La trayectoria de José Miguel Suárez Gil está jalonada de múltiples polémicas y pleitos que han supuesto no pocos disgustos para el movimiento empresarial. Después de tener un pintoresco protagonismo en la actividad política durante los primeros años de la autonomía canaria, Suárez Gil desembarcó como mecenas empresarial creando Fedalime, catapulta que le sirvió para tender sus redes y crear organizaciones y empresas fantasmas y sin apenas actividad para captar subvenciones públicas. En sus años dorados como conseguidor empresarial, el conocido popularmente como zorro plateado impulsó iniciativas como la Asociación de Empresarios Inversores de Canarias (Aevic), lobby desde el que se lanzó a la conquista de la Confederación Canaria de Empre- sarios (CCE) y de la Cámara de Comercio desplegando una actividad frenética durante la cual se agenció el apoyo de un importante sector empresa-rial a base de promesas, ayudas y algunas dádivas de dudoso origen.

Pero no todo podía ser un camino de rosas. Suárez Gil chocó con una parte del sector empresarial que vio desde el principio sus intenciones y los enfrentamientos se convirtieron durante varios años en algo habitual en los medios de comunicación. Su entrada como tesorero en la patronal de Las Palmas provocó una escisión sin parangón en el movimiento empresarial y el presidente en esa etapa, Antonio Rivero, no tuvo más remedio que pactar su salida para evitar una escisión traumática. El propio Rivero fue víctima posteriormente de sus propios errores y también se vio obligado a dejar su puesto antes de tiempo como presidente de la patronal.

Una vez despechado de la CCE, el siguiente asalto de Suárez Gil fue a la Cámara de Comercio de Las Palmas, donde sí consiguió su objetivo y fue elegido presidente de la corporación cameral gracias al despliegue realizado por su red de organizaciones y empresas creadas por su cohorte de empresarios afines y directivos. El lío generado por la inclusión de sociedades de forma dudosa en el censo electoral no fue óbice para que se alzara con la victoria ante la incapacidad del órgano tutelante de la Cámara, el Gobierno de Canarias, de aclarar las denuncias presentadas.

Si alguien dudaba de la capacidad de Suárez Gil para dividir, su gestión al frente de la Cámara de Comercio lo demuestra. Durante sus cuatro años al frente de la corporación consiguió el dudoso logro de provocar una estampida de los empresarios de Lanzarote y Fuerteventura hasta tal punto que el Gobierno no tuvo más remedio que autorizar la creación de cámaras de comercio insulares. En la provincia de Santa Cruz de Tenerife no se movió una piedra pero en Las Palmas la Cámara se rompió en tres pedazos. Las escaramuzas entre la corporación cameral y la patronal se recrudecieron hasta tal punto que Ángel Luis Tadeo y Suárez Gil pactaron que aquél encabezara la plancha electoral a cambio de que éste fuera vicepresidente y controlara la todopoderosa comisión de acción exterior de la Cámara, que es la que maneja la mayor parte del presupuesto de la entidad.

Tadeo se alzó con la victoria gracias también al apoyo de las huestes de Suárez Gil. La primera etapa del mandato del empresario turístico transcurrió con relativa tranquilidad hasta que Tadeo rompió la baraja ante lo que consideró una "deslealtad" por parte de su vicepresidente, que conspiraba a sus espaldas creando una nueva organización empresarial. Pero la estrella de Suárez Gil ya no era tan brillante ni alumbraba de la misma manera a sus afines que, poco a poco, fueron abandonando el barco. Tras ser destituido como vicepresidente de la Cámara y tras la estrepitosa derrota en las últimas elecciones a la Cámara, Suárez Gil se retiró a Miami dejando tras sí una Cámara y una Confederación que, por primera vez en muchos años, hablan el mismo idioma y han dejado atrás viejos enfrentamientos.

En José Miguel Suárez Gil confluyen múltiples pleitos penales, civiles y mer-cantiles que discurren a lo largo de su biografía tanto personal como empresarial, algunos de los cuales aún se encuentran pendientes de juicio y sentencia. Unos han finiquitado por desistimiento, otros por agotamiento, aburrimiento, falta de recursos económicos de sus rivales para afrontar largos pleitos y otros simplemente por prescripción.

Gran aficionado a la caza mayor, su vehemencia también ha sido santo y seña de su trayectoria personal y empresarial, lo que le ha valido numerosos cruces de declaraciones con sus rivales. Cuando estalló el caso eólico se le relacionó con Wilebaldo Yanes pero nunca se demostró su implicación en la trama. Son famosas también sus fiestas y asaderos en su casa de Tafira con empresarios y algún que otro político, vivienda que ha sido ahora el escenario del turbio episodio que ha protagonizado encañonando a su ex mujer, la letrada Josefina Navarrete. ¿Es el ocaso definitivo de Suárez Gil? Una pregunta que sus numerosos rivales y enemigos contestan afirmativamente pero que aún está por ver dada la trayectoria de un superviviente nato acostumbrado a bregar en las más arduas polémicas, pero un delito de violencia de género y con testigos son palabras mayores por muy luchador que se sea.