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Ciudadanas antes que mujeres

España celebra el 85 aniversario del sufragio femenino

85 años de sufragio femenino. JUAN CARLOS CASTRO

"No tendréis nunca bastante tiempo para llorar al dejar al margen de la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una fuerza joven", así de rotunda fue Clara Campoamor en su defensa del sufragio femenino ante las Cortes al inicio de la Segunda República. El camino que recorrió la diputada madrileña hasta conseguir materializar este logro fue muy largo y lleno de obstáculos, pero el 1 de octubre de 1931 las Cortes Constituyentes aprobaron el derecho a voto de las mujeres, si bien no lo ejercieron hasta el 19 de noviembre de 1933. El lunes hizo 85 años de este hecho histórico para la igualdad de género y, a siete meses de las próximas elecciones, la participación de las mujeres en la vida política es muy diferente.

El debate entre los parlamentarios de entonces fue muy arduo e intenso. Con argumentos biológicos enarbolados en contra del sufragio femenino por el catedrático de Patología de la Universidad de Madrid y diputado por la Federación Republicana Gallega, Roberto Novoa, quien afirmó que "la mujer se deja llevar siempre por la emoción" o que "el histerismo es la propia estructura de la mujer, por lo que es voluble, versátil, es sensibilidad de espíritu y emoción". Inmaculada Blasco, profesora de Historia Contemporánea en la Universidad de La Laguna y miembro del Instituto Universitario de Estudios de la Mujer, explica que entonces consideraban que la participación de la mujeres en la vida pública "las alejaría de las funciones impresas en su cuerpo, pues había un fuerte pensamiento biologicista". Una de las opciones que llegó a plantear Novoa desde la ciencia médica, aparentemente aséptica, fue autorizar el voto de las féminas a partir de los 45 años, edad a la que dejarían de estar bajo el influjo del periodo menstrual.

La influencia del clero

A este imaginario sobre la figura de la mujer se suma que el debate sobre el derecho al voto femenino topó con la Iglesia. Según algunos diputados, entre los que se encontraba la representante del Partido Republicano Radical Socialista, Victoria Kent, la mujer estaba influenciada por el clero y, por tanto, consideraban que el voto femenino sería conservador y un peligro para la República. Por este motivo, según relata Blasco, plantearon que antes de que ejercieran el voto, era necesario educar a las mujeres en la ciudadanía.

Aunque en esas primeras elecciones bajo el sufragio universal, a las que fueron llamadas a las urnas cerca de siete millones de mujeres, se culpó al voto femenino de la victoria de la candidatura de centro derecha "estudios históricos apuntan a otros factores determinantes como la consigna de abstencionismo de los anarquistas, la reorganización de la derecha o el desgaste de la izquierda en el primer bienio de la República", matiza Blasco.

En Canarias, el día siguiente a estas elecciones, lejos de los grandes titulares feministas de la actualidad, la prensa local recogió tímidamente este logro de las mujeres. Se destacaba la elevada participación femenina y su inclinación por los partidos republicanos. Dos días después , el periódico Diario de Las Palmas señalaba en su crónica que "la mujer ha salido a la plaza pública decidida a ejercitar sus derechos políticos" y auguró que "no sorprenderá que haya mujeres que aspiren en su día a ocupar puestos de concejales y consejeros del Cabildo".

En el momento de estos debates y acontecimientos históricos, la moyense Lalita Torres tenía apenas dos años. Su primer recuerdo político es de 1936, justo antes de que estallara la Guerra Civil, cuando un día vio aviones que sobrevolaban su azotea y lanzaron papeles, "era propaganda política, pero como la niña que era, tenía cinco años, lo viví como un juego".

Por el devenir de la historia nacional no pudo ejercer el voto hasta que hubo cumplido los 46 años y con cinco hijos. "Cuando voté por primera vez en las lececiones generales del año 77 fue toda una novedad y tenía mucha ilusión, porque yo solo había oído hablar a mis padres de los partidos", rememora. Lalita relata que durante la campaña electoral, Felipe González ofreció un mitin en el Estadio Insular, "yo estaba en la Clínica del Pino cuidando a mi madre y recuerdo escuchar a las enfermeras cuchicheando en los pasillos sobre lo guapo y simpático que era". Reconoce que la primera vez que participó de la democracia escuchó los consejos de un vecino y amigo de la familia, quien le aconsejó votar por Unión de Centro Democrático (UCD), liderado por Adolfo Suárez, pero "a partir de ahí siempre he decidido yo lo que votar".

Se abría entonces una nueva era para la ciudadanía, que volvía a decidir sobre el futuro del país. Por este motivo, desde ese entonces, Lalita ha participado en todas las elecciones porque, para ella "el deber de los ciudadanos es ir a votar". Y ese consejo es el que le traslada a Zaira Quintana, una joven del mismo pueblo de 18 años que se estrenará como votante en las próximas elecciones de mayo, "hay que ir a votar y hay que informarse bien de cómo están las cosas, sin dejarse guiar por nadie", afirma Lalita. Pero eso no es un problema para Zaira, quien reconoce que lee los programas electorales de los partidos desde hace algunos años, animada por los trabajos que realizaba en el instituto. "El día que vaya a votar lo haré con mi familia y será un día de nervios y de ilusión", prevé Zaira, quien espera con anhelo que llegue ese día, para poder "depositar en la urna una pequeña parte del futuro de España".

La nueva generación de votantes, según explica la joven, no está muy interesada por la política, pero reconoce que a ella le preocupan algunos aspectos como las mejoras en educación y en sanidad o el paro juvenil;"cuando termine mis estudios, veo complicado encontrar trabajo", concluye.

La igualdad de sexos fue acogida con aplausos por unos y con recelo y desconfianza por otros. Esther Torrado, profesora e investigadora del departamento de Sociología de la ULL subraya que "este retraso a la hora de participar en la vida pública ha hecho que arrastremos hasta la actualidad un déficit democrático". En este sentido, Torrado denuncia que a las mujeres "suelen darles las carteras relacionadas con los cuidados, pero hay pocas que gestionen el urbanismo o hacienda".

España, durante esos años primeros de sufragio universal, fue un país muy avanzado en materia de género. En 1936 Federica Montseny se convirtió en la primera ministra del país, gestionando la cartera de Sanidad, Consumo y Asistencia Social. Pero con el inicio de la Guerra Civil y el golpe de Estado se activaron políticas de retorno al hogar por parte de las mujeres y medidas para aumentar la natalidad. "Se volvió a relegar a las mujeres a los roles de esposas y madres y se les vuelve a expulsar del espacio público y político", recuerda la socióloga. "Nunca hemos tenido una presidenta del Gobierno y todos los candidatos a la presidencia son varones, lo que denota que España tiene aún resistencia a la incorporación de las mujeres a la gestión política".

Según Torrado, también es signo del retraso democrático del país que los medios de comunicación tratan con más dureza a las mujeres que se dedican a la política, ya que "no solo se enfrentan a las críticas por su forma de gestionar, sino que también se ven expuestas a duros comentarios sobre su físico, su edad o su forma de vestir, lo que las desincentiva a la hora de participar en la gestión pública".

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