¿Qué labor desempeñas en esta misión?

Estoy al mando de una Escuadra de la Unidad de Protección. Proporcionamos seguridad a la base de Koulikoro y escoltamos a los instructores europeos que están formando a las fuerzas armadas malienses.

¿Qué supone para ti esta misión?

Es un orgullo estar aquí. Veo que mi trabajo y esfuerzo diarios sirven para mejorar la situación de Malí y que se van consiguiendo los objetivos marcados con los cursos que se imparten a los militares malienses.

¿Cómo es el trato entre militares españoles y malienses?

Hay una buena relación con ellos. Nuestra misión es apoyar su instrucción y adiestramiento para que puedan resolver por sus propios medio el conflicto que tienen en la zona norte con los grupos terroristas. Tal vez el único inconveniente que tengamos sea la barrera del idioma, ya que muchos no hablan francés sino bambara, que es la lengua local. No obstante, cuando trabajamos juntos contamos con intérpretes. Además, les intentamos enseñar nuestra lengua y ellos a nosotros la suya para poder entendernos mejor.

Después del tiempo que llevas de misión y el trato con los civiles malienses, ¿qué te han transmitido?

El ambiente que se respira aquí es muy amigable. Los civiles nos tienen en muy alta estima a los españoles, ya que llevamos aquí casi siete años trabajando. Desde que aterricé en Bamako vi que la población maliense entiende los objetivos de la misión de la Unión Europea de formar a sus fuerzas armadas y conseguir que Mali sea un país estable y seguro. Cuando salimos de la base para hacer alguna escolta o patrulla, los civiles nos reciben con sonrisas. Esto es algo que me encanta y que hace la misión más amena.

Vemos una sensación de seguridad y tranquilidad a pesar del ataque a la base de hace unos meses, ¿cómo se vive el día a día?

Estamos en un área con una gran seguridad. La zona principal del conflicto en Mali está en la zona norte, mientras que nosotros estamos en el sur. A pesar de ello, no nos olvidamos de que estamos en un país con un conflicto y que siempre cabe la posibilidad de un ataque, aunque sea muy improbable. Por ello nos hemos preparado durante meses en España, hemos realizado maniobras en Canarias para estar dispuestos y preparados para responder ante cualquier situación. El día a día es bastante intenso, en función de la semana tenemos unos cometidos u otros. Además sacamos tiempo para hacer deporte, mantener un buen nivel físico y socializar con el resto de miembros de la misión. Aquí en Malí participan 26 nacionalidades distintas de la UE. Practicar y mejorar el nivel de inglés es algo casi obligatorio (risas).

Se suele decir que la familia que se queda en España también está de misión, ¿cómo lo llevan ellos?

Dentro de lo que cabe bastante bien. Mi familia entiende por qué estoy aquí y la labor que hacemos. Es normal que se preocupen, pero saben que este es mi trabajo y mi vocación. Siempre he querido desplegar en alguna de las misiones que tienen las Fuerzas Armadas por todo el mundo y he tenido la suerte de venir a Malí. Además en la base tenemos muchos medios para poder comunicarnos con ellos. Casi todos los días hablo con mi hija y mi marido, lo que para ellos es algo tranquilizador. Tenemos la costumbre de contar las semanas que quedan para vernos contando las hamburguesas nos ponen los sábados (risas).