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Demografía La situación de Canarias

Uno de cada tres habitantes del Archipiélago tiene más de 65 años

El efecto de la inmigración se diluye y la tasa de natalidad ya es la quinta más baja del país

Uno de cada tres habitantes del Archipiélago tiene más de 65 años

María Soledad Hernández vive sola. "Todos los días hago honor a mi nombre", espeta entre risas. Viuda desde hace un lustro y "de camino a los 85 años", comenta en tono jocoso su situación actual. "Todavía soy mañosa y tampoco soy tan vieja. Todo es cuestión de voluntad y de organizarse", afirma. Hernández solo tiene un hijo y dos nietos que, "por cosas de la vida" y cuestiones laborales, viven en Madrid. "Mi marido murió y me quedé sin compañía. La cabeza aún me funciona y mientras pueda valerme por mí misma no me importa estar así". Esta vecina de Arucas (Gran Canaria) es una de las 1.961 personas que con 65 años o más edad vivían solas en Canarias en 2017, un 8,6% más que cuatro años antes.

Y según apuntan las cifras y vaticinan los expertos es una situación que, lejos de corregirse, va a ir a más si no se pone antes remedio. Mientras que en el arranque de este siglo había en las Islas 399.874 habitantes por encima de los 65 años -lo que suponía en aquel entonces un 23,3% de la población-, en el comienzo de 2017 se contabilizaban 645.682, casi un tercio del total (30,63%). O lo que es lo mismo, en apenas 17 años el peso de la población de mayor edad ha crecido un 157,8%. El envejecimiento en el Archipiélago avanza a pasos agigantados, pero no al mismo ritmo en todas las islas.

La transición demográfica en Canarias se produce de forma tardía, pero cuando llega es más brusca que en otros territorios. "Se tarda en revertir los índices de fecundidad y natalidad, pero cuando se produce un declive es más acusado", sostiene la catedrática de Geografía Humana de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), Josefina Domínguez.

Los flujos de inmigración registrados a principios de siglo revitalizaron la población canaria, pero la crisis económica minimizó el impacto de este factor porque cada vez menos personas decidieron establecerse en las Islas. Mientras que en el primer semestre de 2008 se asentaron en la región 17.472 personas procedentes del extranjero, en el mismo periodo de 2014 -con la crisis golpeando fuerte- este flujo cayó un 41,2%, según los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Ahora que la actividad económica comienza a levantarse, la población de otros países también se anima a regresar. En los primeros seis meses del pasado año las Islas recibieron a 17.778 extranjeros. Ahora bien, esta población, con unas tasas de natalidad tradicionalmente superiores a la de los habitantes locales, también ha adoptado con el paso del tiempo sus pautas de reproducción, condicionadas por la situación económica y las dificultades para encontrar empleo.

La tasa bruta de natalidad, que

pone en relación el número de nacimientos con el volumen total de población en un determinado periodo, es ya la quinta más baja del país. Mientras que en las Islas se registraron 7,54 nacimientos por cada mil personas, en el conjunto del país se anotaron 8,8. Esta cifra es producto del retroceso de nacimientos en Canarias entre los años 2000 y 2006, pues cayeron un 14,9% al pasar de 18.981 a 16.159.

Hacia el crecimiento cero

Estas cifras, en comparación con las tasas de mortalidad, llevan a Canarias hacia un punto muerto. En 2016, según los datos más recientes publicados por el Instituto Canario de Estadística (Istac), el Archipiélago registró una tasa de crecimiento vegetativo del 0,53. En otras palabras: solo hubo 1.124 nacimientos más que muertes. Desde 2005, las tres islas más occidentales -La Palma, La Gomera y El Hierro- no han dejado de presentar números rojos. Una triada a la que se ha sumado Gran Canaria desde 2015 al registrar 185 y 91 defunciones más que nacimientos. "Es probable que el crecimiento vegetativo no tarde mucho tiempo en entrar en números negativos" pese a que en Lanzarote y Fuerteventura, con la población más joven, tarde más en llegar a este punto, explica la catedrática.

La edad media de los habitantes del Archipiélago ha ido, con el tiempo, aproximándose a la del conjunto nacional. El año pasado era de 41,8 mientras que en España ascendía a 42,9. En 1975, en cambio, la diferencia era más amplia, pues en las Islas los 29 años era la edad más frecuente y en el país los 33. Por islas, el envejecimiento es más acusado en La Gomera (45,4), El Hierro (45,1) y La Palma (44,2). No es de extrañar, por ello, que los municipios en los que se peinan más canas se encuentren precisamente ahí: Vallehermoso (51,2), Garafía (50,6) y Agulo (50,2). La siguiente localidad en este ranking se sitúa en la cumbre de Gran Canaria. Artenara, con 49,9 años de media, es el cuarto de la lista.

El catedrático de Geografía Humana de la Universidad de La Laguna (ULL), Juan Francisco Martín, subraya que es necesario aplicar de forma urgente una política demográfica adaptada a la realidad de cada isla. En las más occidentales "la situación es dramática", pues las tasas de natalidad y fecundidad ya son "insostenibles". En las llamadas islas verdes, advierte, se tiende "a la extinción".

El escaso gancho económico y el vacío que dejó la inmigración entre los años 40 y 70 explican en buena medida, según apunta, la situación actual. No en vano, los índices de vejez más altos se encuentran en La Palma, La Gomera y El Hierro, con 20,65; 21,72 y 22,30, respectivamente. El de juventud, por contra, es de los más bajos con 12,15; 11,00 y 11,62.

Canarias, aún lejos de estar en la situación de muchas regiones españolas, camina a buen ritmo hacia el envejecimiento y la soledad. Porque María Soledad Hernández está sola, pero no es la única. Muchos serán los que se vean en su misma situación. Los nuevos estilos de vida, la emigración y la estrechez a la que condujo la crisis económica aboca a las Islas a lo que podría llamarse un suicidio demográfico si antes no se planta cara a este fenómeno.

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