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Canarias tiene la clave para que el 'brexit' no rompa la paz entre las dos Irlandas

La UE propone copiar el sistema aduanero de las Islas en Irlanda del Norte para evitar que el adiós del Reino Unido reabra heridas entre unionistas y republicanos

Canarias tiene la clave para que el 'brexit' no rompa la paz entre las dos Irlandas

Unos 2.800 kilómetros separan Canarias de la isla de Irlanda. Y eso en una imaginaria línea recta. Desde Dublín y Belfast miran así a unos tres millones de metros al sur, allí donde muchos de sus ciudadanos pasan cada verano las vacaciones, con la esperanza de encontrar la fórmula que permita preservar el acuerdo de paz de 1998. Un acuerdo que el brexitcon la reaparición de la cuestión fronteriza entre las dos Irlandas y del que el Archipiélago puede convertirse, indirectamente, en su más firme protector. La implantación en la isla verde de la peculiar relación aduanera entre Canarias y la Península en el escenario posbrexit es la fórmula que propone la Unión Europea (UE) para evitar una nueva frontera física entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte, una medida extrema que reabriría viejas heridas.

El 10 de abril de 1998, Viernes Santo, los gobiernos británico e irlandés firmaban el Acuerdo de Belfast, que después se conocería como Acuerdo de Viernes Santo. Los ciudadanos de la isla verde, tanto los de la República como los del Norte, convalidaron el acuerdo en respectivos referéndums. Con la firma del Acuerdo de Viernes Santo se acabó con 30 años de violencia que se llevaron por delante más de 3.500 vidas. Un trágico balance que explica la creciente preocupación en Bruselas por que el brexit, es decir, el adiós del Reino Unido a la UE, desemboque en la reinstauración de la frontera dura entre las dos Irlandas.

No en vano, la salida de Inglaterra, Gales y Escocia del club comunitario es también la salida de Irlanda del Norte, mientras que la República de Irlanda seguirá siendo un Estado miembro más, lo que obliga a encontrar la fórmula de conjugar los intereses de Dublín y Bruselas con los de Belfast y Londres, y todo ello con el frágil equilibrio entre unionistas y republicanos como telón de fondo. Es justo aquí donde entra Canarias.

De lo que se trata es de evitar lo que nadie quiere que ocurra: el regreso a una frontera física en los 360 kilómetros que separan longitudinalmente las dos Irlandas. Casi medio millar de kilómetros que hoy son una frontera invisible que cada día atraviesan unas 30.000 personas y varios miles de camiones con toneladas y toneladas de mercancías. La vuelta a las casetas, las vallas y los agentes de seguridad es una imagen que ni en Bruselas ni en Londres quieren siquiera imaginar, temerosos de que ese eventual paso atrás en la historia sea caldo de cultivo para acabar con la aún frágil paz. Sabedor de lo que está en juego, el negociador de la UE para el brexit, Michel Barnier, viene insistiendo a la premier británica, Theresa May, en que la solución está en el sistema de control aduanero que existe entre Canarias y la Península. "Barnier lo repite a cada rato: en Canarias está la solución", aseguran fuentes comunitarias.

La idea del representante de la UE, a pesar de la salida formal de Irlanda del Norte del club europeo, es que Belfast tenga un estatus especial. Cuando el próximo año se consume definitivamente el adiós del Reino Unido, los controles aduaneros y de impuestos entre las Irlandas, una miembro de la UE y la otra no, tendrán que instaurarse indefectiblemente. Es lo normal entre dos territorios que pasarán a estar bajo distintos paraguas normativos y fiscales. El dilema está, por tanto, en cómo podrá disfrutar Irlanda del Norte de ese estatus especial que la UE quiere conferirle para evitar las tensiones de una frontera dura y que, a la vez, el Reino Unido no sienta menoscabados ni su orden político ni su integridad territorial. Barnier le ha dado la vuelta al dilema: ¿acaso el estatus especial de Canarias ha comprometido la soberanía española?

Canarias es parte de España. Y aun así hay una singular relación comercial entre las Islas y la Península que en no pocas ocasiones se pasa por alto: ¿cómo si no podría explicarse la existencia de trámites aduaneros dentro de un mismo Estado? Trámites -y gastos- que son consecuencia del especial Régimen Económico y Fiscal (REF), ese que, por ejemplo, sustituyó el Impuesto sobre el Valor Añadido, el IVA peninsular, por el Impuesto General Indirecto Canario, el IGIC. Es más, esa condición o estatus particular del Archipiélago es el que explica por qué las Islas, a pesar de ser parte de España, cuentan con excepciones en la unión aduanera.

En definitiva, si la premier teme que la aplicación de la normativa de la UE en Irlanda del Norte genere una dualidad dentro del Reino Unido que "nunca podría aceptar", el negociador de la UE aclara que los controles aduaneros posbrexit serían similares a los de Canarias, que no cuestionan la integridad de España.

Lo cierto es que May aceptó inicialmente el modelo canario para la frontera en la isla de Irlanda, pero actores como Arlene Foster, de los unionistas de la DUP -cuyos votos sirven para sostener el gobierno de May-, dejaron claro de inmediato que en ningún caso aceptarán una diferencia de trato entre Irlanda del Norte y el resto de Gran Bretaña. En este escenario, Barnier se afana para dejar claro que los controles físicos se limitarían al escaneo de los códigos de los contenedores de mercancías. "Esto ya existe dentro de Estados miembros, en particular los que tienen islas, como, por ejemplo, entre la España peninsular y las islas Canarias", defendió.

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