La noticia de la muerte de dos militares del Regimiento Soria 9 de Fuerteventura en Afganistán ha vuelto a llevar el dolor a una familia grancanaria que hace 20 meses perdió en las mismas circunstancias a un ser querido. Concepción Santana, la madre de Cristo Ancor Cabello Santana, ha revivido la pérdida de su hijo y por eso hoy estará en el funeral de Manuel Argudín y Niyireth Pineda para intentar darles consuelo. "Nadie puede consolar la pérdida de un hijo y sobre todo de la forma en que se fue Cristo", dice Concepción, que afronta con entereza el "vacío" permanente de no tener a su hijo con ella.

Cristo Ancor falleció también como consecuencia de un artefacto explosivo al paso del convoy del que formaba parte. En aquella misión también estaba con él Niyireth Pineda, la soldado que falleció el domingo en las mismas circunstancias que Cristo. Dos militares jóvenes unidos por un trágico destino que ahora Concepción Santana recuerda desgarrada por la emoción y el desconsuelo.

Nada más conocerse la noticia del atentado del domingo, Concepción recibió varias llamadas de compañeros de Cristo Ancor y de los mandos militares que trabajaron con él hasta el día de su muerte. "Querían saber cómo estaba y de qué forma estoy encajando esta situación tan similar a la de mi hijo". La madre de Cristo ha tenido siempre el apoyo y consuelo de muchos amigos y compañeros de su hijo, que amaba su profesión tanto como a su pequeño hijo que dejó huérfano con apenas un año. "El motor de mi vida era Cristo y ahora tengo que luchar por mi nieto, debo ser fuerte por él y para no buscar culpables", añade.

Concepción Santana ve ahora como el Gobierno español debe reconocer que las tropas españolas afrontan en Afganistán una situación de guerra, cosa que hasta ahora se negaban a admitir. Por ello reitera que está viviendo de nuevo todo lo sucedido con Cristo: "Todos los soldados me importan mucho porque me duele lo que les pueda suceder a los compañeros de mi hijo, esta guerra debe acabar, ya no hacemos nada allí". Pese a que se muestra serena, la voz de Concepción se quiebra y las lágrimas asoman a su rostro recordando a su hijo y viendo cómo ha vuelto a pasarle lo mismo a sus compañeros.

La emoción de Concepción se desborda cuando recuerda la última conversación que mantuvo con Cristo antes del fatídico atentado que acabó con su vida. "Mi hijo me prohibió que viera la prensa y la televisión ante lo que estaba sucediendo. Él sabía que la situación estaba muy complicada y que podía suceder cualquier cosa. Al final tenía razón...".