proliferación de audios dados a conocer a la opinión pública donde aparecen jueces, magistrados y empresarios desde que se difundieran los primeros archivos sonoros de esta nueva era inaugurada en abril con la conversación entre Miguel Ángel Ramírez y Alba: hay que garantizar que solo se graba lo que se quiere grabar. Parece una perogrullada, pero este principio básico no lo tuvo en cuenta Alba.

Cuando el miércoles entregó en el juzgado de instrucción número 2 de Las Palmas la grabación que mantiene con su colega de la Audiencia Provincial de Las Palmas, Carlos Vielba, -en la que media a favor de Ramírez- a Alba se le olvidó, o no quiso borrar, los minutos previos, unos minutos en donde los cuatro jueces -el citado más Goizueta, Vielba y Moya- se juntan a tomar un café en el office de la sección sexta. ¿Y de qué hablan? Pues de lo que van surgiendo. A veces los comentarios se van por donde uno no espera y se abren caminos dialécticos imprevistos y peligrosos. Al principio la charla de los cuatro jueces va sobre lo que les es propio. Sobre cómo redactar una sentencia, de tecnicismos judiciales, revocaciones, dudas y técnicas procedimentales. Se escucha una jerga propia de magistrados con sus códigos internos y expresiones, con frases que no necesitan acabarse porque ellos ya se entienden, pero resultan incongruentes e incomprensibles para cualquier profano. Un ejemplo:

-La defensa ha dicho que se devuelva para que se ponga otro auto de conclusión y subsidiaramente...

-Yo lo revocaba...

-Es que yo, ¡por oír a las partes antes!...

Sin ningún interés salvo por algún que otro taco que se suelta en esa mezcla de lenguaje culto y vulgar, propio de magistrados en la intimidad. Incluso en algún momento hasta ellos mismos se dan cuenta de la expresión chabacana que usan en el diálogo:

-¿Para qué vas a marear la perdiz? Oyes a las partes ¿para qué?. Si lo vas a hacer por cojones.

-No es que lo vaya a hacer por cojones, porque tu, por cojones, por narices [en ese tono de arrepentimiento verbal cuando uno se da cuenta de la errónea expresión usada con anterioridad] no puedes acordar de oficio la nulidad.

Al igual que cualquier otro trabajador estos cuatro magistrados, mientras toman el café, también tratan de despejar balones fuera y desviar la responsabilidad final a un superior -"Que el Supremo diga", se escucha a uno de ellos- se quejan de la carga de trabajo -"¿20 testigos cada uno y seis peritos?. Me cagüen la hostia puta" dice otro sobre lo que le espera a un colega en un caso que tiene que juzgar- se sorprenden por algunas disparatadas peticiones -"citó a declarar a todos los hijos, nietos y sobrinos", se asombra un tercero- o cuadran fechas y juicios: "¿tu tienes dos ponencias o una? En la cabeza tengo que el de Emilio era el del medio. A las 9.35 hay una apelación. El mío se ha suspendido".

En el audio también se mencionan los procesos abiertos por uno de los mayores casos de corrupción de España vinculados a políticos y empresarios, el caso Unión y Lleó en Lanzarote, en los que Salvador Alba es ponente. Los cuatro magistrados comienzan a partir de ahora a adentrarse en cuestiones más serias y trascendentes:

-Lleó [el empresario imputado por soborno] está pillado por todos los lados

-¡Cuidado! Hay cuestiones previas ahí. El problema que tiene es que es un juicio con jurado y un jurado lo va a condenar seguro.

-¿A un corrupto por corrupción política? Seguro

-¿Y además millonario? [Risas]

En ese proceso está el abogado José Antonio Choclán, uno de los letrados más cotizados de España. Por algo será a tenor de lo que comentan los magistrados, inconscientes de que su conversación está siendo grabada:

-A Choclán Santana Cazorla le vino como Dios, macho

-Choclán cobra en pisos y en coches

-¿No quiere metálico?

-Sí, lo que pasa es que en metálico es tan alto [lo que cobra] que no tiene gente dinero [para pagarle]. El dice: "si tienes algún inmueble me puedes pagar. Pónmelo a mi nombre". Y a tomar por saco.

-A Luis Guerra [otro abogado] le pagaron una minuta de un divorcio de ricos con un apartamento en Salinetas.

-¿Cuánto puede costar un apartamento en Salinetas?

-200.000 euros

-Tanto no.

-De los que hay ahí detrás.

-No. Es de primera línea.

Y de ahí los magistrados pasan a hablar sobre el alquiler de pisos y apartamentos en zonas turísticas. A 60 euros el día el alquiler. "El negocio de mi vida", se imagina uno de ellos como si fuera el propietario de un emporio inmobiliario con pisos alquilados para el capital ruso e italiano. Un sueño como el de cualquier obrero cuando se pone a imaginar qué haría si le toca el premio gordo de la lotería. ¡Pisos y apartamentos en Canarias para que los ocupen en alquiler italianos y rusos!. Un retiro de lujo. Una gran renta. Y es en este momento cuando aparecen los comentarios más chuscos. Más machistas. Más insolentes y feos.

-En el colegio hay rusos y estoy acojonado. Entra un ruso y tiene una pinta de mafioso, jovencito, uhh...

-¡Joder! Habrá de todo en Rusia.

-En Rusia sí, ¿pero fuera de Rusia, jovencitos? Todos mafiosos. Y todos los italianos del sur, todos, mafiosos, todos. De Roma para abajo. Y si hubiesen sido rumanas, putas. Es así.

-En clases de judo hay un rumano que había sido campeón de Rumanía de no sé qué. Y estando yo en el Juzgado de lo Penal, una vez salgo por el pasillo y me lo veo subiendo con la Guardia Civil al rumano, tío, con los grilletes puestos.

- ¿Tú llevarías a un albanokosovar a tu casa a cuidar a tus hijos?

-Depende.

- ¿A un albanokosovar?

-Si lo conozco y es amigo...

Pues eso, una charla inapropiada que ha sido grabada por un juez a sus colegas y por la que a su autor, Alba, le puede caer una sanción del Consejo General del Poder Judicial.

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