El enfrentamiento entre el reelegido presidente Paulino Rivero (CC) y José Manuel Soria (PP) constituyó el punto caliente del debate de investidura. El culmen del enfrentamiento llegó cuando Rivero aseguró que existió una propuesta de Soria para gobernar conjuntamente Canarias. "No voy a contar aquí lo que usted me pidió a mí pretendiendo gobernar Canarias, fue de gran bajeza política" señaló Rivero, pero acabo contándolo. Según él, Soria le propuso ser presidente de un gobierno CC-PP, y como no hubo acuerdo amenazó con "incendiar Canarias".

El debate entre ambos había transcurrido en un tono tenso, pero hasta amable. De hecho, la primera gran andanada de Soria llegó tras cerrar Rivero su intervención afirmando que en el pasado el líder popular había "arrimado el hombro en las cuestiones importantes" para Canarias. A partir de ese momento, el cruce de acusaciones se movió por todos los ámbitos de gobierno.

Fue al final del segundo turno de réplica cuando Paulino Rivero calificó de "bajeza moral" la propuesta que presuntamente Soria le hizo tras las elecciones del 22M. El líder popular, con sus intervenciones ya agotadas, solicitó a la mesa un minuto más para contestar a la alusión y el presidente de la Cámara, Antonio Castro Cordobez (CC) se lo concedió.

José Manuel Soria usó ese tiempo de gracia para asegurar que lo que él ofreció a Rivero fue un pacto en el que el gobierno quedara en manos del PP. "Usted me dijo que una fuerza nacionalista no concibe formar parte de un gobierno si no es para" ostentar la presidencia. Dicho esto se preguntó dónde estaba la bajeza moral.

Rivero volvió a contrarreplicar y expuso que Soria "en la primera parte de su intervención" no decía "la verdad". Pasó entonces a exponer que el líder popular le había dicho que si la fórmula no pasaba por ese pacto que le estaba ofreciendo iba a "incendiar Canarias". Se refería de ese modo a dar libertad a todas las agrupaciones locales para que cerraran pactos en cuantas instituciones pudieran. Entonces, ya con el mapa político canario desestabilizado, el plan de Soria, siempre según Rivero, era que los nacionalistas lo llamaran para que apareciera como "el salvador". Sin embargo, al líder popular "le falló su estrategia y por eso está donde está", explicó Rivero en referencia al puesto en la oposición que hoy ocupa el que fuera su socio de gobierno hasta el mes de octubre pasado.

Soria intentó un nuevo turno de intervención, pero el socialista Julio Cruz, que en ese momento ocupaba la plaza de Castro Cordobez, le recordó que no tenía derecho a él. Con el micrófono ya apagado, Soria insistió. La respuesta de Cruz, él sí con el micrófono en on fue que la "presidencia de la mesa no es sectaria" y puso punto y final a la disputa recomendando a Soria que formulara la correspondiente queja por escrito si estaba disconforme con la medida.

El "viejo truco" de la calle

La cordialidad presidió una parte del debate, aunque ya el final de la primera intervención de Soria dio para que Rivero se mostrara poco dispuesto a transigir con "el viejo truco dialéctico del me dicen en la calle" que el líder popular acababa de utilizar para asegurar que en la calle tres de cada cuatro ciudadanos están contra el pacto CC-PSC.

El ayer reelegido presidente de Canarias se quejó también de la actitud del presidente del PP canario en la primera sesión del debate, celebrada en la tarde del lunes, por tuitear mientras él hablaba. "Yo vine a trabajar y no a tuitear", espetó Rivero a Soria.

Por contra, el líder de la oposición, José Manuel Soria, confeso defensor de Twitter, respondió al nacionalista: "Creí que usted también, pero debe ser que se lo manejan".