En el momento de la jura ante la Constitución y el Estatuto, Antonio Castro púsose en pie y el resto de los mortales en la Sala Grande de Presidencia hicieron lo propio para desesperación de los cámaras que, al grito de ¡al fondo hay sitio!, habían sido ubicados muy, muy lejos de Rivero para inmortalizar el evento. Resultado: en los teleobjetivos las 200 espaldas de los invitados, que no son precisamente los protagonistas del acto, y? fundido en negro.

Las viperinas lenguas, que en estos eventos son numerosas, aseguran que como la venganza es un plato que se sirve frío, Castro lo hizo por fastidiar a Rivero por los sucesos poselectorales de La Palma. Es cierto que Rivero no ha tenido el mismo poder de convocatoria que María Dolores de Cospedal, que en formato Sissi Emperatriz congregó a 1.000 invitados en su entronización como presidenta castellanomanchega, pero el presidente que ha conseguido gobernar con el PP y el PSC sin solución de continuidad y sin que se le mueva un solo músculo estuvo bien arropado.

Tampoco ha llegado Rivero a los claros gestos de austeridad de José Antonio Monago, el otro 'héroe' electoral del PP que tomará posesión ante 700 invitados, ni se le notó molesto porque ningún miembro de esa 'familia' que para él fueron los conservadores con los que cogobernó hasta el pasado invierno.

Salvo el presidente del Cabildo de Gran Canaria, José Miguel Bravo, los dirigentes del PP brillaron por su ausencia. Además, a su lado estaba su nueva 'familia' socialista, haciendo bueno aquello de que la política hace extraños compañeros de tálamo.

José Miguel Pérez, Francisco Hernández Spínola o la presidenta del PSC, Dolores Padrón, estaban allí dando fe del advenimiento de una nueva era. Por no hablar de la delegada del Gobierno en Canarias, Dominica Fernández, y del mismísimo Manuel Chaves, presidente federal de los socialistas y vicepresidente del Gobierno central que, como regalo de ZP, trajo al reelegido presidente 23 'minolles' del Posei que hoy aprobará el Consejo de Ministros.

Tampoco faltaron los siempre fieles Ana Oramas, que repitió el conjunto con el que se subió a la tribuna de oradores para protagonizar esa mediática despedida casi romántica a Zapatero; Javier González Ortiz o Milagros Luis Brito, cuya alegría era inversamente proporcional a la constatación de que no repetiría como consejera.

Y, por encima de todo, estaba el 'patrón'. El 'totem' Manuel Hermoso fiscalizaba que los engranajes de la historia y del sistema electoral permitan que, desde que él fuese el primer presidente nacionalista de Canarias allá por 1993, gane quien gane en las urnas, siempre habrá alguien de CC al frente del Gobierno. Había también nutrida representación empresarial de Gran Canaria, totalmente reconciliada con los presidentes nacionalistas de origen tinerfeño (ya han bregado con tres) y que hacía buenas migas con sus homólogos a este lado de las 'aguas canarias'.

Ambas delegaciones escucharon extasiadas uno de esos mensajes 'riverianos' de los que sólo el presidente tiene todas las claves: "lo peor de la crisis ya ha pasado". No especificó Rivero, que en su investidura hizo varias referencias a que todavía faltan por recorrer tiempos duros, si la crisis ya ha pasado para los empresarios o si esa buena nueva es extensible al resto de los residentes de este lado de la Macaronesia.

Por eso se hacían corrillos, de periodistas a políticos preguntando "qué hay de lo tuyo" o de políticos a periodistas inquiriendo "¿qué hay de lo mío?", en los que se instalaron risas nerviosas o rictus pétreos, según el 'twitter' que cada uno hubiera consultado, pues en la era global 'Radio Macuto' ha dejado de emitir, mientras miraban sin disimulo a Rivero o a José Miguel Pérez, por si un levantamiento de ceja suyos bastara para salvarles.

Rivero anunció la composición de un Gobierno que cree en la "realidad insular", que en lenguaje claro y llano significa que el presidente ha premiado a sus fieles y a quienes han posibilitado, con su esfuerzo, que haga historia.

Recompensa para la sufrida La Palma, aguinaldo para Gran Canaria, galardón dorado para Fuerteventura, regalo para Lanzarote y una gratificación con plus añadido para Tenerife.

Un reparto de dádivas que no ha podido hacer el PSC, donde los estrepitosos resultados del 22-M y la rebeldía palmera posterior no dejaban mucho margen de maniobra. Bueno, siempre pueden argumentar que Francisco Hernández Spínola nació en Arrecife y que Lanzarote también está representada en esa "realidad insular".

Tras el anuncio de Rivero sobre la composición del Ejecutivo, y mientras el CCN entraba en crisis con CC, los teléfonos comenzaron a 'humear', a comunicar y a lanzar mensajes de buzones de voz llenos.

Señales inequívocas de que se ha empezado a trabajar en completar el "modelo de realidad insular" en el que se sustenta el Gobierno construido por el tándem Rivero-Pérez.