Los pescadores y vecinos de Arguineguín temían el viernes que la ampliación del campamento de inmigrantes alcanzara el muro donde está la pequeña ermita de la Virgen del Carmen y que hasta la imagen de su patrona quedara dentro del centro de acogida. Ayer por la mañana, tras el anuncio de que se va a desalojar el dique, los marineros mostraban su satisfacción por el traslado de todos los migrantes a complejos turísticos de Tunte y Puerto Rico, pero por la tarde llegó una nueva decepción al conocerse el rescate de un nuevo cayuco a unos 15 kilómetros al sur de Gran Canaria.

No hay señas de que el campamento de Arguineguín se vaya a desmantelar en breve tiempo, pues es previsible que a los 57 subsaharianos llegados ayer, todos hombres y en aparente buen estado físico, se sumen otros en las próximas semanas por el buen estado de la mar.

El campamento de Arguineguín amaneció ayer sin los problemas de hacinamiento de los días previos, en que se llegaron a juntar más de 500 personas. En las 17 carpas instaladas a lo largo del muelle permanecían 222 inmigrantes, a la espera de las pruebas PCR y de los resultados para poder ser trasladados a cinco establecimientos hoteleros con los que ya existe un acuerdo para que hagan allí la cuarentena del coronavirus. Al menos dos no podrán hacerlo, pues han dado positivo en el test de Covid-19 y tendrán que quedar aislados en un centro especial.

La noche del viernes, el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, y el delegado del Gobierno central, Anselmo Pestana, declararon que se van a acelerar las pruebas del coronavirus para evitar las aglomeraciones en ese muelle y aseguraron que, en paralelo, se está buscando un sitio alternativo a Arguineguín que reúna mejores condiciones para las revisiones sanitarias y los trámites de filiación en las 72 horas siguientes a la llegada de las pateras y cayucos.

La Cofradía de Pescadores de Arguineguín no tiene dudas de cuál debe ser ese lugar alternativo: el puerto de Arinaga. Según su presidente, Ricardo Ortega, es allí donde se debe instalar la base permanente de los barcos de Salvamento Marítimo, pues se trata de un muelle del Estado, apenas tiene tráfico de buques, dispone de una gran explanada para instalar grandes carpas para atender a los inmigrantes y está alejado de sitios muy poblados.

Por contra, recordó Ortega, el puerto de Arguineguín es de titularidad autonómica (sin competencias en el control de la inmigración irregular), tiene un gran actividad pesquera y turística, carece de espacio para instalar un campamento, está a pocos metros de las viviendas y también más lejos de los grandes centros hospitalarios de la capital. "Utilizar el muelle de Arinaga solo tiene beneficios, por eso no entendemos cuál es la mano negra para que no se haya hecho ya", apuntó el patrón mayor de la Cofradía.

Insostenible

El Gobierno central, recalcó Ortega, "por fin se ha dado cuenta de que la situación de esos inmigrantes en el último mes era insostenible, inhumana, pero también por miedo a que la población de Arguineguín acabe rechazando la actuación de los políticos, pues ya se estaba convocando una manifestación para estos días.

La Cofradía desconfía de que el desmantelamiento del campamento se realice a corto plazo, tal como anunció el presidente Torres, pero valoró que se acorten los días de estancia de los inmigrantes. Según Ortega, hasta ahora "solo se han puesto parches" ante el desbordamiento provocado por la llegada de cayucos y la crisis sanitaria por la pandemia de coronavirus.

A modo de ejemplo, señaló que los pescadores llevan semanas reclamando que se retiren del muelle las embarcaciones en las que han llegado los inmigrantes, pues puede ser un foco de infecciones. Ayer se acumulaban cinco pateras y seis cayucos, con ropa y enseres dentro, a pocos metros de donde están los retenidos y los propios equipos de atención de la Cruz Roja y la Policía Nacional.

El viernes a mediodía, pocas horas antes de que se realizara el traslado de 135 inmigrantes hacia un hotel de Tunte y se anunciara el desalojo total entre el sábado y el domingo, unos operarios descargaron siete nueve baños químicos destinados a las 17 carpas repartidas por el recinto portuario. Según Ortega, se llegó a plantear a los marineros que quitaran los aparejos de pesca en la parte del dique que no se está utilizado, por si había que ampliar el espacio del campamento. "Si los dejamos, nos encierran hasta a la Virgen del Carmen", bromeó uno de los marineros.

Vergüenza

Las críticas por las condiciones de vida de los retenidos no solo proceden de los pescadores y vecinos de Arguineguín, sin que falten tampoco comentarios con tintes racistas y xenófobos. La palabra "vergüenza" se ha escuchado los últimos días entre los propios miembros del dispositivo de atención. "¿Cómo es posible que haya gente aquí que lleva doce días durmiendo en el suelo, a 30 grados de temperatura y haciendo las tres comidas diarias a base de bocadillos, eso no es sano para nadie, esto es vergonzoso", comentó un agente de seguridad sin miedo a que le escucharan los periodistas.

Tras la visita la noche del viernes de los representantes del Ejecutivo autonómico y de la Delegación del Gobierno central en Canarias, ayer lo hicieron los del Cabildo, acompañados por la alcaldesa de Mogán, Onalia Bueno, que junto al juez Arcadio Díaz Tejera fue la primera que, el jueves, dio la voz de alarma sobre las condiciones de hacinamiento de los inmigrantes subsaharianos y magrebíes, incluidos varios niños y una mujer embarazada.

Onalia Bueno se sumó a la idea de que el Estado español debe facilitar el traslado de los migrantes a la Península, donde además Cruz Roja tiene una red de instalaciones vacías. "Esto tiene que ser el trampolín para que estas personas que llegan a Canarias vayan a territorio español y continúen su trayectoria hacia otros países europeos, porque ya es sabido que su intención no es quedarse en España", recalcó la alcaldesa.

"Estamos -añadió Onalia Bueno- en el origen del problema migratorio; ahora tenemos alrededor de 5.000 personas en Canarias y esta cifra va a seguir incrementándose en los meses venideros; pero esto no puede ser una cárcel para ellos ni tampoco para nosotros, esperemos que esto no sea un parche y que se produzca ese traslado a la Península".

La regidora también advirtió de que aunque se desmantele el campamento de Arguineguín, el problema seguirá existiendo. "Si logramos salvar la temporada turística de invierno de aquí a final de año, ¿qué va a pasar con esos migrantes que están en los hoteles? En algún sitio habrá que albergarlos y darles un destino igual de digno", se preguntó la alcaldesa.

A mediodía de ayer, en una visita sin anunciar y de carácter privado, también acudieron Luc André Diouf, diputado nacional del PSOE por la provincia de Las Palmas y originario de Senegal, María del Pino González, diputada socialista en el Parlamento de Canarias, y Teodoro Bondyale, secretario de la Federación de Asociaciones Africanas en Canarias.

Diouf no hizo declaraciones a la salida del campamento, pero el día anterior ya apuntó a la alternativa de utilizar el puerto de Arinaga, un lugar donde la Cruz Roja llegó a montar una gran carpa para inmigrantes y luego la desmontó ante la falta de permisos por parte del Ayuntamiento de Agüimes.

Esa fue la última visita política al muelle, donde los parlamentarios del PSOE y Bondyale se interesaron por la situación de los 222 retenidos. Como en días anteriores, los inmigrantes pasaron las horas apoyados en las barandillas que separan unas carpas de otras, pues dentro hace más calor.

Mientras, en las playas cercanas de Arguineguín y de Las Marañuelas, centenares de personas tomaban el sol y se bañaban, muchas de ellas ajenas a la complicada situación que se vive a pocos metros, pues al drama migratorio se une la crisis sanitaria del coronavirus. Sin embargo, entre los vecinos que viven más cerca del muelle si se percibe más preocupación, pero son reacios a hablar para que no se les acuse de racistas.

Temores

Una de las situaciones más comentadas entre los vecinos es la posibilidad de una huida masiva de los inmigrantes. "El otro día había allí más 500 personas y no más de 20 policías; imagínese que se echan todos a correr a la vez hacia las calles de Arguineguín, ¿quién los controla?", declaró un transeúnte que pidió quedar en el anonimato.

Otro debate se ha repetido en los últimos en Arguineguín: la posible existencia de barcos nodrizas que acercan a la costa de Gran Canaria a las pateras, en las que llegan los inmigrantes magrebíes, de Marruecos, Argelia y Mauritania. "Yo conozco estas aguas y con ese motorcillo de 15 caballos no creo que lleguen desde la costa africana hasta aquí", dijo uno de los marineros de Arguineguín señalando a una de las pateras amarradas al dique.

Otro signo, aseguró, es que los subsaharianos que viajan en cayucos llegan agotados, casi sin poder moverse por el frío y la humedad, mientras que los que viajan en pateras llegan con fuerzas para echarse a correr si lograr alcanzar una playa. Los representantes políticos dudan de que existan esos buques nodriza, pues no hay evidencias claras.

Las pistas apuntan a que los últimos cayucos que han llegado a Gran Canaria, dos la noche del jueves y otro en la tarde de ayer sábado, salieron de las playas de Nuadibú, en Mauritania, con migrantes procedentes de Malí. Precisamente, las dos últimas personas que han dado positivo en las pruebas de coronavirus son de ese país, según fuentes sanitarias.

El cayuco que llegó ayer fue detectado a las 16.00 horas por el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE) de la Guardia Civil a unas 10 millas de la costa del sur de Gran Canaria, por lo que se activó un servicio de rescate con la Salvamar Menkalinán. Salvamento Marítimo relató a Efe que entre los rescatados hay quienes aseguran ser menores, pero no ha podido especificar ni la edad ni el número.

En la última semana han arribado al Archipiélago casi 500 personas. Una de ellas falleció antes de llegar a tierra y otro 48 horas después de ser hospitalizado. Las tres últimas en alcanzar Gran Canaria transportaban medio centenar de personas, que llegaron en buen estado.