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Pintura

Arte flamenco escondido

Canarias acoge un auténtico tesoro desconocido en pintura flamenca, con cuadros magníficos como el 'Tríptico de Las Nieves' en Agaete o la 'Adoración de los Reyes' en la sencilla iglesia de Taganana

Manuel López, escritor y estudioso de la pintura flamenca, en la Casa de Colón. quique curbelo

Al final de un largo recorrido, de una carretera que parece no tener fin, se llega con cierto trasiego a las puertas de una pequeña iglesia pintada de blanco. En su interior, tal vez algo escondida se vislumbra una pieza formidable. Pocos son los que esperan que en esta ermita de Taganana, en Santa Cruz de Tenerife, se pueda disfrutar con una obra representativa del arte flamenco del siglo XVI y que fue atribuida al pintor, natural de Amberes, Marcellus Coffermans: se trata del tríptico de la Adoración de los Reyes Magos.

Cuenta Amelita, la mujer que lleva años guardando las llaves de esta iglesia, que finalmente han tenido que ponerle una alarma al recinto, "porque entraron a robar, y se llevaron unos décimos de la lotería". El Obispado también decidió prohibir que se hicieran fotografías al cuadro. Siempre hay grupos de extranjeros especialmente motivados que no dudan en tratar de llevarse un recuerdo de su paso por esta alejada parroquia de Las Nieves. La maravilla de este hallazgo merece el largo viaje y solo es un ejemplo. Esta tabla en la que se representa la visita de los Magos de Oriente no es el único tesoro inesperado que se localiza a lo largo de la amplia geografía de las Islas. Esta realidad soterrada lleva necesariamente a un tiempo pasado de gran esplendor: a ese momento de la historia en el que Canarias como paso obligado hacia el nuevo mundo se convirtió en el principal destino de barcos, hombres acaudalados y también de numerosas obras de arte, que en muchos casos terminaron por quedarse en casas privadas o en ermitas y conventos del Archipiélago.

El historiador y experto en pintura flamenca Matías Padrón señalaba en una conferencia que ofreció sobre la presencia en las islas de obras de Hendricke Van Balen, pintor de cámara de la Archiduquesa Isabel Clara Eugenia y maestro de Van Dyck, que la naturaleza había regalado a esta tierra una afortunada situación, "las aguas del Atlántico fueron vía de constante comunicación en todo el siglo XVI. Es inexplicable la presencia y calidad de las pinturas atesoradas en las islas sin estas premisas".

También hay que tener en cuenta que en ese momento Canarias mantiene un floreciente comercio con Flandes, de donde se importaron productos manufacturados tales como textiles, objetos de metal o piezas de ajuar que no se producían en las Islas y que en ocasiones constituían parte del pago recibido a cambio de las partidas de azúcar. La existencia de estos intercambios comerciales explica la presencia en Canarias de obras artísticas de procedencia flamenca.

Estos cuadros eran muy apreciados en buena parte de Europa y era habitual que las familias adineradas adquirieran este tipo de piezas de medio formato, fáciles de transportar y adecuadas para oratorios particulares. Los historiadores también recuerdan que a lo largo de los siglos posteriores a la conquista de América muchos de los isleños que emigraron en busca de fortuna mostraron su agradecimiento a la providencia mediante el envío de ofrendas, generalmente lujosas piezas artísticas destinadas a las iglesias de sus lugares de origen.

Van Balen colaboró con Rubens

Esta confluencia de circunstancias explica la existencia en Canarias, por toda su geografía, de excelentes pinturas de maestros tan destacados como Joos Van Cleve con su tríptico de las Nieves de Agaete, la Crucifixión de Van Balen que se halla en la ermita de San Vicente en Los Realejos; la Ascensión de Cristo, de Pieter Van Lint en la iglesia de San Agustín de Vegueta, el Tríptico de la Natividad de Navas y Grimón, de Pieter Coecke, en el Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife o la A doración de los pastores, en la basílica de San Juan de Telde.

En realidad en las Islas se contabilizan más de 80 obras representativas de la pintura flamenca, diseminadas en pequeñas iglesias, en museos, catedrales, y también formando parte de colecciones privadas. Evidentemente no todas son creaciones de autores reconocidos, pero muchas sí. Y este enorme elenco aún mantiene cuadros de gran valía que habría que analizar y añadir a esta impresionante lista del patrimonio insular.

Matías Padrón, en el estudio que realizó sobre la presencia de Van Balen en Canarias, autor del magnífico retablo de Mazuelos que luce en la catedral de La Laguna, destacó que este gran artista no solo colaboró con Rubens, sino que "su nombre está estrechamente unido a los maestros más prestigiosos de Bruselas y Amberes y mantenía un estrecho contacto con la clientela más exigente en Europa". En el Museo del Prado puede verse la mano de Van Balen en la serie que se realizó sobre los sentidos: el Oído, El Gusto, l a Vista y el Olfato. Los lienzos fueron encargados a J. Brueghel, colaborando en ellos Rubens, Van Balen, Mamper, Franhen y otros.

También se lamenta Padrón que a pesar de estos tesoros en determinados ámbitos académicos, y cita el congreso internacional que se celebró en Granada en la década de los setenta, sobre España entre el Mediterráneo y el Atlántico, "se olvidó el impresionante bagaje de estas islas, junto a las costas africanas y en contacto con las ciudades más prósperas de Flandes".

El escritor y estudioso de la pintura flamenca en el Archipiélago, Manuel López, también advierte sobre este grave olvido. A pesar de la existencia en las Islas de esta gran cantidad de piezas magníficas, cuando se trata de mencionar la presencia de cuadros de autores relevantes de estos años no se tiene en cuenta a Canarias.

López pone el ejemplo de Joos Van Cleve, catalogado como uno de los cinco mejores pintores de su época, y cuando se trata de destacar sus obras por el mundo se menciona su presencia en el Prado con Retrato de anciano, en el Thyssen-Bornemisza con su Autorretrato y un Niño de la Pasión sobre la bola del mundo. También se destaca sus piezas en el Louvre, Museo de Viena, Museo Lázaro Galdeano, en el Convento de Santo Domingo de la Calzada, pero no se menciona su obra en Canarias. Y en este punto hay que destacar el magnífico Tríptico de Las Nieves, en el municipio de Agaete.

El milagro de Taganana

Para Manuel López resulta esencial que se produzca una mayor proyección del rico patrimonio artístico que se esconde en las islas, sobre todo en una etapa pictórica en la que el Archipiélago puede aparecer a nivel internacional como uno de los lugares con mayor número de piezas catalogadas y muchas aún por descubrir.

López considera que "hay una gran historia desconocida acerca de la vida en el siglo XVI en Canarias, donde teníamos un gran comercio y potentes sectores económicos, hecho este que se vincula con la capacidad de adquirir obras de arte, precisamente de pintura flamenca". Quizás la única manera de hacer valer esta herencia recibida pueda ser llevar a cabo la propuesta que ha ideado Manuel López, y que supondría crear dos museos de pintura flamenca en ambas capitales canarias.

La lista de autores reconocidos con obra en las Islas resulta sorprendente: Ambrosius Benson, Ambrosius Franken, Coffermans, Pourbus, Van Balen, Pieter Van der Weiden y muchos más. También llama la atención los lugares, esos espacios pequeños, alejados, que acogen estas piezas. Las obras flamencas en Canarias tienen el encanto de poder estar colgadas en museos importantes desde la Casa Colón, al Museo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, la Casa Lercaro en La laguna, pero también hay cuadros importantes en parroquias, como la de San Vicente en Los Realejos con una pieza de Van Balen, un autor con obras en el Museo del Prado y el tríptico de la Adoración de Los Reyes en Taganana.

Con respecto al cuadro de la parroquia de Las Nieves en el pueblo de Taganana hay que añadir que su existencia casi se debe a un milagro. En torno a 1936, un médico aficionado a la pintura se dio cuenta de que tres cuadros situados en el extremo superior y en los laterales del retablo mayor de la iglesia no eran obras independientes sino partes de un valioso tríptico flamenco que, en algún momento, había sido desmembrado. Fue necesario esperar al año 1967 para que una restauración le devolviera su configuración original.

A pesar de que aparece documentado por primera vez en la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves en un inventario realizado en 1580, nada se sabe de las circunstancias de su llegada ni de su ubicación originaria en el templo. Aunque varios historiadores apuntan a que fue un hacendado de La Laguna, propietario de esos ricos terrenos, el que adquirió la obra y la depositó en esa ermita. La única verdad es que muchos años después, al final de un largo camino, se llega a una iglesia pintada de blanco que guarda en su interior un inesperado tesoro en forma de pintura flamenca.

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