Tenerife, El Hierro y también Fuerteventura son las islas que aglutinan los sectores de militantes descontentos de mayor preocupación para el PSOE. En el caso de la isla del meridiano, la ruptura con las siglas del puño y la rosa estuvo ya sobre la mesa tras el capítulo de la moción de censura en el municipio de La Frontera allá en 2015, cuando tanto Coalición Canaria (CC) como los socialistas aún se afanaban para salvaguardar su pacto de gobierno regional de los incumplimientos de unos y otros en distintos municipios. De hecho los primeros movimientos en este sentido no fueron los que han desembocado en la constitución de la Agrupación Socialista por Lanzarote, solo que estos últimos sí han fructificado. En uno y otro caso el modelo a seguir es el de la Agrupación Socialista Gomera (ASG) de Casimiro Curbelo.
En el caso de El Hierro, la ruptura -que estuvo más cerca de lo que incluso podría estar hoy la de Tenerife, que se atribuye más a una medida de presión- no está en estos momentos sobre la mesa, si bien ello no supone un apoyo abierto a la actual dirección regional que lidera Ángel Víctor Torres. "En estos momentos no está sobre la mesa una escisión, pero otra cosa es quién será el cabeza de cartel en las próximas elecciones, y a lo mejor en El Hierro no se opta por Ángel Víctor Torres", explicaron ayer fuentes del partido en la isla más occidental.
En cualquier caso, tanto descontentos de El Hierro como de Fuerteventura descartaron ayer que exista un plan conjunto para presionar a la dirección regional por la vía de amenazar con seguir los pasos de Casimiro Curbelo, que tras abandonar el PSOE ha conseguido hasta tres diputados en el Parlamento, tres diputados que, además, ha sabido aprovechar al máximo por la minoría del Gobierno autonómico en la primera institución de las Islas.
La idea que hay en las restantes islas sobre los movimientos en Tenerife es que desde un amplio sector del partido se está tratando de "coger las riendas" del PSOE "de alguna manera", de modo que las amenazas de escisión se ven más, al menos de momento, como medida de presión que como una realidad. En este sentido, la percepción de lo que ocurre en Tenerife, con epicentro en el descontento que hay en el sur de la isla del Teide, es similar entre las voces críticas de otras islas y el sector oficialista o al menos más oficialista, donde también entienden que más allá de las amenazas no acabará por producirse una desbandada que, por otra parte, no sería la primera.
