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Crisis del coronavirus Europa busca una salida a la emergencia

Europa renquea en solidaridad

La Comisión Europea asume la propuesta de ayuda al desempleo de Von der Leyen para 'coser' las desavenencias entre los Estados

La Comisión Europea hizo ayer suya la propuesta de la presidenta Ursula von del Leyen, anunciada un día antes, de crear un fondo europeo dotado con 100.000 millones de euros para conceder préstamos a los países más afectados por el Covid-19, como España e Italia, y ayudarles a costear medidas destinadas a evitar los despidos por la pandemia.

La iniciativa, bautizada como SURE, tendrá que ser aprobada por los países de la Unión Europea (UE), que la debatirán en la reunión del Eurogrupo del próximo 7 de abril después de que en la última cita saltara por los aires toda posibilidad de entendimiento entre la Europa del norte y la del sur.

Con este nuevo fondo, la UE dará a España créditos en condiciones favorables para contribuir a la financiación de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) y las ayudas a los autónomos que el Gobierno de Pedro Sánchez ha puesto en marcha.

Esta es la respuesta a contrarreloj de Von der Leyen que ha visto esos días cómo tomaban cuerpo las críticas a un proyecto, el de la Unión Europea, que renquea, y particularmente en todo aquello que tiene que ver con la búsqueda de mecanismos de solidaridad entre los países miembros para afrontar los problemas que les van afectando a cada uno de ellos. Recientemente se ha visto este déficit de visión de conjunto en el drama de los refugiados y de la inmigración irregular hacia los países del sur, como también ocurriera durante la crisis del euro del 2012. La situación vuelve a reproducirse, pero multiplicada en gravedad y en desconsideración, con motivo de la emergencia sanitaria y sus devastadores efectos económicos y sociales en los países más afectados por el epidemia, España e Italia de momento.

El obligado y prolongado confinamiento de la población, y la consecuente paralización de la actividad productiva a que se han visto abocados ambos países están ya dejando cifras elocuentes en términos de pérdida de empleo y de proyección de gasto público por parte de sus gobiernos para afrontar la situación 270.000 millones por ahora en España. Al tiempo, se desploman los ingresos de Hacienda como consecuencia de la congelación de la actividad y de los problemas de liquidez de las empresas. La palabra maldita de los últimos tiempos en territorio euro, déficit, volverá a aparecer con intensidad en el sur, hasta dispararse como mínimo hasta el 5,5 % del PIB en el caso española. La financiación del incremento de la deuda pública que consecuentemente se tendrá que asumir, va a ocasionar graves problemas a los Estados. La sostenibilidad de las estructuras económicas y financieras y del sistema de bienestar se verá comprometida seriamente.

La soluciones que se plantean de uno y otro lado difieren. En el aire, críticas la insolidaridad de los menos afectados:

Coronabonos

La única solución que cabalmente se encuentra por parte de muchos de los países de la UE es el abordaje de esta situación de manera conjunta a través de la emisión de eurobonos, o ahora llamados coronabonos, que mutualice toda esa deuda para que las tensiones financieras que toda esta crisis están provocando no afecte a los países más castigados por la epidemia y sus secuelas económicas. Nueve jefes de Gobierno de los países miembros, liderados por los jefes de ejecutivo de España, Pedro Sánchez, e Italia, Giuseppe Conte, y secundados entre otros por los de Francia, Portugal o Bélgica, enviaron una carta solicitando esta medida la presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, antes de la videoconferencia que los líderes nacionales de los 28 mantuvieron el pasado jueves 26 de marzo.

La idea de los coronabonos fue inicialmente propuesta por Christine Lagarde, la directora del Banco Central Europeo (BCE). Se trata de bonos que le permitirían a los estados miembros de la eurozona obtener dinero de los mercados a bajo precio y cuyos intereses, en vez de ser fijados en relación con la salud financiera del país que los presta, se establecerían según la de la eurozona en su conjunto. Se trataría de una especie de gran préstamo mutuo con el fin de crear un fondo común del cual los Estados podrían retirar dinero según sus necesidades.

Pero las posiciones de los países del norte y centro de Europa, especialmente Alemania, Países Bajos, Austria y Finlandia, rechazaron rotundamente, y en el caso del primer ministro holandés, Mark Rutter, de muy malas formas, la propuesta. Este bloque de socios comunitarios, cuyos bancos son los principales acreedores de las deudas de los países del sur, no se sienten concernidos por la situación y echan balones fuera. Que cada cual se apañe como pueda con lo suyo, vienen a decir, y sugieren, como hizo Holanda, que la única ayuda que se pueda aportar desde la UE esté condicionada a un examen previo sobre la situación financiera y de cuentas de los Estados beneficiarios. "Re-pug-nan-te", deletreó el primer ministro portugués, António Costa, para resumir su sensación al respecto.

Fondo de rescate MEDE

Según cálculos iniciales en medios financieros europeos, la respuesta a los efectos económicos de la pandemia implicará una emisión de deuda adicional en la eurozona de entre 500.000 y 700.000 millones. En conjunto, más que suficiente para poner nerviosos a los mercados. Por eso, Alemania y Holanda sólo abren la puerta a que España e Italia, se acojan a los fondos de rescate de que dispone la Unión Europea tras la crisis del euro del 2010, el llamado MEDE (Mecanismo Europeo de Solidaridad), una suerte de red de seguridad que ataje ataques especulativos en espera de una mayor actuación fiscal.

Este instrumento comunitario -creado para dar auxilio de emergencia en 2012 y que fue utilizado para rescatar Grecia, Chipre, Irlanda, Portugal y España- dispone de 410.000 millones a disposición de los países que lo soliciten, pero condicionándolo a requisitos como un análisis de la sostenibilidad de la deuda del estado interesado y que implica la intervención, aunque sea parcial, de la economía afectada y de la aplicación de medias de saneamiento y ajuste del gasto.

Ayuda al desempleo

Para tratar de desbloquear la situación y el desacuerdo total entre ambos bandos, Von de Layer ha propuesto el fondo europeo de desempleo a corto plazo . Para su financiación, Bruselas podrá lanzar una emisión de bonos en los mercados internacionales por su cuenta o con el apoyo de otras instituciones como el Banco Europeo de Inversiones (BEI).

Holanda plantea ahora, además, tras unas tímidas excusas por su comportamiento la semana pasada, ayuda propia a los países más afectados, una especie de donación que no va al fondo del problema.

Las espadas están en alto y los países miembros deberán adoptar una decisión en un contexto de tensión interna y urgencia social y económica.

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