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Entrevista | Enrique Bethencourt

"UPC fue una cantera de grandes líderes políticos y movimientos sociales"

"El partido potenció la idea de que era posible un proyecto político que no dependiera de Madrid", manifiesta el periodista y escritor

Enrique Bethencourt en la plazoleta Farray. JOSÉ PÉREZ CURBELO

¿Cómo surgió la idea del libro?

Desde hacía unos tres años tenía la idea de escribir un libro sobre la época de la transición en Canarias. Por una parte, porque creo que es necesario tener memoria histórica y porque los jóvenes no tienen conocimiento de lo que supuso aquella época en las Islas. Durante algo más de un año hice mucho trabajo de investigación en hemeroteca porque, como era el inicio de la democracia, los medios de comunicación recogían todo lo que acontecía en la vida política. Y, además, afortunadamente, pude hablar con muchas de las personas que formaron parte de las bases del partido que me ofrecieron su visión de la época.

¿Cómo describiría el papel de Unión del Pueblo Canario (UPC) a quien no vivió aquel tiempo?

Siempre hay una tendencia doble, por parte de los protagonistas e, incluso, por parte de quienes solo tienen alguna referencia, aunque sea pequeña. Por un lado, magnificar al partido y decir que era toda una serie de virtudes; y, en el otro extremo, demonizarlos y plantear que era todo un desastre. UPC tuvo elementos positivos, como que fue capaz de aglutinar a personas que tenían pensamientos diferentes y potenció la idea de era posible la existencia de un proyecto político que no dependiera de una sede en Madrid. Defendió que se elaboraran las políticas diagnosticando la realidad de la sociedad canaria y se aplicaran las soluciones desde aquí. Pero la formación también tenían defectos. No tenían experiencia democrática y, por otra parte, existía algo de sectarismo, con peleas internas que se trasladaron al mundo sindical y llegaron a fracturar el Sindicato de Canarias.

En 2019 se cumplen 40 años de su creación, ¿qué queda actualmente de UPC?

Dejó una huella de que es posible que haya formaciones políticas canarias y, además, fue una especie de cantera de grandes líderes políticos y de movimientos sociales. Por otro lado, hoy en día los nacionalismos en el Archipiélago son muy reivindicativos con tener una autonomía del máximo nivel y exigir al Estado lo que nos corresponde. Seguramente las fórmulas de antes no sirven ahora, ni los planteamientos actuales servirían para aquella etapa, pero gracias a ese legado de UPC, que empezó a nombrar a Canarias en las instituciones nacionales, ahora nos escuchan.

¿Cuáles fueron los ingredientes sociales que dieron pie a la creación del partido?

Las personas que formaron UPC estaban muy ligadas a los movimientos vecinales, que reclaman la mejoría de los servicios básicos y gozaban de un gran respeto por parte de la ciudadanía. También hubo otro aspecto crucial que fue el sentimiento de canariedad. Históricamente el Archipiélago no tuvo capacidad para generar administraciones, gobierno y partidos políticos propios, así que UPC unió a mucha gente precisamente por eso, por ser un partido genuinamente canario. En aquella época aquí predominaba Unión de Centro Democrático (UCD), liderado por Adolfo Suárez, con un apoyo del 60%. En ese marco surgió UPC, gracias al prestigio en la lucha contra el franquismo en favor de las libertades y al apoyo rotundo de la canariedad.

¿Qué ideales defendía UPC para llegar a convertirse en tercera fuerza política en las Islas?

El lema que proclamaban era la autodeterminación, el hecho de poder elegir qué relación mantener con el Estado, aunque no tenían una posición cerrada. Dentro del propio partido había personas que defendían la independencia, otros apostaban por un modelo federal y otros por un autonomía de gran nivel. Aunque nunca llegaron a concretar ninguna de estas opciones, sí tuvieron importancia con respecto al Estatuto de Autonomía. Otras comunidades pudieron acceder a su Estatuto por la vía rápida, recogida en el artículo 151 de la Constitución, que requiere un referéndum de ratificación y en Canarias no se logra porque aquí había miedo. Veían peligrar la confirmación porque a la hora de plantear la consulta ciudadana temían que los nacionalistas pidieran la abstención y no se llegara al mínimo de votos para aprobarlo. Creo que en ese momento se magnificó mucho el peso del nacionalismo, porque eran la tercera fuerza política en las Islas y por delante de ellos estaba UCD y el PSOE. Además, UPC no logró penetrar en el conjunto del Archipiélago, se centró en las islas capitalinas y principalmente en las urbes. Ese miedo, que no debía ser tal, provocó que Canarias no estuviera en el primera división estatutaria.

¿A qué retos se enfrentó UPC?

Les tocó liderar el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria en la primera legislatura, sin recursos económicos y sin experiencia. Aquella ciudad no tenía nada que ver con la que conocemos hoy en día. Había muchas deficiencias en materia de infraestructura, transporte, educación y sanidad. Los servicios para el ciudadano estaban en las mínimas. Hay prestaciones que hoy tenemos normalizadas pero, por ejemplo, hace 40 años el agua no llegaba a los barrios. Al frente del Consistorio, como primer alcalde de la democracia, estaba Manuel Bermejo, un hombre culto, sensible y con grandes preocupaciones urbanísticas.

¿Cuáles fueron los principales logros de UPC en la capital grancanaria?

Sus mayores éxitos fueron la municipalización de las guaguas, que se encontraban en una situación caótica, y de la recogida de basuras. También hay que destacar que crearon las primeras guarderías municipales de España, que instalaron en los barrios donde las necesidades sociales eran mas acuciantes, y buscaron solares para la construcción de colegios públicos, entonces los estudiantes doblaban turnos porque no había plazas para todos. Incluso, tomaron decisiones urbanísticas importantes y se enfrentaron a una gran empresa como era la constructora del edificio Basconia, que estaba fabricando más plantas de las que tenía autorizada.

Y a nivel nacional...

Fernando Sagaseta, que era una persona muy volcánica, muy pasional y consecuente con sus ideas, estuvo tres años como diputado en el Congreso. Se le acusó en aquel entonces de ser monotemático, porque abordaba frecuentemente el tema de la OTAN y eso se tradujo en los resultados del referéndum del 88, en el que Canarias rechazó la entrada de España en la OTAN. Es verdad que tocaba mucho ese asunto, pero también hay que destacar fue pionero en defender en el Congreso la primera ley feminista del divorcio.

¿Qué papel jugó la mujer en la desaparecida formación política?

Es evidente que había un déficit de mujeres en las listas. En el caso de las elecciones generales la primera aparecía en las suplencias, pero en las municipales sí había representación femenina, con Chari Armas, que fue la primera feminista en Canarias que tuvo responsabilidades políticas e institucionales, y Julia Chinarro. Había muy poca presencia femenina a pesar de que, dentro y fuera de UPC, esas mujeres fueron las pioneras del feminismo en las Islas, pero las cúpulas de los partidos estaban absolutamente masculinazadas y a la hora de elaborar las listas las mujeres no contaban. Y, a pesar de que el programa de UPC contenía ideas muy avanzadas sobre la mujer, el partido era un reflejo de la sociedad.

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