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La vida en el ring de boxeo

Manuel Santacruz Socas, 'Palenke', sigue activo como entrenador a sus 86 años y no piensa dejar la práctica

Manuel Santacruz 'Palenke', en el ring de su escuela de boxeo, junto a sus alumnos 'El príncipe gitano' (i) y 'Doblecara'. A.F.

A sus 86 años Manuel Santacruz Socas, alias Palenke, sigue subiendo al ring de boxeo cada día y no piensa en retirarse. No se despega de sus guantes de púgil desde hace 72 años. Se los puso por primera vez cuando tenía quince y desde entonces "no he parado ningún día en este deporte", revela sin pestañear.

Palenke' nació en 1932 en la calle El Fuego, en el barrio de La Isleta, en Las Palmas de Gran Canaria, capital a la que había emigrado su familia desde el pueblo de Máguez, en el municipio de Haría. Parecía una premonición. "El fuego da energía, la que hace falta para boxear", señala.

El presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, le comunicó el lunes 7 de mayo que el Consejo de Gobierno le había concedido una de las Medallas de Oro de Canarias de este año. "Me quedé sorprendido y contentísimo de que se hayan acordado de mi trabajo. Es una gran satisfacción personal", confesó días después de conocer la noticia tras finalizar el entrenamiento con dos de sus alumnos más aventajados en su escuela de boxeo en el teleclub de Arrieta (Haría), Antonio Carmona ( El príncipe gitano) y Héctor Santana ( Doblecara). Confía en que puedan formar parte de la Selección Española de Boxeo que competirá en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.

El sobrenombre de Palenke tiene origen en su infancia. "Yo era pequeño y delgadito. Cuando acompañaba a mi familia a coger papas en la finca de Máguez, yo me abrigaba con un saco y un primo me decía: 'Palenkillo trae esto, trae lo otro'. Y así me quedé toda la vida", rememora.

Se aficionó al boxeo por su tío paterno Domínguez Santacruz, que peleaba en Venezuela. "Me invitó a ver un combate en el que participó en el Estadio Insular de Gran Canaria. Lo vi boxear y le dieron una paliza madre. Había sangre por todos los sitios. Al día siguiente él se fue para Venezuela y yo me quedé entrenando con Chacho Saavedra en su casa. Me puso los guantes y al segundo yo ya estaba en el piso. Tenía quince años. Al día siguiente fui al gimnasio del Club Racing en el Puerto de La Luz y no he parado hasta la fecha". Empezó a competir con 16 años y tras una intensa actividad pugilística y con más de 30 combates a sus espaldas, se proclamó campeón de Canarias en 1954 y obtuvo el pase para representar a las Islas en los campeonatos de 1955 en el peso mosca, título que logró.

Después de varios años como boxeador, su entrenador Antonio Pulido abandonó su labor y al ser Palenke el más veterano en el equipo, se hizo cargo del Club Racing, el inicio de su andadura como entrenador. Se incrementaron entonces las victorias en los campeonatos y los jóvenes llenaban día tras día el gimnasio.

El salto a la selección

"En Madrid en 1958 me hice el curso de entrenador y de ahí me sacaron de ayudante del equipo nacional. Al mes competimos en Tenerife contra Italia y nos dieron una paliza. A raíz de esa derrota, Vicente Gil García, médico de Franco, nos mandó a cada uno para nuestra casa".

A los quince días, sin embargo, Palenke recibió un telegrama para que se presentara en el plazo de dos semanas en Madrid para hacerse cargo del equipo nacional. "Pensé que estaban locos, les dije. No había cumplido ni los 28 años".

En 1964 participó en un cursillo impartido por el popular preparador francés Oquinarenne y fue el primero de su promoción, lo que le insufló muchos ánimos. Había nacido para el boxeo, y sobre todo, para preparar a las jóvenes promesas. "Empecé a entrenar en El Pardo. Antes de llegar yo España había hecho un encuentro con Francia y perdió ocho a dos; a los dos meses el mismo equipo español nos fuimos a Francia y les ganamos. Ahí ya me dejaron fijo e hicimos la preparación con vistas a las Olimpiadas de Tokio 1964", recordó. Estuvo 27 años de seleccionador nacional.

Tras los juegos de Tokio continuó con su carrera en las citas de Munich 1972, donde España consiguió un bronce en boxeo, el único metal olímpico del deporte español hasta ese momento; Montreal 1976; Los Ángeles 1984; Seúl 1988; y Barcelona 1992, donde realizó labores técnicas. Palenke es el único deportista canario de la historia en participar en seis citas olímpicas.

En su trayectoria como seleccionador obtuvo más de 350 medallas en más de 150 campeonatos europeos y mundiales.

Él y su esposa, la grancanaria Josefa Sosa, tienen cinco hijas: Mari Carmen, Rosario, Josefa, Monserrat y Lucy. No le hubiera gustado que alguna de sus hijas siguiera su pasos. "Se sufre mucho, aunque mi hija la mayor fue a la última pelea que hice, creo recordar en las navidades de 1955 en Tenerife. Me dieron un golpe que no pude comerme ni los turrones ese año", aseveró.

La Medalla de Oro de Canarias se la dedica a su mujer y a sus hijas, al boxeo en general y a la docena de alumnos que tiene en la escuela que fundó en 1991, la única de Canarias. "Mi padre se tiene bien merecido este premio por su trayectoria y estará en el boxeo hasta que Dios quiera, porque él no querrá dejarlo nunca. Estuvo 25 años fuera por las concentraciones y entrenamientos pero siempre ha estado presente y cuando venía a casa compensaba con sus hijas el tiempo que no había podido pasar con nosotras", apuntan Mari Carmen y Montse.

El boxeador, quien fue concejal en el ayuntamiento de Haría entre 1991 y 2011, no recuerda "ni buenos ni malos combates; todos los días entrenaba con la ilusión de pelear. Perdí cuatro o cinco peleas, pero cogía más fuerza cada vez que perdía. Y si ganaba creía que era el mejor". Con Zurdo Moreno, de Tenerife, se enfrentó a una recordada final del Campeonato de Canarias.

Para Palenke la vida da más golpes que el boxeo. "Siempre que te levantas tienes problemas con esto o lo otro, pero me moriría seguro si me quedara quieto sin resolver las cosas".

Defiende que "el boxeo es un deporte sano y de gente que le gusta luchar por algo en la vida. Para ser un buen boxeador hay que ser inteligente, buena persona, tener buena resistencia, buen corazón, entrenar mucho y ser un buen pegador y encajador. Si se es valiente, hay que ser noble y no aprovecharse de que uno sabe defenderse para pegar a otro". El cuadrilátero lo seguirá acompañando de por vida.

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