Las autoridades reiteran a cada momento la necesidad de mantener la distancia física. La amenaza del rebrote está más viva que nunca con el reencuentro de familiares y amigos, y con la reapertura de zonas de ocio como las playas, cines o restaurantes, por ejemplo, en la fase 2 de la desescalada que hoy se inicia en el Archipiélago. El generalizado uso de la mascarilla se antoja como una de las principales armas para evitar que el trabajo realizado hasta el momento se vaya al traste.

Los ayuntamientos canarios abiertos al mar van definiendo cómo será la vuelta a la arena de los bañistas en sus respectivos municipios. Es una de la posibilidades que tendrán los ciudadanos de las Islas, volver a zambullirse en el océano Atlántico, y una de las más esperadas por no pocos de ellos.

Pero además, la fase 2 permite abrir el interior de los restaurantes y cafeterías para atender -nada de barra, solo en las mesas- a un tercio de las personas que caben en condiciones normales. Los establecimientos más pequeños continúan fuera de juego ante la imposibilidad de rentabilizar el negocio con solo la tercera parte de sus mesas operativas. No obstante, es otro pasito en el camino a la nueva normalidad.

También un tercio del aforo total es que el podrán completar los diferentes actos que se programen bajo techo. Es decir, el máximo de público al que se permitirá la entrada en, por ejemplo, una conferencia, será la tercera parte del que cabe. Y eso en el caso de que esa proporción no supere las 50 butacas, porque el asistente número 51 ya no entraría.

400 personas al aire libre

Cabe también pensar, con la llegada del tiempo más caluroso, en la organización de eventos más concurridos y al aire libre. También tienen limitado el aforo hasta un máximo de 400 personas y todas ellas deberán permanecer sentadas y manteniendo entre las localidades la distancia de seguridad.

Otras actividades abiertas al público como los cines, los teatros, los museos o las salas de exposiciones pueden reabrir sus puertas, pero de nuevo con la limitación de la tercera parte de las entradas que vendían antes de que se decretara el estado de alarma. El porcentaje de asistentes a las iglesias y resto de templos religiosos se eleva hasta el 50%, siempre evitando la cercanía entre los feligreses y obviando las partes de la liturgia en las que existe contacto entre ellos.

Otra de las actividades que retorna es la de las obras en el interior de los edificios, una medida que supondrá aire fresco para 200.000 trabajadores autónomas en todo el país según su patronal, ATA. El riesgo de contagio llevó a las autoridades sanitarias a impedir los trabajos en el interior de los domicilios y ahora, mascarillas mediantes, entienden que es momento de retomarlos.

Las clases retornan también, pero en el Archipiélago solo para los alumnos que cursan estudios de final de ciclo y siempre con cita previa para que los docentes los esperen a la hora convenida y no prolonguen su estancia en el centro más allá de lo estrictamente necesario.

Como la normalidad va recuperándose, el Gobierno central entiende la necesidad de devolver el pulso a la actividades sector público, con lo que el sábado dio a conocer que los plazos administrativos, que estaban suspendidos, vuelven a correr desde el día 1 de junio. Lo mismo ocurre en el caso de la actividad judicial, en cuyo caso la reactivación de los plazos está fijada para el 4 de junio.

Retornan también los exámenes de conducir, para los que los alumnos deberán lucir mascarillas y guantes, y solo habrá uno por vehículo en el caso de las pruebas prácticas.

La pesca y la caza deportivas vuelen estar permitidas y se aumenta la presencia de personas en bodas y velatorios.