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Canarias investiga la fórmula para evitar los desprendimientos en sus laderas

Las Islas comandan un estudio junto al resto de archipiélagos de la Macaronesia que busca desterrar uno de los peligros más comunes para los ciudadanos

Roca de gran tamaño que rodó desde la zona de la Cueva de los Canarios hasta El Confital en el verano de 2015

De entre los riesgos naturales que amenazan a los archipiélagos de la Macaronesia, destaca el movimiento de materiales que se produce en sus laderas. Conocer los lugares donde el peligro se hace más patente y saber actuar sobre ellos para prevenir accidentes es el fin que persigue un equipo multidisciplinar e internacional que trabajará sobre el terreno en Canarias, Madeira, Azores y Cabo Verde.

En el verano de 2015, una roca de grandes dimensiones rodó desde la Cueva de los Canarios hasta la zona habilitada para los bañistas en El Confital. Menos de un año antes, las lluvias arrastraron piedras de considerable tamaño hasta depositarlas en la autovía del Sur a su paso por La Laja. En ambos casos no hubo que lamentar daños personales, pero el único factor que los evitó fue la inexistencia de personas o vehículos en la trayectoria que describieron las piedras en su caída. En la carretera de La Aldea sí ha habido víctimas a lo largo de los años.

La Consejería de Obras Públicas del Gobierno de Canarias pretende colocar la ciencia al servicio de los ciudadanos para adelantarse a los acontecimientos y ponerles remedio antes de que se desencadenen. Para ello, se ha aliado con el resto de archipiélagos macaronésicos, estrategia que le ha valido llamar la atención del Comité de Gestión del Programa de fondos Feder Interreg Mac 2014-2020, que ha aprobado un presupuesto de 382.239 euros de los que Europa pondrá el 85%. Dicha partida servirá para establecer las bases a partir de las cuales se elaborará una "guía metodológica para la gestión del riesgo natural de inestabilidad de laderas y taludes de naturaleza volcánica".

Un rasgo común a la mayoría de las islas de la Macaronesia es la notable altitud que alcanzan en una superficie escasa. Es el origen volcánico el que define esta característica, que provoca que buena parte del territorio adquiera una acusada verticalidad. De tal manera que también un alto porcentaje de la red viaria discurre junto a taludes y laderas plagados de material rocoso que amenaza con desprenderse.

Más que en el continente

"Los movimientos de ladera son fenómenos que constituyen uno de los riesgos naturales más importantes" a los que se enfrentan los archipiélagos macaronésicos, detalla la memoria del proyecto, y acontecen "con una frecuencia mucho más intensa de lo que lo hacen en el territorio continental".

"Por las peculiaridades de nuestra orografía, es un asunto que nos afecta de primera mano", afirmó el vicepresidente y consejero de Obras Públicas y Transportes del Ejecutivo canario, Pablo Rodríguez Valido. En el caso de Canarias, a la que le corresponden 194.016 euros del presupuesto total -29.102 aportados por la comunidad autónoma- se pretende que, además de mejorar la capacidad de diagnóstico y precisar las soluciones técnicas para cada caso, también se establezca un análisis del riesgo que asume la sociedad definiendo la responsabilidad civil de técnicos y políticos.

La voz cantante la llevarán las Islas a través del Servicio de Laboratorios y Calidad de la Construcción, dependiente de Obras Públicas, mientras que el resto de territorios actuarán como socios. Madeira y Azores aportarán el conocimiento de sus respectivos laboratorios de Ingeniería Civil, mientras que por parte caboverdiana será la universidad la encargada de entrar en el proyecto. A todos ellos se unirán expertos como, por ejemplo, el catedrático de Ingeniería Geológica de la Universidad Complutense, Luis Ignacio González de Vallejo.

Estos especialistas elaborarán un inventario de cada una de las islas para determinar la situación geográfica de los puntos negros. El siguiente paso será el análisis de las circunstancias específicas de cada uno de ellos: materiales, tamaño, pendiente..., con el fin de definir el riesgo exacto de desprendimiento que existe en cada uno. El resultado final será una guía que dotará de "mayor rigor técnico", explicó Rodríguez Valido, "al proceso de construcción y conservación" de las carreteras.

De ese modo, en el caso de las infraestructuras viarias de nuevo cuño, podrán adoptarse las medidas precisas para que cuando el primer vehículo circule por ellas ya se haya desterrado el peligro de que una roca invada la calzada. Si se trata de vías construidas hace tiempo, la labor será de mantenimiento para eliminar los riesgos.

El proyecto ya está en marcha y el plazo marcado para la elaboración del documento marco a partir del que se elaborará la guía es de 24 meses, con lo que la fecha prevista de entrega se sitúa en el entorno de febrero de 2019. Para observar el funcionamiento de los modelos, se elegirá una ladera sobre la que se realizará una prueba piloto.

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