La apropiación marroquí de las aguas al suroeste del Archipiélago ha propiciado la unión de los nacionalistas canarios frente a las aspiraciones expansionistas de Rabat. Salvo giro inesperado de última hora, el Parlamento del reino alauí aprobará hoy las dos leyes con que pretende delimitar su Zona Económica Exclusiva (ZEE) y el espacio marítimo que comparte con Mauritania y con las Islas, es decir, con España. Las pretensiones marroquíes, en las que subyacen el interés por garantizarse parte de la potencial riqueza que duerme bajo las aguas al suroeste de El Hierro y la extensión de la ocupación del Sahara Occidental también al espacio marítimo que de iure corresponde a estos territorios, han soliviantado por igual a los dos grandes partidos nacionalistas del Archipiélago. Coalición Canaria (CC) y Nueva Canarias (NC) coinciden en que el Gobierno central debe tomar cartas en el asunto cuanto antes para poner freno a las ambiciones de Rabat, que ha ignorado las advertencias de España y se apresta a sacar adelante dos leyes que contravienen abiertamente el derecho internacional.

Lo cierto es que el anuncio de la inminente aprobación de ambas leyes en la Cámara de Representantes del reino alauí no cogió de improviso a casi nadie a pesar de que el mismo presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, anunció hace justamente un mes que Marruecos pospondría sine die su aprobación. "Advertimos que eso no era así, que Marruecos continuaba con su intención de aprobar las dos leyes; lamentablemente, no nos equivocamos", recordaron desde CC. En Coalición consideran así que la "alarma" y la "preocupación" están "más que justificadas", términos que comparten plenamente en NC, donde califican la unilateralidad con que Rabat se está manejando en este asunto de "delicada y alarmante". Así pues, y aunque solo sea para hacer frente a las pretensiones del país vecino, la no siempre fácil comunión entre los nacionalistas isleños sí se ha conseguido esta vez, aun cuando se haya producido de forma fortuita.

Unos y otros exigen firmeza al Gobierno de Pedro Sánchez y, en concreto, a la nueva ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, que justamente este viernes estará en Marruecos en el que será su primer viaje institucional. Aunque es habitual que sea Rabat el primer destino de los titulares de Exteriores tras jurar o prometer el cargo (dada la importancia de las buenas relaciones entre ambos países para asuntos de tanta trascendencia como el control fronterizo), en esta ocasión la visita de la ministra tendrá lugar apenas 48 después de que el reino alauí apruebe las dos polémicas leyes.

Ante la "provocación" de las autoridades marroquíes, calificativo que ayer les dedicó el coordinador territorial de NC, Luis Campos, CC pidió al Gabinete de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias que presente una queja formal ante Naciones Unidas y reclamó públicamente a González Laya que dé buena muestra del malestar existente en los Gobiernos central y regional en la reunión de este viernes. No obstante, el presidente canario se vio ayer mismo con la ministra, un encuentro en el que la titular de Exteriores le transmitió la misma firmeza en defensa del mar canario que ya le había garantizado la inmediata antecesora de González Laya en el cargo, Margarita Robles. Tras verse con su correligionaria socialista, el jefe del Ejecutivo autonómico insistió en el mensaje en que ya hizo hincapié cuando trascendieron las intenciones de Marruecos, esto es, que las aguas canarias "no se tocan". Es más, el dirigente regional puso énfasis en que si Rabat pisa siquiera "un milímetro" del espacio marítimo bajo soberanía española, y por tanto canaria, "tendrá enfrente" a los gobiernos de España y Canarias. Pero ¿qué pretende el país vecino?

El reino alauí quiere que estas leyes sean la base para la delimitación del espacio marítimo que geográficamente comparte con Mauritania y España. Pero el mapa dibujado por Rabat implica que se produzca un solapamiento de intereses en una amplia extensión al suroeste de la Comunidad Autónoma, la zona en que se encuentran los montes submarinos que contienen los recursos naturales (cobalto, telurio y otros minerales de gran valor para la industria) que quieren explotar ambos Estados. Especialmente el monte bautizado como Tropic, un antiguo volcán submarino recubierto de costras de ferromanganeso.

Afianzar la ocupación

El nuevo reparto del espacio marítimo que pretende Marruecos supone afianzar su control sobre los territorios del Sahara Occidental, ya que para el recálculo de la frontera marítima asume como propios los territorios ocupados, lo que no le han reconocido nunca ni Naciones Unidas ni ningún Estado soberano. De hecho, Rabat ya no calcula su espacio marítimo tomando como límite sur la ciudad de Tarfaya, sino que traslada este límite mucho más abajo, hasta el sur del Sahara Occidental, en concreto a la ciudad de La Güera. El país vecino mata así dos pájaros de un tiro: consolida de facto su control sobre los territorios ocupados y se lanza a una carrera con España, y por extensión Canarias, por la futura explotación de la zona submarina que alberga esa potencial riqueza en forma de cobalto, telurio y demás minerales. La misma zona por la que no podría entrar en disputa con el actual statu quo, ya que queda a una distancia a la que Marruecos (en su territorio original) no puede extender su soberanía en modo alguno.

Hay que recordar que los países son soberanos no solo sobre su territorio, sino también sobre las 12 primeras millas náuticas (22 kilómetros) a partir de su costa. Este es el llamado mar territorial, y sobre él manda cada Estado. Luego, y desde las 12 hasta las 200 millas, cada país puede establecer una ZEE, como la de España en Canarias, una zona que el Estado es el único que puede administrar, explorar, conservar y explotar. Pero aún hay una tercera posibilidad, la de solicitar la ampliación de la plataforma continental, lo que extiende el mar soberano hasta las 350 millas náuticas siempre que se demuestre que efectivamente el territorio submarino es continuidad de la zona terrestre sobre la que se ejerce la soberanía.