Una drástica reducción de la actividad económica como la que han comportado la epidemia de coronavirus y las medidas adoptadas para combatirla tenía que dejarse sentir, necesariamente, en todos los indicadores, también en el de demanda eléctrica, que en Canarias experimentó un auténtico desplome en marzo, muy superior a la media del país. Las particularidades de la estructura productiva del Archipiélago, donde el peso de los servicios -en concreto del turismo- es muy elevado y el de la industria muy escaso, han contribuido a que el consumo de energía haya caído en proporciones muy superiores a la del conjunto del sistema en la Península y Baleares. El cierre de la inmensa mayoría de la planta hotelera, salvo de aquellos establecimientos que albergan a los pocos turistas que permanecen en Canarias durante este periodo y de los seleccionados para acoger a los trabajadores de servicios esenciales, aparece como un factor clave en este derrumbe de la demanda junto a la clausura de la práctica totalidad de la hostelería y del sector comercial.

El turismo cero cogió a Canarias habiendo sumado en febrero 1,17 millones de turistas extranjeros, 66.662 menos en relación con el mismo periodo de 2019, un 2,8% menos.

Los particulares y empresas de las Islas demandaron el pasado mes 672.832 megavatios hora (MWh), un 8,9% menos que en el mismo periodo de 2019, una disminución que fue aún mayor si se descuentan los efectos del calendario y de las temperaturas, según los datos difundidos ayer por Red Eléctrica (REE). En todo el territorio nacional, el descenso se cifró en el 4,6 % -20.924 gigavatios a la hora-, un 6,3% menos.

En términos de demanda, marzo se divide en dos periodos bien diferenciados: hasta la entrada en vigor del estado de alarma -la noche del sábado 14- y a partir de ese momento. El análisis de los balances diarios de REE permite observar una brusca caída entre el viernes 13 y el lunes 15, ambos laborables: en el primero de estos días se demandaron 24.337 megavatios hora, mientras que en el segundo la cifra descendió hasta los 22.331 megavatios, un 8,2% menos. Con todo, las limitaciones impuestas por la situación que vive el país parecen haber hecho su efecto progresivamente, puesto que una semana después, tras el estado de alarma, el consumo había bajado en casi 3.000 megavatios, hasta situarse en 19.477, un dato similar al que se produjo el último lunes del mes, 19.062 megavatios.