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Preocupación ante una nueva crisis de pateras Canarias en la ruta de los refugiados

"En Canarias siempre tendremos que convivir con las migraciones"

"Hablar ahora de repunte en la llegada de inmigrantes es poner demasiado énfasis en algo que es normal", destaca el profesor de Geografía Humana y experto en migraciones, Vicente Zapata

"En Canarias siempre tendremos que convivir con las migraciones"

¿Europa asiste a una crisis migratoria o a una crisis de su políticas de migración y acogida?

Europa sufre una crisis en sus políticas porque no ha logrado aquilatar una política global que dé una respuesta positiva a lo que sucede. No solo ahora, ya que es algo del pasado y probablemente va a seguir pasando en el futuro. Movilidad migratoria siempre va a haber y se echa en falta una política que mire al futuro, que no responda a vaivenes políticos. No hemos logrado una sintonía entre los diferentes países europeos. Hay múltiples bloques con una idea muy particular de cómo gestionar los flujos y eso es un hándicap muy grande.

La presión migratoria del Mediterráneo central se ha trasladado al Mediterráneo occidental. ¿Tiene base la preocupación con la que se mira desde Canarias a un posible desvío hacia la ruta del Atlántico Norte?

A veces generamos ideas casi automatizadas, como pensar que si se cierra una vía, se abre otra. No tiene por qué ser así. Y que hayamos atendido a las personas que han llegado en el Aquarius no va a generar un efecto llamada. Enseguida encendemos una alarma que lo que hace es poner en guardia innecesaria a la sociedad, algo que genera, a veces, un sentimiento negativo a que puedan llegar personas.

¿Canarias vuelve a ser atractiva para quienes desean buscar un futuro mejor?

Siempre vamos a ser un territorio atractivo por la posición en la que estamos, por nuestro nivel de desarrollo económico y social, y por nuestra estabilidad. En las épocas de crisis económicas ese atractivo disminuye, pero no hemos dejado de serlo nunca. Tendremos siempre que convivir con las migraciones, algo que no tenemos claro. Si somos inteligentes y sabemos gestionar adecuadamente esas migraciones, probablemente podremos seguir enriqueciéndonos.

Más de la mitad de los inmigrantes que han entrado de forma irregular a las Islas este año llegaron desde el pasado sábado. Se ha ligado ese repunte al fin del Ramadán y al comienzo del buen tiempo, ¿tiene algo que ver?

Hablar de repunte me parece que es poner demasiado énfasis en algo que es habitual o normal. Cada cierto tiempo puede llegar un grupo de personas, coincidir varias embarcaciones en el tiempo y que sea, además, el fin del Ramadán. Si queremos afinar tanto, a veces podemos generar el efecto contrario que deberíamos producir. Hay que recordar lo que sucedió en 2006, cuando sí podíamos hablar de un episodio inédito. Durante ese año llegaron cerca de 32.000 personas.

Existe la percepción de que quienes llegan en una patera son personas pobres y sin capacitación. ¿Es ese el perfil habitual?

Vienen personas con perfiles educativos y de cualificación bajos, pero también podemos tener a personas con una capacitación alta o muy alta. En definitiva, las personas que llegan tienen una formación previa muy diversa. Incluso algunas aprovechan cuando están aquí para completar su capacitación y aportar a nuestro proceso de desarrollo económico y social.

La posibilidad de crear centros de refugiados y migrantes fuera de Europa va ganando peso en Bruselas. ¿Alejar a estas personas y ubicarlas en el norte de África es la mejor solución?

Todo lo que sea externalizar las fronteras y alejarlas de nosotros nos hace caer en la indiferencia con respecto al bienestar de otras personas. No es la mejor solución. Tenemos que profundizar en la cooperación al desarrollo con nuestros vecinos para atacar las causas que producen estos movimientos e intervenir en los conflictos para intentar apagarlos y que no generen más movilidad. Y también me pongo en el sentido inverso: los países de procedencia generan esos factores de expulsión y deberían replantearse por qué de sus territorios están saliendo personas enormemente válidas que forman parte de su capital humano. La responsabilidad no solo cae en los países de acogida, sino también en los de salida. Al final estamos en un sistema interconectado que hay que entender muy bien y no intentar buscar un culpable. Esto es más complejo y la simplificación nos lleva a cometer errores bastante graves.

Pero los países no paran de repetir que llevan a cabo políticas de cooperación al desarrollo. ¿No tiene también la impresión de se habla mucho de las personas que salen para buscar un futuro mejor, pero apenas de que cada vez tienen menos hogares a los que regresar?

En muchos casos entiendo que no se está haciendo cooperación al desarrollo. Realmente no estamos invirtiendo en generar economía, en provocar que la sociedad pueda adquirir un mayor grado de bienestar. Esos proyectos no deben ser simplemente de carácter asistencialista. A veces decimos que algo es cooperación al desarrollo cuando realmente no lo es, sino que simplemente es una canalización de recursos para que otros países hagan el trabajo. En ocasiones los países son más proclives a usar parte de esos recursos en el control de los flujos migratorios que en hacer una inversión en sus sociedades para mejorar sus economías y que esas personas no tengan la necesidad de salir.

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