Un barco mercante no obedece al requerimiento militar. A cuatro millas de la playa de Las Canteras, unos 6,43 kilómetros, la Fuerza Naval interviene para tomar la embarcación. Apenas pasan unos minutos de las 12.30 horas y dos Morsas SH3D, helicópteros de la quinta escuadrilla de aeronaves de la Armada, despegan de la cubierta del portaaviones Juan Carlos I, el mayor buque de guerra construido en España.

El tiempo apremia. La Marina realiza un ejercicio de inserción e introduce en el mercante a un equipo de ocho efectivos mediante la técnica del Fast-Rope (soga rápida). Los marines se deslizan desde uno de los aparatos mediante una cuerda mientras que el otro helicóptero cubre la maniobra volando alrededor de la embarcación. Una vez tomado el mando, uno de los Morsa aterriza sobre la cubierta para embarcar a la tripulación.

Esta situación podría ser real, pero no lo es. El mercante no es mercante, sino la fragata Álvaro de Bazán que, junto al Juan Carlos I, participa desde el martes en la segunda fase de las maniobras Gruflex 2018. Estos ejercicios, que se realizan cada año, son los más importantes de la Armada. Unas operaciones que se desarrollarán durante esta semana en el litoral del Archipiélago con la presencia de fuerzas de España, Portugal, Italia y EEUU.

La Armada afina en aguas canarias su adiestramiento en seguridad naval, control marítimo y proyecciones a tierra -desembarcos anfibios- para dar respuesta a situaciones reales de crisis y de ayuda humanitaria. En los ejercicios intervienen 3.100 militares, ocho embarcaciones, 25 aeronaves y más de 150 vehículos. Dos de las cuatro fases de Gruflex 2018 se llevan a cabo en aguas canarias tras 16 años de ausencia. La última vez que la Armada realizó estas maniobras en las Islas fue en 2002, año en el que perecieron numerosos cetáceos como consecuencia de las mismas.

Para evitar cualquier tipo de impacto medioambiental, en esta ocasión no se efectuarán en las Islas prácticas antisubmarinas que conlleven el uso de transmisiones de equipos sonar. No en vano, el submarino Mistral permanecerá en aguas del Golfo de Cádiz. Las unidades que sí se han desplazado, además del Juan Carlos I y el Álvaro de Bazán, son los buques Galicia y San Giusto, ocho lanchas de desembarco y las fragatas Almirante Juan de Borbón y Santa María.

Las fuerzas anfibias tocaron tierra en la playa de Tarajalejo (Fuerteventura) y en Veneguera (Gran Canaria) durante la madrugada del miércoles. Aunque en un principio también estaba previsto proyectar el poder naval sobre tierra en la playa majorera de La Solapa, finalmente se descartó porque las condiciones del mar lo impidió. Estos ejercicios continúan esta madrugada en Tenerife, en la playa de Los Abriguitos y la zona de Los Abades.

Los aviones Harrier, durante la demostración aeronaval de ayer frente a la costa del norte de Gran Canaria, también entraron en acción. Cuatro aparatos de este tipo despegaron de la cubierta del Juan Carlos I para volar en formación, una disciplina en vuelo que requiere precisión por la escasa distancia que existe entre un aparato y otro. Las maniobras previas al desembarco anfibio también se ejecutaron. La rampa de popa se abrió y entró el mar al dique inundable del buque, que puede llegar a contener la misma cantidad de agua que tres piscinas olímpicas. En él, cuatro embarcaciones LCM-1E sirven de soporte para vehículos ligeros y pesados y efectivos que, en una operación planteada, llegan a costa.

La polémica surgida por el rechazo a estos ejercicios , principalmente en Fuerteventura, fue respondida por el general del Tercio Armada, Rafael Roldán Tudela, general de Brigada de Infantería de Marina. Roldán Tudela explicó que realizar ejercicios en Canarias ha venido "muy bien" porque permite variar de terreno y tener otras opciones de adiestramiento. Aseguró, a su vez, que el desembarco en Tarajalejo se hizo con absoluta tranquilidad. "No hubo ningún incidente. Dejamos la playa tal y como nos la encontramos, incluso mejor", recalcó.

Tras una primera fase en el puerto de Rota, los efectivos se desplazaron a las Islas -donde permanecerán hasta el próximo lunes- para llevar a cabo la fase de tránsito -en la que además de los ejercicios anfibios y aeronavales tendrán lugar el adiestramiento terrestre en los campos militares de La Isleta y Pájara- y la de visita en los puertos de Tenerife, Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote. La última fase será en el Golfo de Cádiz, donde la Armada se medirá en una situación ficticia de amenazas de terrorismo o insurgencia en un imaginario país llamado Larnland.