El discurso político impecablemente asertivo de José Manuel Soria tiene encandilado a un tercio de los canarios que votan; los otros dos tercios o lo desdeñan o lo detestan. Así es, más o menos, según los resultados electorales de hace cuatro años, que Soria ha prometido dar la vuelta hasta convertir al PP en la primera fuerza política del Archipiélago. Sería la primera vez que su partido lo lograra.

El presidente del PP canario (53 años recién cumplidos, casado y con dos hijos) no deja indiferente a nadie. Sus seguidores, militantes o no, lo tienen por uno de los líderes políticos más brillantes de las Islas y fuera de ellas. Soria es sinónimo de soluciones, efectividad, de pragmatismo y compromiso con el desarrollo de las mesocracias locales. Su imagen es también la de un político resolutivo. El votante del PP no quiere esperar más y alienta esta vez su acceso a la Presidencia canaria con o sin la muleta nacionalista.

Frente a ellos, el líder del PP aparece desmesuradamente ambicioso, esquinado, poliédrico y sin límites a la hora de gobernar y dar cauce a los caprichos o conveniencias de las elites del poder. Son efectivamente los dos prismas de un dirigente que no pasa inadvertido.

Sin duda Soria ha sido uno de los políticos más perseguidos en Canarias. Sus adversarios lo han humillado obligándolo a hacer el paseíllo ante los tribunales, pero de todos los casos con los que se le relacionó salió indemne. A la inversa, el presidente del PP no deja una afrenta sin castigo, y de ello dan cuenta las leyendas tanto dentro como fuera de su partido.

Ahora cree haber llegado su momento y la oportunidad de vindicarse sobre todo frente a sus detractores o a quienes lo observan con indiferencia. Los sondeos señalan al PP como la primera fuerza política en votos, pero ya deja él mismo claro que primero deben ser los ciudadanos los que hablen.

Antes de que CC o los socialistas hubiesen designado a sus candidatos, Soria ya estaba con el rabillo del ojo puesto en las elecciones autonómicas ("yo siempre estoy en campaña", dijo hace un año). Quien da primero da dos veces, debió pensar, y ya en abril de 2010 hacía méritos para ser expulsado del Ejecutivo de coalición a base de recortar las agencias presidenciales o de apear del coche oficial a medio Gobierno.

Desde el momento en que los nacionalistas suscribieron su acuerdo con el presidente Rodríguez Zapatero, la alianza con Rivero quedó herida de muerte. Soria se lo pensó mucho, lo consultó fuera y dentro del PP, pero el riesgo, aunque calculado, forma parte de su temperamento y decidió abandonar el Gobierno. Ahora cree que aquella decisión puede haber sido la mejor inversión política de su vida. Se verá el 22 de mayo.

El candidato del PP enfrenta la campaña con mensajes claros, rotundos, entendibles y perfectamente asumibles como reacción a una situación de crisis: menos altos cargos, menos coches oficiales, más ahorro, mejor gestión. ¿Quién no lo suscribiría?

En los últimos diez meses no se ha hablado tanto en las Islas como de recortar el lujo con el que viven y disfrutan el poder las distintas castas públicas: consejeros regionales, insulares, alcaldes, concejales, asesores y asesores de los asesores.

Fue Soria quien lanzó ese guante. El presidente Paulino Rivero le respondió en público: "Son ocurrencias", y la oposición socialista anda todavía carcajeándose porque tiene pruebas de que el líder del PP jamás se ha aplicado sus propias recetas.

Pero el ajuste es una realidad presente y de futuro, asumida ya por todos. Viene impuesto por nuestros compromisos con Europa y el Estado: o cumplimos con los objetivos de déficit público y endeudamiento asignados, o España, y con ella Canarias, quedarán como el paria de la UE, al margen de un espacio económico y político donde nuestro país gozó de sus mejores años de bienestar comunitario. Este discurso ha sido asumido y completamente metabolizado por los ciudadanos y el paradigma ahora mismo de ese discurso quiere Soria que sea él y el PP. El compromiso del candidato está claro: un Gobierno más reducido, con menos consejeros ("ocho consejerías como máximo", afirma), menos viceconsejeros, menos directores generales, menos asesores, menos gastos de representación y menos coches oficiales.

En oposición a Soria, partidos, sobre todo el PSC, y sindicatos, con los que ha mantenido encontronazos hasta llegar también a los tribunales. Los socialistas y los dirigentes sindicales temen que el plan de austeridad lanzado por Soria sea más bien un 'tijeretazo social', un recorte de la formidable bolsa presupuestaria que mantiene a miles de familias sin recursos. Soria niega este extremo y asegura que si el Gobierno destina esas ingentes cantidades de dinero a su política social es porque el PP las ha apoyado y validado. Austeridad no es lo mismo que 'tijeretazo social'.