El PSOE se halla ante una encrucijada inédita en los 36 años de historia autonómica de Canarias. Un acuerdo combinado y simultáneo a derecha e izquierda le abre la puerta a un poder como nunca antes tuvo en el Gobierno canario, cabildos y ayuntamientos. Tras los comicios celebrados el 26 de mayo los socialistas han ocupado la zona central del complejo tablero político de las Islas con opciones de firmar acuerdos con todos los partidos con representación parlamentaria: CC, PP, Podemos, NC, Ciudadanos y ASG. Algo tan excitante como peligroso. Seis opciones donde elegir compañía. Todos cortejan a los socialistas y ellos se dejan seducir. En este juego cortesano y tentador de máscaras y enredos de parejas, tríos y hasta cuartetos políticos el coqueteo concluye en cinco días. El sábado se constituyen las corporaciones locales. Primeros descartes. Y la militancia socialista, por primera vez, tiene voz y voto en las alianzas.

El acuerdo de Gobierno en Canarias por la izquierda avanza para que Ángel Víctor Torres presida el Ejecutivo con el apoyo de Podemos, Nueva Canarias y la Asociación Socialista Gomera. Es por ahora el más estable y, en apariencia, el más seguro. De cita en cita el autodenominado Gobierno del cambio coge cuerpo. Sin embargo, no es la única vía abierta para tocar cumbre: la dirección federal de los socialistas entiende que Coalición Canaria es una compañía igual de fiable para perdurar durante toda la legislatura sin despeñarse en la escalada al poder autonómico. Así, sin más compañía que la de los nacionalistas en la Cámara regional, cabildos o ayuntamientos. Sin estar desinquieto y sin que se pida cada minuto lealtad o se apele a una fidelidad, en ocasiones mal entendida por el resto de compañeros de viaje del Gobierno del cambio.

En teoría, sin entrar en los incómodos detalles personales de los enconos particulares o las rencillas locales, el acuerdo de los socialistas con los nacionalistas canarios reduce la alianza a una pareja (CC-PSOE), aunque al enlace estarían invitados, tanto por razones estratégicas como tácticas para el PSOE y para CC, los gomeros de Casimiro Curbelo. En un Parlamento con 70 diputados socialistas y nacionalistas suman 45 escaños. Es la gran mayoría política salida de los comicios celebrados el 26 de mayo. Más que suficiente, holgada. Hegemónica. Aplastante.

A dos, Partido Socialista más Coalición, la gestión de los asuntos públicos, la tramitación legislativa y la aprobación presupuestaria resulta más confortable que a tres o a cuatro. Da oxígeno y tiempo para transitar con desahogo y holgura durante la legislatura. Un reparto del poder entre dos, PSOE y CC, aventura un matrimonio de conveniencia más armónico, que experimentos hasta ahora no ensayados en la comunidad autónoma con Podemos y NC, por un lado, y el PP, por otro, como pilares, aún no sometidos a la prueba de la carga, levantados para sostener el Gobierno de Ángel Víctor Torres. Así se ve al menos desde la dirección federal del PSOE.

En el mapa de coordenadas de Ferraz gusta la alianza con CC. También por las ventajas que la unión con los nacionalistas canarios da la presencia de las dos diputadas nacionalistas en el Congreso de los Diputados, Ana Oramas y Guadalupe González Taño. Y ya no tanto porque sean influyentes para la investidura del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, como por el refuerzo en el Congreso de los Diputados para salvar votaciones tanto en el pleno como en las comisiones.

La confluencia entre nacionalistas y socialistas recoloca en el centro a los dos partidos. Al PSOE le aleja de la extrema izquierda y a CC de la derecha. Ocupan el terreno estratégico desde el que se consolida la posición clave para a partir de ahí achicar el resto de espacios electorales con el que anular a los rivales políticos. El PSOE coloca en la marginalidad o en la irrelevancia política a NC y Podemos y CC, a PP y Ciudadanos. Salvo PSOE y CC el resto queda tocado, cuando no hundido.

El coordinador del PSOE para los pactos postelectorales, José María Ábalos, tiene en mente esta alianza con los nacionalistas, pero es respetuoso con su secretario general en Canarias, Ángel Víctor Torres, que tras el triunfo electoral el 26 de mayo, se ha ganado más que la confianza de Ferraz: la autonomía para zurcir el delicado tejido político canario.

En la tela aparecen, sin embargo, desgarros complejos de coser para CC y PSOE. La denuncia del consejero nacionalista Fernando Bañolas por presunta malversación y prevaricación contra Ángel Víctor Torres por su gestión en el Instituto Insular de Deportes del Cabildo de Gran Canaria y una militancia socialista muy motivada con echar a los nacionalistas de las instituciones.

No es un asunto menor la opinión de los afiliados socialistas. El artículo 53 de los estatutos federales del PSOE establece: "en todo caso, será obligatoria la consulta a la militancia, al nivel territorial que corresponda, sobre los acuerdos de Gobierno en los que sea parte el PSOE o sobre el sentido del voto en sesiones de investidura que supongan facilitar el gobierno a otro partido político". La consulta es vinculante y de obligado cumplimiento. Por primera vez se va a someter el partido a este test de estrés de los afiliados.

Los militantes del PSOE votarán los pactos locales antes de la corporación de los ayuntamientos el próximo sábado. Si se decide desalojar a NC de ayuntamientos como Telde o Santa Lucía el proyecto del Gobierno del cambio de Torres tropieza. Quedarían luego los Cabildos y por último el Ejecutivo canario para la segunda semana de julio. Tiempos para el suspense y la intriga. Y también para que los militantes del PSOE voten a favor o en contra.

De ahí que Ferraz se abra a la opción más sencilla y estable -la alianza con CC- frente a la complejidad de acuerdos multilaterales con el PP, Podemos y Nueva Canarias en el Gobierno regional, cabildos y ayuntamientos que en algunos casos son incompatibles. Con los nacionalistas echarían el candado a todas las instituciones.

Por el lado de CC el escollo a salvar con los socialistas está en la presidencia del Gobierno de Canarias, y por lo tanto, la salida de Fernando Clavijo. Desde el PSOE se interpreta que las declaraciones de José Miguel Barragán, secretario general de Coalición, que insinuó el viernes una presunta marcha de Clavijo, que luego rectificó, es ya un mensaje, aunque subliminal, para propiciar un entendimiento entre ambas formaciones. Entienden los socialistas que en aras de conservar la influencia municipal en Tenerife, Cabildo y Ayuntamiento de Santa Cruz, los nacionalistas en última instancia abrirían la puerta para irse de la Presidencia del Gobierno de Canarias después de 26 años.