La creciente inestabilidad del Sahel, alimentada por el terrorismo yihadista, los conflictos étnicos y el crimen organizado, constituye una creciente amenaza que, a ojos de España, requiere "un esfuerzo adicional" de la comunidad internacional para atajarla. Cuatro años después del acuerdo de reconciliación y de paz en Malí, el balance no es positivo. Los problemas se extienden e irrumpen cada vez más elementos de desestabilización. "La preocupación por el Sahel no es gratuita", afirmó ayer Fernando Valenzuela, secretario de Estado de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación. Burkina Faso y Níger presentan ya síntomas de contagio de la situación de inseguridad y desequilibrio que asola a Malí. El G5 Sahel, el órgano de coordinación y seguimiento de cooperación regional para políticas de desarrollo y seguridad que aglutina a los gobiernos de esos tres países -además de Chad y Mauritania-, también alerta del peligro. Esos estados "corren riesgo de derrumbarse" si no se actúa a tiempo.

La Unión Europea (UE) y los propios países del Sahel, que centran sus esfuerzos en coordinar los planes de intervención y de acción en la zona que sirve de transición entre el desierto del Sáhara, al norte, y la sabana sudanesa, al sur, son conscientes de esta situación. En la jornada inaugural de la séptima reunión de enviados especiales y socios para el Sahel que acoge Casa África, el representante especial de la UE para la región africana en cuestión, Ángel Losada, subrayó que para el bloque comunitario este asunto es prioritario. Losada indicó que "hay que actuar lo antes posible" porque se trata de una cuestión de "urgencia" y "necesidad". "Lo que no gastemos hoy, si pensamos reducir gastos, nos va a costar mucho más mañana. Pero no solo en dinero. Nos va a costar en seguridad, en hombres... En absolutamente todo", esgrimió.

Cóctel perfecto

Valenzuela alentó a la comunidad internacional a poner su grano de arena en la estabilización de la zona, pero también a los propios países del Sahel. El secretario de Estado de Asuntos Exteriores hizo hincapié en que "presencias nada tranquilizadores, como el Daesh o Al Qaeda, empiezan a ser identificables en la región". Una situación preocupante que se suma a la debilidad institucional, al subdesarrollo y a la escasez de recursos como consecuencia del cambio climático. El cóctel perfecto.

La articulación de salidas atractivas para la población más joven, así como la involucración de los líderes religiosos, juegan un papel fundamental para poner coto a la violencia. Eso, al menos, opina la vicepresidenta de la Comisión de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Cedeao), Finda Koroma, que señala que los grupos terroristas buscan controlar a la juventud para extender el caos y la inseguridad. Para Koroma, es necesario contrarrestar su acción mediante la oferta de alternativas a los más jóvenes, principalmente relacionadas con el acceso a la formación y a la tecnología. Antes hay que superar, sin embargo, un gran escollo. Las economías de la zona, ya débiles de por sí, tienen que esforzarse a fondo para combatir el terrorismo, lo que dificulta que se pueda destinar más recursos a la educación y a la cultura.

Una de las consignas del G5 es, de hecho, la apuesta inmediata por el desarrollo. "Donde hay desarrollo hay seguridad y donde hay seguridad hay desarrollo", recalcó el secretario permanente de Maman Sambo Sidikou, que lamentó que con frecuencia caiga en el olvido los problemas de fondo que también minan el crecimiento de esos países, como la pobreza o el cambio climático. Bajo su punta de vista, si un Gobierno no puede cubrir las necesidades básicas de la población -como el acceso al agua o a la educación- deja de tener legitimidad. Es más, el secretario permanente del G5 advirtió que en amplias zonas fronterizas, los estados ya no están presentes.

La UE, recordó Losada, coopera con el Sahel en seguridad, dando apoyo a la fuerza conjunta de los cinco países que integran el G5 -de hecho tropas canarias forman en estos momentos a soldados malienses-, pero también en desarrollo. El presupuesto que el bloque comunitario destina a varios programas alcanza los 3.500 millones. "El Sahel es casi territorio español. Lo definen como la frontera de nuestra frontera, pero diría que es nuestra frontera inmediata en muchos aspectos. La seguridad del Sahel es la seguridad de Europa y de España. Está en juego muchísimo", expuso.

En la inauguración de las jornadas de trabajo, que finalizan hoy, todos los participantes coincidieron en la necesidad ajustar el ensamblaje de las políticas y planes de acción para responder de forma más efectiva a la problemática que acucia a esta región africana. De hecho, Mohamed Chambas, representante especial del secretario general y jefe de la Oficina de las Naciones Unidas para África Occidental y el Sahel, incidió en la necesidad de impulsar la coordinación para evitar las duplicidades.

En las mesas también intervinieron el consejero de Seguridad del Ejecutivo regional, Julio Pérez, y el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria, Augusto Hidalgo. El primero enfatizó que el progreso de los pueblos no puede limitar territorialmente. "Si no es compartido, no es progreso", apostilló. El segundo destacó, por su parte, el papel que juega Canarias, por su cercanía al Sahel y por su experiencia en la gestión de la inmigración, para aportar bienestar a la zona.

Un cinturón de 5.400 kilómetros

  • El Sahel es un cinturón de 5.400 kilómetros que abarca once países: el norte de Senegal, el sur de Mauritania, Malí, el norte de Burkina Faso, el extremo sur de Argelia, Níger, norte de Nigeria, franja central de Chad y de Sudán, Eritrea y parte norte de Etiopía. La política de España para esta región cuenta con cuatro ejes: crecimiento inclusivo y sostenible, paz y seguridad, fortalecimiento institucional y la movilidad ordenada de la población. Para Ángel Losada, el representante especial de la UE en esta zona, "no podrá haber paz en el Sahel si no hay paz en Malí" . El reto es importante. No en vano, el representante especial del Sahel para la Unión Africana, Pierre Buyoya, advirtió que la amenaza terrorista persiste.