Del más del 30% de indecisos que, de media, detectan los sondeos, hay un 13% que, al menos en abril, resolvió sus dudas el mismo domingo de las elecciones. Lo apretado de los resultados que anticipan esos mismos sondeos obliga a los candidatos a pescar en el río de los dubitativos. La decantación final puede marcar la diferencia entre salvarse o sucumbir.

Porcentajes al margen sobre cual será el retroceso, hay coincidencia en que Albert Rivera es ahora el candidato predestinado al hundimiento de la noche electoral. El líder de Ciudadanos comienza a asumir esa posibilidad y se abre a opciones alternativas, incluso aquellas que tras los comicios de abril descartó de forma radical, como abstenerse para abrir paso a un Ejecutivo de Pedro Sánchez en solitario y en minoría. Rivera devuelve así a Cs a la condición de partido útil que en 2016 jugó a dos bandas, primero junto al candidato socialista y, tras la repetición electoral, facilitando que Rajoy fuera de nuevo presidente. Su 'plan A' es sumar con el PP, y con Vox aunque no los cite, para desalojar a Sánchez de la Moncloa. Pero ante los signos persistentes de que eso no llegue ayer, en un desayuno organizado por Europa Press, trazaba ayer su 'plan B' para abrir paso a Sánchez y evitar una tercera llamada a las urnas. "Si no tenemos mayoría no podemos enfadarnos y no respirar. La diferencia entre Casado, Vox y yo es que yo estoy dispuesto a trabajar en el gobierno y en la oposición", anticipa. Su objetivo es convertirse en "actor imprescindible" en el nuevo escenario político, un papel que ya jugó antes intentar el sobrepasar al PP en horas bajas. Y un cometido que Ciudadanos podría asumir aunque sólo quedara con una veintena de los 57 diputados que tuvo en la legislatura fallida.

El anuncio de Rivera de que ahora si está dispuesto a abrir paso a Sánchez tiene así una doble intención. Por un lado, intenta atraer a indecisos y amortiguar la caída. La segunda intención, con la vista ya puesta en el día después, es tomar posiciones ante la posibilidad de que su contribución, aunque pequeña, pueda resultar decisiva.

Pese a los requirimientos de Sánchez, Casado insiste en rechazar la abstención de su grupo para suplir las insuficiencias del PSOE. Saber que Rivera se ofrece ya para ese cometido alivia al PP ante la amenaza de verse obligado a asumir el mismo papel que el PSOE desempeñó con Rajoy. "Cs y Podemos ya han avisado de que investirían a Sánchez si gana las elecciones", explicaba ayer antes de garantizar firmeza en su propósito de no facilitar la investidura del candidato socialista.