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opinión

Un político normal

Dicen que la primera vez no es nunca la mejor, pero sí la que no se olvida ni queriendo. Nunca volverá a ser lo mismo. Esta legislatura en la que Ángel Víctor Torres preside por primera vez el Gobierno de Canarias, pese a haber empezado entre flores, no ha sido ningún camino de rosas y ha registrado acontecimientos desastrosos difíciles de olvidar. Aunque siguen muy presentes entre nosotros, sufriendo sus consecuencias, y aún sin esclarecer, los hemos revivido al contemplar su intervención ayer en el Hotel Santa Catalina. Unos meses de vértigo que el líder de los socialistas canarios ha gestionado con un infalible sentido de la realidad y una audacia propia de un político de raza.

Sin maniobras espectaculares, con un nuevo estilo al frente de un gobierno con vocación social. Ángel Víctor Torres es una persona normal entre los políticos del siglo XXI, como le definió Jerónimo Saavedra. Hombre común que demostró ser cien veces mejor que tantos que se creían superiores a él, incluso algunos adornados de méritos académicos, que le minusvaloraban a sus espaldas. Vaya por delante que Torres se ha acreditado, ante todo y sobre todo, como un socialista luchador que trabajó en su partido de abajo a arriba. Tan normal es Ángel Víctor Torres que pese a su esfuerzo en la explicación de las magnitudes del presupuesto canario, entre sus ejemplos, afloraba el filólogo de formación y vocación al hablar de las lenguas neolatinas como paradigma de progreso y transformación social. De su normalidad depende, "¿eh Román?", el Gobierno del cambio en Canarias que avanza con la amenaza inquietante de un pasado jalonado de deslealtades. De un filólogo que se apoya en Jerónimo Saavedra, el "estadísta" con quien compartió tribuna y presidencia.

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